viernes, septiembre 28, 2007

No lo pudieron salvar, me dijo mi hermana por teléfono.
Claro que lloré y miré para arriba exigiendo una explicación.
Al rato me reía mientras me acordaba de sus encuentros de poetas y las canciones que tocaba con sus instrumentos raros.
Hace 10 años, cuando empecé a fumar, me apodó "particulares 30", sí, yo empecé fumando particulares, un espanto. A los 17 me dio trabajo, me hacía corregir las pruebas de sus alumnos de séptimo grado, me pagó de más hasta que la mujer se avivó. Siempre me preguntaba por la facultad y cuando se enteró de mi cambio a Letras le vi cierta aprobación en la mirada que me tranquilizó bastante, era de esos tipos hiper inteligentes y creativos. Me hablaba de Tarkovsky y Bergman como si fueran novedades. Tomaba vino en cantidades industriales y tocaba la armónica y el bajo. Cuando ensayábamos con la banda que tenía mi papá, nos hacía frenar cada 20 minutos para salir a fumar y seguir tomando vino, terminaba siempre ronca y medio borracha.
Y hay mil cosas que recuerdo de Eduardo, que era como un tío para mi hermana y para mí, y son todas cosas lindas, porque el tipo no tenía un gramo de maldad. Sí, estaba completamente chiflado y tenía que medicarse porque era esquizofrénico, y una vez le agarró un brote zarpado porque no tomó las pastillas unos cuantos días y persiguió en pelotas a un vecino con un matafuegos para dárselo en la cabeza, pero era bueno, bueno de verdad. Luz. Lo voy a extrañar, mucho.
Y necesito un abrazo fuerte, y las chicas hoy no vienen a dormir a casa. Y mis viejos tampoco van a estar, y mi hermana tampoco. Y la sola idea de quedarme en casa viendo Heroes me angustia un poco, pero no tanto.

jueves, septiembre 27, 2007

Hace un par de días me empezó el mal humor. Primero se lo atribuí a tener que ir a una lectura cuando odio ir a ese tipo de eventos, después vi la luna llena y, claro, le eché la culpa a eso. Y ayer fue uno de esos días interminables, angustiantes. Quilombos en el trabajo, falta de red en la empresa por lo que tuve que irme a un bar con wifi para poder seguir trabajando, mails con reclamos y darme cuenta de que me mandé una cagada de gravedad media, pero gravedad al fin. Llegué a casa casi a las 11 de la noche, sin hambre y con una ganas de llorar incontenibles. Tomé un par de Camparis con naranja, hablé con Natalí un buen rato en la cocina y di vueltas en la cama hasta más o menos las 4 de la mañana, cuando me dormí y soñé que recorría Roma en subte. Esta mañana la sensación de angustia fue peor, se me mezclaron demasiadas cosas, el cansancio de tener que viajar 3 horas por día, tratar de asimilar que el analista se me va en un momento medio jodido, las pocas ganas de salir a la calle, las pocas ganas en general.
La bomba llegó en el almuerzo, cuando llamé a la casa de mis viejos para reportarme vivita y coleando y mi hermana me contó que al mejor amigo de mi papá lo asaltaron y le pusieron tres tiros en la cabeza. Las chances de que sobreviva son escasas, y aún saliendo de esta los daños neurológicos no lo dejarían llevar una vida "normal". Tres tiros en la cabeza, la puta que los parió.
Podría decir que con todo esto la angustia se me esfumó porque claro, cómo me voy a preocupar por nimiedades como el laburo o las pocas ganas de coger cuando hay gente, con esposa, con hijos, con alumnos, que va caminando por la calle y se come tres tiros en la cabeza. Pero no, la sensación de vacío se acentúa a cada minuto, la migraña me ataca, y lagrimeo a escondidas para que nadie se dé cuenta. Y lloro porque no entiendo nada. Qué sé yo si tiene que ver conmigo, con mi papá que debe estar pasando por un momento espantoso, con el hijo de este hombre que no quiere irse del sanatorio porque no quiere estar lejos de su papá, con él en sí que desde que tengo 6 años me dice que estudie y nunca abandone porque mi cabeza es lo más sobresaliente que tengo, o con qué carajo.
Nadie tiene un migral a mano?

