domingo, junio 28, 2009

Falta sinceridad, falta lo auténtico. En mi vida, en mis relaciones, incluso en este blog. De hecho, este blog es el gran alimento de mis máscaras, un espacio de "expresión" que se convirtió en uno de pura especulación.
Voy a hacerme la boluda y dejármelo pasar, por lo menos por esta vez. Pero no me olvido, no me olvido de que si algún día se me ocurriera decir, gritar y escribir lo que realmente tengo ganas de decir, gritar y escribir... Bueno, no sé si estaría preparada para enfrentarme a las consecuencias. Todavía me falta hacerme un poco más tolerante al fracaso.
Y en eso estoy, frenándome, aplacando el movimiento. Porque cada movimiento puede ser un paso falso (no "en falso"). Lo peor son estas ganas de moverme que tengo, la necesidad de salir y decirle a todo el mundo lo que siento, lo que pienso, zarandear a un par, putear a unos cuantos, cogerme a otros tantos, alejarme para siempre de alguna y generar el reencuentro con alguno.
Pero no, quieta, Cel.
Primero lo primero, sentirme auténtica por lo menos cuando estoy conmigo, a solas. Nada de alienarme con rituales gastronómicos, siestas interminables, películas y novelas policiales.
Después, después veremos.
Podría decir "después, agarrate Catalina, no me para nadie". Pero no estoy tan segura.

viernes, junio 26, 2009

06:39 am
Me despierto después de haber soñado andá a saber qué porque me pongo a pensar que es un asco comerse una milanesa con mayonesa untando la mayonesa en toda la superficie de la milanesa. Me imagino una milanesa en un plato, y arriba de la milanesa, mayonesa, como si fuera manteca sobre una tostada. Pienso también que se come milanesa con mayonesa cortando el bocado, pinchándolo en el tenedor, agarrando con el cuchillo la cantidad deseada de aderezo y uniendo ambos antes de pegar el tarascón.
Cuando volví a mirar el reloj eran las 7 de la mañana.
20 minutos de mi vida pensando en milanesas y mayonesa.

Nota mental: dejar de fumar porro antes de irme a dormir. O mejor, conseguirme un amante cama adentro, si me despertara a las seis y media de la mañana y tuviera un cuerpo calentito al lado, no usarìa el tiempo para pensar boludeces.

domingo, junio 21, 2009

Casa de Lau - porro - 64 - casa de Ale - cerveza - empanadas - novio facho de Ale - miradas cruzadas - ride a San Telmo - fiesta latinoide - muchacho con parecido asombroso a un lector del blog - más cerveza - más porro - boliche hiphopero africano - más cerveza - bailes desenfrenados - tarados con gorritas y buzos enormes - lluvia de africanos - taxi - "el taxista nos está paseando" - casa de Lau - bajón vegetariano - bajón de cheesecake - "¿de veras el sexo era tan malo?" - "no era malo, Lau, era corto, más o menos lo mismo" - noni - resaca - caminata - "feliz día, papá" - subte - "feliz día, abuelo" - comida de abuela - siesta en el sillón - 141 - casa - más siesta - llamado inoportuno - llamado a dedé - ducha - 141 - casa de dedé - post

viernes, junio 19, 2009

Estoy durmiendo demasiado. Nueve horas por día me parece demasiado, un exceso. Si realmente lo necesitara, si tuviera un trabajo agotador, si estudiara al 100%, lo entendería; pero no. Dormir es lo que menos me cuesta, me escapo durmiendo. Si supiera exactamente de qué es lo que me escapo, estaría todo fenómeno, pero tampoco, puras sospechas.
Entonces cuando puse la alarma del celular ayer a la noche, me pregunté ¿por qué dormir tanto? y no me contesté. Volví a interrogar esta mañana cada vez que activé el snooze (8 veces) y tampoco me di una respuesta satisfactoria.
Lo pregunto ahora, frente a la computadora esta y con el gato apoyado en la espalda, y, ay, cuántas cosas empiezan a cruzarse.
Será que me escapo de. Las búsquedas que quedan en la nada. La excitación efímera que deja un vacío tremendo cuando se va. Lo potencial que siempre queda ahí, en pura promesa. La sombra de la resignificación del pasado. La falta de una guía. Fiona Apple. Las certezas absurdas que me persiguen desde chica. La sensación de satisfacción en la más absoluta soledad. El alejamiento de los seres queridos. La falta de acercamiento de los otros seres. Las pocas ganas de salir a reestablecer contacto. La comodidad peligrosa de mi cuarto, sus músicas, sus pijamas cómodos y sus películas. La ansiedad de tatuarme toda. La imposibilidad de llanto. El deseo de querer expresarlo todo, decirlo todo, aún sabiendo que no tengo las pelotas para enfrentarme a las consecuencias.
Podría bajar las escaleras, preguntarle a Nat si tiene un ratito para charlar y mantener una conversación de verdad; pero no. Mejor me meto debajo de las colchas y abro un libro.