lunes, septiembre 24, 2007

Hace más de dos años, le dije a un chico "te quiero tanto que vomito". Así le declaré mi cariño cuando todavía no podía ponerlo en otras palabras. Un par de meses más tarde vino el "estoy enamorada de vos, así que no te puedo ver nunca más", por lo menos no hablé de vómito. Después se enteró de que tenía un blog donde hablaba de él y lo llamaba "Mr. Blonde", sólo atiné a borrarlo en su cara.

Una vez dejé una carta en el hotel donde él estaba parando porque había decidido no verle nunca más el pelo y no podía no hacerle llegar que pensaba que era un egoísta que sentía que el mundo era una extensión de su cuerpo.

Otra vez escribí en un espacio anterior a este, que estaba frustrada sexualmente por culpa de él, que no dejaba que mi puta interior saliera a la superficie. Lo que sea que eso signifique.

Y, clavado, cada dos o tres meses le mandaba un mail bomba en el que volcaba toda mi confusión y le afirmaba que nunca nunca nunca más lo iba a ver porque su presencia me obstruía el plexo solar y muchas sandeces más.

He llegado a escribirle cosas tan chiquilinas como "...por eso, lo espantoso es que ya no te voy a buscar mas, que ya no te voy a ver mas... y me hubiese encantado que con querer alcanzara... creo que al final de cuentas las expectativas no estaban puestas en que vos te enamoraras de mi, sino en que con quererte nos alcanzara a los 2".

Toda esa confusión culebronera se esfumó hace rato. El es mi amigo. Mi amigo bonito, abrazable, rompebolas, neurótico, gracioso. Y hoy, mientras comía mi arroz con verduras, me sorprendió gratamente.

Mr. Blonde dice:

es que me di cuenta de que no paro de alejar a las personas que me quieren...

y vos te la re bancaste

no puedo creer lo que te la bancaste

así que me dieron ganas de reconocertelo

eso.

Y aunque él no lo pueda ver, y hable de elegir las cosas y el valor de las cosas y nosequé las cosas, él también se la bancó, me bancó lo suficiente como para que yo lo bancara a él. (pero qué bancadores que somos, che). Porque, vamos, de Madre Teresa no tengo ni un pelo.

De todos modos, era hora. Después de 3 años y monedas de remarla y sudarla me llegó el momento del reconocimiento.

Quiero dedicarle este premio a todas mis amigas, que soportaron estoicamente mis debates internos acerca de todo el asunto cuando las papas quemaban y a mi analista, que a la cuarta sesión me despachó un "bueno, para la próxima quiero que traigas definida tu situación con Mr. Blonde" y con eso me abrió un mundo de posibilidades.

Prometí que no iba a llorar, pero... perdón... perdón.