miércoles, junio 17, 2009

No lavo la ropa en mi casa, no hay lavarropas, me da fiaca lavar a mano; para eso está el lavadero. Desde que me mudé fui siempre al mismo, a la vuelta de casa. Siempre me atendía María, una chilena divina que siempre me halagaba los sweaters y me decía "qué rico perfume, Celeste, ¿cuál es?". Me secaba en una percha la ropa delicada que no convenía meter en la secadora y me tenía las cosas listas para cuando yo las necesitara. Pero -qué tragedia- ayer llevé dos bolsas enormes de sábanas, toallas y pantalones y ya no estaba María, me atendió una mujer oriental. Salí del local desilusionada, sabiendo que la china (o coreana, o taiwanesa) no me iba a cuidar la ropa como María. Nadie nunca cuidó mi ropa como María, ni siquiera mi madre.
Hoy fui de mala gana hasta el lavadero a buscar mis bolsas. No me atendió la china, me atendió el que debe ser el marido. Salido de una peli de Kim Ki-duk. Rasgos armónicos, altura considerable, pelo medianamente largo, prolijamente atado, polera negra, postura elegante. Una cosa de locos.
Medio pinta de mafioso, sí, pero en mis fantasías eso es un plus.

martes, junio 16, 2009

- No sé, boluda, se me hace medio cuesta arriba esto de que me guste alguien.
- De eso hablábamos con Damián el otro día.
- ¿De que cuesta?
- No. De que a vos te cuesta.
- ¿Tu novio y vos se pusieron a hablar de que a mí me cuesta encontrar un chico que me guste mucho y no sea tan inaccesible y me cuide un poco?
- Sí.


Parece que Damián y mi amiga Ani, opinan que debería apuntar a tipos menos inteligentes. Sí, usando ese término, "inteligente". Al parecer, debería tirarme hacia el terreno de los chicos de barrio que nunca hicieron psicoanálisis y que si les digo "mujer fálica" se ríen y piensan en travestis.

domingo, junio 14, 2009

Como oxidada. Así estoy. Mis últimos encuentros fueron revolcones charladísimos y planeadísimos o bien explosiones libidinales por haber andado bailando ritmos latinos emergentes, las caderas pegadas, el bamboleo, esas cosas. Todo muy rápido, a los bifes de una. Me gustan los bifes de una.
El problema aparece cuando me doy cuenta de que estoy sentada desde hace casi seis horas en un bar, con un muchacho que es gracioso, tiene un modo de hablar que transmite paz y se vuelve de lo más apetecible cada vez que sonríe. Aparece también el más claro indicio de que el otro me gusta un poco, una ñoñez que no puedo evitar: me imagino despertándome al lado de ese otro, me imagino satisfecha al ver su cara. Ahí aparecen, además, los interrogantes, todos juntos, me invaden, me hacen perder por un par de segundos la mirada y la atención.
¿Qué onda el flaco? ¿Le gusto? Son como las 5 de la mañana y estamos acá desde las 11 y media, ¿se supone que es una señal de que está todo bien? ¿Todo el mundo se maneja con mis parámetros de tolerancia? ¿Por qué me embarco en estas cosas? ¿El chabón se bancaría 6 horas de charla si no le gustara? ¿Este no será el que googleaba mi mail? ¿Me mira buena onda o me mira libidinosamente? ¿Qué onda? ¿Qué onda?
Ya en la calle, me ofrece un caramelo, se come uno él y me acuerdo de alguna compañera del secundario exponiendo la teoría esa que dice que si un pibe te da un caramelo o un chicle, en un contexto que dé a pensar que podría llegar a haber atracción, es porque planea besarte en breve. Todo demasiado montaña rusa, ¡peor! todo demasiado clave de sol. Si a los 26 años me puedo dar el lujo de creer en este tipo de señales pelotudísimas, mejor es que siga con los revolcones planeados y los a-los-bifes-de-una.
Miento y digo que me voy a tomar el colectivo, sólo para ver si en el par de cuadras hasta la parada me sorprende con algo; hace demasiado frío, termino parando un taxi.
Mientras camino por el pasillo oscurísimo que me lleva hasta la puerta de casa, pienso un poco más, pero ya no me pregunto.
Ponele que el tipo es tímido.
No, mejor ponele que, simplemente, no le gusto tanto.

jueves, junio 11, 2009

Mates en lo de mi abuela, con mi madre.