En una de las nueve historias de Salinger dos de los hermanos Glass escriben sus citas preferidas o fragmentos de libros que van leyendo en un papel pegado sobre la puerta de su cuarto. O lo inventé, ahora me entra la duda y nadie me la aclara.
Ayer limpié los libros de la repisa. Qué de polvo que se junta, eh! Encontré muchas porquerías. Mi libreta del cbc, un paquete de vainillas por la mitad (sí, a veces escondo los dulces para no tentarme) dos lamparitas quemadas, pilas usadas, monedas varias, servilletas dobladas y unas revistas que sobrevivieron a la mudanza. Todo a la basura salvo la libreta... las vainillas estaban duras.
Bueno, limpiando los libros, los fui ojeando y parece que subrayo mucho cuando leo. Y acá viene lo de Salinger, no soy tan colgada. Agarré una hoja en blanco de mi block para dibujar y empecé a transcribir esas frases y diálogos subrayados. Todo en lápiz negro, en letra bien chiquita, formando dos columnas, sin diferenciar de qué libro era cada frase. Hasta tiene una especie de sentido si se lo lee de corrido, es como un cadaver exquisito.
Es sorprendente, soy asquerosamente repetitiva. No importa si es Cortázar, Bukowski o Carver, siempre destaco las mismas cosas. La falta de empatía, la dependencia, lo no correspondido. Que para qué necesita el hombre amar a otro ser humano, que todo termina en una guerra despiadada, que para qué necesita familia si es escritor, que no se amaban pero hacían el amor y más de lo mismo, mi paja constante, compulsiva, inevitable. La búsqueda de la identificación.
Estoy considerando seriamente dejar de subrayar. En todos los sentidos.

viernes, septiembre 21, 2007

Estar acá, todos los días, desde hace más de un año. Seguir una rutina. Levantarme, bajar a lavarme la cara y de paso ver qué temperatura hace, si está para sweater, doble sweater o campera sobre campera sobre campera, prepararme una chocolatada, siempre fria. Si hay sol, calzarme los lentes y tomarme el 55 hasta barrancas. El tren hasta Vicente López, siempre viajando con la misma gente en los vagones de adelante, hay una mamá con dos hijitos, un bebé de 2 años y una de 4 más o menos, que me encanta, siempre les da manzanas de comer y los trata como si tuvieran 23 años. Y el trabajo es siempre más o menos lo mismo, yanquis que me chatean y me piden cosas, todos dramáticos, "I need this equipment ASAP", sí sí, don't you worry, Mr. Man, las cosas van a estar. Hace más de un año, wow. Es raro que algo me dure más de un año. Y la casa, mi espacio, tener ganas de llegar a "mi casa", eso tampoco me había pasado nunca. La otra rutina, la doméstica, lavar los platos, cambiar las sábanas, tirar la comida que ya caducó, tirar la basura a la calle, pagar las cuentas, ir a la verdulería, elegir la fruta y la verdura. Saludar a la perra, saludar a las chicas, mirar Lost, tomar té con galletas de arroz. Planear el estallido de nuestra terraza y esperar que nos regalen la bendita y prometida parrilla.
Y claro que me faltan cosas, Me falta un amante, una carrera, un juego de sábanas más, una botella de Camapari. Ya vendrán. Por lo menos las sábanas y el Campari.

jueves, septiembre 20, 2007

Y ya lo dije. Este fin de semana me atrinchero en casa y no salgo. No salgo. Ni ir a visitar a mi abuela, ni ver amigos, ni salir a la noche, ni al supermercado ni nada.
Entro el Viernes a la noche y no veo la calle hasta el Lunes a la mañana.
Me procuraré de tener las provisiones necesarias, cigarrillos, verduras, algún chocolate, cerveza y películas.
Si me llega a faltar algo... pues por alguna razón existe el delivery.
Si alguien me requiere, que llame, alguna de las chicas atenderá el teléfono, o que se mueva y toque el timbre, alguna de las chicas les abrirá la puerta.

martes, septiembre 18, 2007

Hace mucho que no encuentro un blog que me atrape. Con el último que me pasó, fue con El diario de un neurótico, tardé como una semana en ponerme al día y leer todos los posts, pero valió la pena, se convirtió, durante un par de meses, en mi novela de la tarde. Ahora Elemental ya no mete 3 posts por día y yo me aburro. Antes me había pasado con el blog de Azul, que lei de un tirón en un par de tardes.
La cuestión es que soy una novelera, a mí me gusta enterarme de la vida de la gente. Llámenlo morbo, curiosidad o no tener tele para poder mirar gran hermano, pero a mí me copa leer a alguien que escribe lo que le pasa día a día, ya sea desde lo muy puntual y anecdótico o desde un lugar más sentimental y de introspección, yo compro.
También compro otras cosas, por supuesto, pero cuántos blogs como el de Bestiaria, por poner un ejemplo, hay dando vueltas por ahí? No muchos, lamentablemente.

Así que vamos, por qué no me recomiendan algún blog interesante?

lunes, septiembre 17, 2007

Bueno, que fui al cine, y a visitar a mi abuela que está muy pachucha la pobre. Y cociné una bolognesa que no podía más de rica, y un cerdo saltado con verduras que me alegró la tarde del sábado. Y leí muchos relatos de Roald Dahl y comí chocolate con pasas. Y vino Mr. Blonde a casa y me emborraché y me dijo, riéndose, que sí, que era una histérica más. Y el papá de Flor nos invitó a comer asado y me hizo tomar vino de prepo. Y hablé mucho tiempo con LlaveInglesa por teléfono, casi hasta quedarme dormida con el celular en altavoz sobre la almohada. Y caminé desde Independencia y Boedo hasta casa, con la lluvia dándome en la cara. Y arreglé con las roomates para ir a ver Inland Empire el miércoles. Y ahora lo único que quiero es dormir, tapada hasta la nariz, con Aimee Mann de fondo.

viernes, septiembre 14, 2007

Ayer tuve un "workshop" de comunicación. O sea, levantáte a las 7 de la mañana, olvidáte la billetera en la otra cartera, viajá como ganado y andá al club de Vicente López, a una cabaña para que dos tipitos, perdón, perdón, "facilitadores", te expliquen qué es la comunicación, qué es persuadir, qué es perceptividad. No te preocupes, es divertidísimo, hay "dinámicas" para que entiendas los conceptos estos.
No voy a hablar de la pobreza y chatura en las definiciones porque, es cierto, soy una rompebolas que estudió teoría de la comunicación en demasiadas materias, lo mismo que cosas como la perceptividad, el feedback y la escucha activa. El tema no fue ese, el problema fue tener que hacer este curso de 8 horas con 15 muchachos, ni una mujer. Todos muchachos. De sistemas. Todos nerds. Había uno que se ponía tan nervioso cuando quería decir algo que abría la boca demasiado grande y terminaba haciendo un gesto extrañísimo, ese me daba hasta ternura en algunos momentos. Otro que gritaba y opinaba sobre absolutamente todo, odio a los que opinan sobre todo sin tener ni idea, a ese le discutí cada puta frase. El que se sentó al lado mío era buena onda, como que el nerd de 30 años ya está medio de vuelta, encontró hobbies no relacionados con la seguridad informática y blah, esos me caen bien, me divierten, pero este había dejado de fumar hacía un par de semanas y trató de hacerme entrar en razones, que 15 cigarrillos por día era mucho y no sé cuántas cosas más.
La primera "dinámica" era hacer un dibujo sobre algo que nos representara, la mitad se dibujó a sí mismo con la laptop, algo realmente creepy. Otra era un juego en el que te vendaban los ojos, te ataban con una piola a tus compañeros y te daban directivas para levantar pelotitas del suelo, así que ahí estaba yo, vendada, atada a 10 tipos, agachándome para levantar pelotas. La última era hacer una canción sobre el "workshop", sin palabras.
Podría haber dicho que me dolía la muela y huir despavorida, pero me quedé y no canté un cuerno.