Madre: ¿Sabés adónde tenés que ir?
Yo: ¿Adónde tengo que ir para qué?
Madre: A las fiestas que hacen las colectividades. Para conocer a algún chico.
Yo: ¿Qué?
Madre: Ahí podés conocer a algún chico serio, para ponerte de novia.
Yo: Estás demente. Primero, que no pertenecemos a ninguna colectividad. Segundo, que no me quiero poner de novia, y tercero, menos con un chico serio.
Madre: Vos das judía, española, armenia, italiana...
Yo: Que tenga muchos rulos, haya estudiado psicología y me haya criado en Villa Crespo no me hace dar judía, mamá. Dejate de joder, que a los tipos me los busco donde a mí me gusta encontrarlos.
Abuela: Eso, Patricia, dejala. Ella es salvaje como yo. Si yo no me hubiera casado tan joven...

De repente, me sentí en un capítulo de The Nanny.

martes, junio 09, 2009

5 pequeñas (grandes) alegrías laborales.

- Que los clientes le digan a mi jefe que soy "un amor" (sic).
- "Me encantó el que me recomendaste el otro día. ¿Qué me puedo llevar hoy?"
- Sumergirme en los usados y encontrar joyitas. Los últimos hallazgos: Madrenoche de Vonnegut; una edición buenísima de Física, Aventura del Pensamiento de Einstein; una edición viejísima de El Segundo Sexo, de la gran Simone.
- Quedarme horas revisando libros que, de no trabajar acá, nunca llegaría a tocar. Los Caballeros las Prefieren Brutas, ponele.
- Abrir los pedidos de Anagrama.

domingo, junio 07, 2009

- Che, me voy a mi casa.
- ¿Y no querés llevarme con vos?
- Y... ganas no me faltan, es que es todo un bardo, mi cuarto es un GRAN bardo.
- A mí no me molesta.
- Bueno, dale. Vamos.

Al chico de rastas largas cosecha 85 no le molesta el desorden. Mientras estoy en el baño, prende un sahumerio y enchufa su aparatito de mp3 a mis parlantes, una banda de música del altiplano y canciones de protesta. Es todo tan hippie. Él es TAN hippie. A mí no me alcanza con ser hija de hippies, no estoy a la altura de las circunstancias. Yo no me voy de viaje por Latinoamérica dentro de un mes, ni tengo esa buena onda por default dirigida a quien quiera recibirla. Igual, nos entendemos. Es fuerte, es grandote, agarra, atrapa, conquista territorio. Es muy hippie, pero igual me gusta.
Cuando me despierto, son las 12 y él se tiene que ir. Una despedida hippie. "Buena vida", un abrazo largo, esas cosas.
En la cocina, mientras trato de domar los pelos revueltos y no me gasto en disimular la sonrisa pegada a la boca, Ani me prepara un capuccino. Me dice que siempre me los busco altos, grandotes. Yo le digo que, si hay actitud, me gustan todos.