Y a la noche festejé Rosh Hashaná y comí demasiado.
Y me analista se va a vivir a Córdoba así que sólo nos quedan 3 sesiones juntos.
Y quiero matar a todos los yanquis que me reclaman cosas que no corresponden.
Y nadie quiere ir a ver conmigo Inland Empire al cine.

miércoles, septiembre 12, 2007

Ayer, mientras esperaba el tren, recibí un mensaje de texto, "Comprá unos prime azules" decía.
Siempre me agarra de sorpresa, para lo bueno y lo malo. A veces es sorpresa linda, un "y por qué no me escapo un par de horas del laburo y nos dormimos una siesta?". Otras me saca de quicio con sus crípticos "no voy a poder ir, estoy con un ataque de ansiedad" o "no creo que puedas entender qué me pasa, mejor lo dejamos acá" cuando acabo de bañarme, perfumarme y emperrarme para él.
Prime azules ya tenía en una repisita, así que hice el regreso a casa de todos los días, el Mitre hasta Barrancas y de ahí el 55, sin desviarme para ir a Farmacity (porque yo los forros los compro en Farmacity, no sé por qué, debe ser que de paso me compro cremas y jabones y chocolates) apurada, con una mezcla de ansiedad y perturbación.
El Domingo las cosas habían llegado a un terreno muy extraño cuando me contó que era fóbico. A espacios abiertos, a espacios cerrados, a los espacios que desconoce en general. Yo qué sé qué hacer con esas cosas. Qué se le dice a un tipo que iba a visitarte y de repente te salta con algo así? Podía mandarlo a freír churros, o a hacer terapia con un sistémico, o pedirle que volviera a aparecer en caso de curarse. Pero no, le dije que estaba todo bien, que yo estaba para lo que necesitara, que tenía una energía re linda y no sé cuántas cosas más. El Lunes me agradeció por messenger mi buena onda frente a la situación, que qué bueno que sea tan comprensiva y blah. Sí, soy re comprensiva, sí, no sabés. Soy re buena persona... Eso o soy una estúpida a la que si le dicen "tengo muchas patologías, aléjense todos de mí" se le prende una luz, y no roja precisamente, es más como un verde esperanza que dice "ADELANTE, DALE PARA ADELANTE". Y no, no estoy orgullosa de eso, es algo que hago sin darme cuenta, hasta que me doy cuenta.
Cuando iba por Parque Centenario, me preguntó la dirección exacta y me dijo que estaba saliendo. Llegué a casa y ordené el cuarto en 4 minutos, barrer, doblar la ropa tirada, prender Sai Baba, acomodar zapatos y hacer la cama. Me bañé en 10 minutos, con máscara para el volúmen y brillo incluída y mientras me ponía la pollera, sonó el timbre.
Hay algo raro en todo esto de vivir con mis amigas. Ellas tienen sus parejas relativamente estables que ya conozco y veo de vez en cuando, pero yo ya no tengo eso, llevar a alguien de quien me han escuchado hablar durante años y que lo vean en carne y hueso es todo un desafío a mis paranoias, a mi necesidad de mantener todo en secreto siempre. Saber que el famosísimo LlaveInglesa estaba esperando en la puerta de calle las hizo reírse de mí, de mi tensión evidente, del escote, de las llaves que se me caían de las manos.
Después de unas cuantas horas, después de charlar sobre los chamanes y los tatuajes, después de tirarle las cartas, de corroborar una vez más que tenemos una curiosidad y conocimiento del otro que permite absolutamente todo, y después de bajar a abrirle la puerta, pasé por la habitación de Flor, que estaba con Nat mirando la tele y comiendo dulce de leche.
Se burlaron de vuelta, pero esta vez de mi cara de paraíso en la tierra, de lo dificil que es imaginarse al muchacho este diciendo todas las barrabasadas que me sabe decir cuando menos lo espero, de la pinta de freak que tiene y de mi sonrisa embobada.
Y ante el típico "y? qué onda?" sólo pude contestar "es un amor".
Estoy en peligro.

martes, septiembre 11, 2007

Ok, las cosas toman un tinte extraño, aunque, debo reconocerlo, divertido.
Hoy llegué al laburo, abrí el messenger y me apareció una de esas ventanitas que te piden que agregues a alguien a tu lista. Era el primer chico con el que salí. Que me dejó por teléfono. Que hace un año y medio apareció pero no pasó nada. Y andá a saber para qué cuernos me volvió a agregar, pero a mí todo esto me huele raro.
A eso sumémosle que LlaveInglesa está completamente chiflado y cada vez que nos vemos es porque le agarra un ataque de celestitis que "no puede controlar", no importa que sea Lunes al mediodía o Jueves a las 3 de la mañana.
Hace cuatro años que se mantiene el mismo elenco estable, porque hay un par más que rondan por ahí, apareciendo periódicamente. Hay personajes invitados y apariciones estelares muy de vez en cuando, pero la storyline es más o menos la misma. Mi madre diría que todos estos tipos son algo así como mi familia karmática y que hay algo que yo tengo que aprender a resolver para poder seguir adelante. Una compañera del laburo dice que son todos unos huevones que vuelven a mí porque siempre dejo la puerta entreabierta por si las moscas. Yo no digo nada, a veces me rio de todo y otras maldigo a la sincronización, el loop constante y los ataques de ansiedad ajenos.
Por suerte, son más las veces que me rio.

lunes, septiembre 10, 2007

Una y otra vez. Algo debe estar muy mal en mi modo de obrar porque no la pego, es así de simple. No sale, no me sale. Y pasa por mí, y eso es conciente, pero no logro identificar cuál es el mecanismo específico que hace que las cosas no salgan como deberían salir.
Algunos dicen que es porque no creo en mí. Y en qué se supone que tengo que creer de mí? No quiero volver al argumento “es que nunca nadie me va a querer, no me lo merezco” que tanto usé los últimos diez años y ya está gastado. Qué sé yo si me lo merezco o no, qué sé yo si alguien me va a querer o no, seguramente sí.
Yo quiero otra cosa, quiero paz en el cuerpo. Y no sé si querer y ser correspondida me va a traer esa paz. Hasta ahora, cada vez que quise algo, eso no me trajo más que perturbación y síntomas de Dora wannabe. Quiero tranquilidad, que el pecho no se me haga un nudo 35 veces por día, que no me agarre la tos histérica, que ir al trabajo cada día no sea una tarea colosal. Poder ver una película de principio a fin sin tener que pararla a la mitad para ir a llorar contra la almohada, cantar sin estar corrigiéndome cada nota, caminar sin estar pendiente de la calle por la que voy por miedo a perderme, cocinar sin pensar que me pasé con la sal o la pimienta, llorar de una buena vez por todas. Coger con alguien que tenga ganas de pasarla bien y nada más, porque “nada más” no es poco si se le ponen ganas, pero coger toda la noche y todo el día siguiente, que me dejen atontada de orgasmos, que me hagan sentir que soy linda, o que soy puta o que soy mala, pero que me transmitan algo. La sensación en la piel es lo único que me hace perder el control, me muestra que algunas veces puedo ser increíble, inagotable, generosa y vulnerable.
Quiero comunicarme y ya me cansé de hablar en cara a cara, por teléfono, de chatear y de mandar y recibir mails. Quiero tocar, morder, chupar, acariciar, mirar.
Porque no soy solamente lo que digo que soy, soy más y mejor.

domingo, septiembre 09, 2007

Hace casi 4 meses que estoy sola pero recién hace un par de semanas me bajó la ficha de que estoy en el ruedo nuevamente. Hará cosa de un mes, medio que me di cuenta, pero me salió todo tan para el traste que me hice la tonta y seguí con mi soltería y disponibilidad negadas.

Si sigo haciendo cuentas, hace ya bastante que no salgo a lugares muy concurridos, o medio concurridos... o concurridos at all. Sí, que me quedo en casa fin de semana tras fin de semana, haraganeando con las chicas, o leyendo y viendo películas, o lo que sea que no implique mezclarme con multitudes de veinteañeros en plan levante.

Esto del elenco constante de hombres en mi vida tiene sus pros cuando me agarra la fobia social y no quiero ir a ver qué me deparan las noches de Sábado. Bueno, sí, la contra es que fomento mi aislamiento y que cómo voy a conocer a alguien y blah, no me jodan, cuando no quiero ver gente y me encierro en mi pequeño mundo me importa muy poco lo que me diga esa partecita (ita) de mí que siempre tiene todo tan claro.

Y a veces se me aparecen cosas, así, inesperadas y está re bueno, porque las sorpresas siempre están buenas y además tengo la oportunidad de decir "aaaaaaah, vieron que no tengo que salir de casa para vivir el romance?" y capaz por unos minutos me la creo. El problema es que las sorpresas estas vienen siempre con una vuelta de tuerca jodida, pero, claro "quién te quita lo bailado" dice esta otra parte de mí (no tan pequeña como la otra) que es fácil y ante la menor oportunidad revolea el corpiño. Lo bailado me lo quita que me confiesen que tienen novia después de haberme conquistado por completo, que me persigan día y noche con llamados y mensajes de texto, que me celen sin razón... esas cosas. Entonces, todo lo lindo de la sorpresa y el "ay, el amor puede estar a la vuelta de la esquina" se van por un agujero negro donde se esconden por un largo tiempo.

Otras veces me pasa que salgo de casa sin pensar y especular sobre todo esto y recibo la mañana del día siguiente con un chico en mi cama (ni un muchacho, ni un pibe, ni mucho menos un chabón) que me abraza, se rie de todo lo que digo y me da besos en la frente. Y yo pienso... "besos en la frente? hace 12 horas que te conozco y me das besos en la frente????". Esa es la parte de mí que se hace la cínica pero que en realidad se muere de miedo porque las cosas se le salen de control, de más está decir que esta es la que más espacio ocupa.

En una época hacía unos ejercicios en análisis (el de mi psique, no matemático) que más o menos se trataban de crear un diálogo entre todas estas partes. Yo tenía que cerrar los ojos porque si le llegaba a ver la cara al jungiano mientras hacía la paparruchada esa me agarraba un ataque de risa imparable. Era genial, nunca se ponían de acuerdo y yo terminaba preguntándole al pobre tipo "pero no seré esquizofrénica? No tendré que medicarme?". Me decía que no, que cómo decía tal pavada, pero yo qué sé, siempre le esquivé a cursar psicopato y no me iba a quedar con la duda atragantada.

Ratifico lo que vengo diciendo desde hace semanas, yo no quiero un novio. A lo sumo, un amante.
Pero más que un amante, un analista.

viernes, septiembre 07, 2007

Voy a la librería y nunca sé qué llevarme, estoy con bloqueo de lectora. Termino comprando cosas de los autores que ya sé que me gustan y eso está bien, pero hace meses que no leo nada nuevo. Hace un par de semanas me había comprado la narrativa completa de Dorothy Parker y gustó, mucho, pero después ya no supe qué comprar. Me prestaron uno de Boris Vian pero no me convenció del todo. No estoy de humor para Banana Yoshimoto, John Irving a veces me cansa un poco, de Auster ya lei todo, no consigo un par de cosas de Hornby que me faltan y no sé, ando quisquillosa.

Ayer, después del trabajo, pasé por Cúspide porque tenía muchos puntos para canjear y volví a casa con uno de relatos de Bukowski y otro que me habían dicho que estaba bueno pero que ya ni me acuerdo cómo se llama... La verdad es que me gusta mucho Bukowski y más que nada los relatos. Cuando tenía catorce o quince años mi papá me leyó una poesía de Bukowski, me flasheó mal y desde ahí fui leyendo todo lo de él, muy de a poco. Es lindo cuando pasan diez años y los gustos por ciertas cosas no cambian. Ponele, yo a los trece leía a García Márquez y Hermann Hesse día y noche, pero ahora a García Márquez te lo tiro por la cabeza y si bien a Hesse le tengo todo el respeto del mundo, es casi imposible que me vuelva a copar con Siddharta o Demian. Entonces, hoy venía al trabajo en el 55 y me reía sola con la historia de una treintañera divorciada que se había casado con un indio caníbal porque la tenía enorme y se lo había llevado a Los Angeles pero el chabón ya estaba podrido de tanto garchar y lo único que hacía era tomar oporto de la botella. Se ve que me conformo con poco para reírme un rato.

Bueno, a ver si alguien me recomienda algo para leer. Y si de paso quieren, alguna película.

jueves, septiembre 06, 2007

Porque dicen que no desaparece ni se pierde, que se transforma. Cada vez que me desmoralizaba o sentía que las cosas se me iban fuera del alcance, recordaba ese principio de la naturaleza, enarbolaba una teoría ad hoc y una parte de mí se tranquilizaba, por lo menos por un rato.
Yo tenía (tengo) esta cantidad de sustancia/energía/cosa que se me resbalaba de las manos. No sé en qué momento exacto tomé conciencia de su existencia, a veces digo que fue un 25 de Mayo después de ver un corto malísimo en i-sat, otras, afirmo que fue una noche de Abril, lluviosa, mientras me daban la mano y el pecho se me congestionaba. No creo que importe demasiado la fecha o el lugar, eso es parte del anecdotario, la realidad es que siempre estuvo. Con diferentes formas, le puse distintos nombres, cada analista que me tuvo como paciente lo abordó a su manera, pero siempre se trata de lo mismo, lo mismo disfrazado de hombre, de padre, de compañerito de colegio, de primo, de galán de telenovela, lo mismo de incógnito, pero lo mismo al fin.
Un buen día decidí tomar cartas en el asunto, que lo iba a dominar. Viéndolo a la distancia, era como el coyote y el correcaminos, el goce en el intento sistemático que está destinado a ser fallido. Así lo perseguí, como loca, durante un par de años, estando más pendiente de las desventuras que me generaba, de la escena que se creaba a partir de mi capricho de tener todo bajo control, que de cómo eso me iba transformando a mí, cómo dejaba de ser Celeste para convertirme en otra cosa, muy rara, muy enferma y triste. Tuve que tomar coraje y reconocer que, por el momento, lo tenía que dejar ir de vuelta, todavía no estaba capacitada para enfrentarme a las consecuencias de tenerlo atado.
Creo que ahora tampoco estoy preparada para enfrentarme a ese deseo de/sustancia/energía/cosa que se me resbala de las manos, pero sí mucho mejor entrenada, es por eso que tuve la necesidad de crear esta instancia intermedia, un gris que me permitiera estar tranquila conmigo misma al saber que no le estaba dando la espalda nuevamente.
Lo bueno de todo este proceso fue haber desarrollado una capacidad de adaptabilidad enorme, una cintura para esquivar ciertas cosas que hasta a mí me sorprende, una fortaleza disfrazada de desinterés. Menos mal, porque el corazón se me rompe una y otra vez, de otra manera, sin toda esta fuerza que andá a saber de dónde saqué, me volvería loca. Me rompe el corazón y no descansa, siempre está listo para atacarme cuando pienso que las aguas están tranquilas. Y hace poco me golpeó de vuelta, esta vez me tomó completamente desprevenida, bajo un cuerpo que pensé que conocía un poco más, pero parece que no. Y me devolvieron un regalo que yo había preparado con esmero, ahora roto, sin valor.
La cosa esta es como un animalito salvaje que nunca se cansa. Y ya estoy toda mordida y pateada y llena de rasguños. Pero lo estoy aprendiendo a domar.

miércoles, septiembre 05, 2007

Against all odds, terminé creyendo en la amistad entre el hombre y la mujer.

Igual, me duele el pecho, la tos volvió triunfal y le tengo un miedo terrible a la melancolía.


Una vez me escribió "Un beso, nunca una flor, la no caricia, el sol". Ni él se debe acordar. Y ahora entiendo todo.

Lo quiero más de lo que mi cabeza puede tolerar.