sábado, junio 06, 2009

Entonces cuando me vienen con eso de "seguro que antes te lastimaron mucho..." seguido de algún "pero" y una promesa de cuidarme o lo que sea que piensen que necesito. Yo asiento y después digo algo bien trillado, algo bien de despechada, como para no desentonar. Revivo en ese momento un montón de cosas, se me aparecen imágenes, caras, diálogos en stereo, sensaciones, nudos de angustia. Me pongo mal en serio y, claro, así es imposible que pueda seguir una conversación coherente; ya subí la guardia, estamos todos perdidos.
Esta última vez, algo cambió. Digo, vinieron las sensaciones, los recuerdos, el dolor, el dedo metiéndose en la llaga; pero un par de horas después, la revelación. No me lastimaron tanto. Eso, así de simple. No-me-lastimaron-tanto. Mi sufrimiento no es proporcional al daño real que me puedan haber hecho; de hecho, siempre fui yo la que lastimó peor. Y, oh sorpresa, qué negadora que soy que nunca hablo de esas cagadas que me mandé yo.
Puedo decir "Tomás me dejó de un día para el otro". Nunca me acuerdo de que el último día que nos vimos antes de que me cortara, había leído el diario que a veces dejo debajo de la almohada; el diario que decía que hacía 3 meses había cogido con Mr. Blonde, entre otras cosas.
También puedo decir "Mr. Blonde nunca me valoró lo suficiente". Nunca saco a colación que lo nuestro entró en verdadera cuesta abajo cuando encontró en su computadora historiales de msn míos, hablando guarradas irrepetibles con LlaveInglesa. Tampoco tengo en cuenta que cada vez que hice algo que sabía que lo lastimaría, desaparecí. Me borré.
Una vez Mr. Blonde fue muy gráfico al respecto. Es como si no pudiera caminar sin tener que tropezarme cada tanto. Eso soy, una chica que tropieza. No me tiro al suelo, tampoco me deslizo, fluída, por la vida. Me trastabillo, me mando cagadas y después me cuesta hacerme cargo. No puedo entender que al otro realmente le afecte lo que yo haga o deje de hacer, por eso voy doblando la apuesta, me mando cagadas cada vez peores, sólo para ver si el otro reacciona o no. Lo más trágico del asunto es que siempre reaccionan, y cuando lo hacen, me olvidó automáticamente del hecho que causó la reacción.
Por eso, ahora lo entiendo, cuando vienen con la cháchara del "yo te voy a cuidar" se me revoluciona todo. Porque siempre supe que no son ellos los que se tienen que manejar con delicadeza. Siempre supe que si un tipo se disponía a "cuidarme" iba a tener que aprender a cuidarme a mí de mí misma. Y ahí, agarrate Catalina.

viernes, junio 05, 2009

Y tampoco llamó el Miércoles. El Miércoles era el día indicado para llamar, pero por supuesto, no lo hizo. Tampoco me sorprende, son todos culpables hasta que demuestren lo contrario.
Llamó recién ayer, mientras estaba en la librería, pero no lo pude atender porque me había olvidado el celular sobre la cama.
Hubo un cruce insulso de sms. Yo tampoco le puse mucha onda, debo reconocer. Justo había prendido uno y le había dado play a Pineapple Express. De todos modos, que Seth Rogen y un porro fueran mi prioridad en ese momento, no es buen indicio.
Me parece que a los dos se nos fueron las ganas.

miércoles, junio 03, 2009

Madrugada del Martes.
- Bueno, ¿qué te parece si mañana te llamo y vemos de tomar una cerveza?
- ¿¿¿Mañana???
- Hey, ¿qué dije? ¿por qué ponés esa cara?
- No sé, ¿no es como muy pronto mañana?
- Tranquila, mujer, no te escandalices.

Y hoy, mientras me recuperaba de la resaca y armaba una devolución a una editorial, relojeaba el celular a ver si llegaba algún mensaje.
Lo peor es que si me llegaba a llamar, me iba a caer mal, me iba a sentir sofocada. Pero como no llamó, me siento poco deseada, abandonada.
A veces no le puedo echar la culpa a las hormonas de ciertas cosas. A veces me odio un poquito a mí misma.

martes, junio 02, 2009

Media hora después de habernos hecho las cancheras con "pero cómo ¿los hombres no piensan con la pija, acaso?" bien sabiendo que no siempre es verdad, me cruzo con mi némesis, con el hombre de ojos dulces que todo lo puede, que no se deja amedrentar por mis rechazos, que me mira a los ojos y me dice cosas que hace demasiado no escuchaba.
Hablamos de Eternal Sunshine of the Spotless Mind, de ser o no vegetarianos, y de que habría que tomar una cerveza juntos. Pero sin dejar de esquivarlo, sin dejar de sentirme un poco (demasiado) expuesta.
Cuando vuelvo en el taxi le explico, para eso está la tecnología, que no sé cómo es que hace cuando una se siente así de vulnerable, que no siempre sé cómo manejarme.
Él me dice que no tiene palabras, que solo quiere cuidarme y conocerme.
Yo escribo este post, pero no le contesto el mensaje.

lunes, junio 01, 2009

Ayer, en el living de lo de Dedé.
Ella hacía ejercicios de derivadas y yo me metía en foros ñoños para ver qué teorías tienen los yanquis sobre Lost.
Ella revisaba mails, enviaba maldiciones a sujetos tibios y esquivos y yo daba explicaciones innecesarias a un chabón que no parecía entender que no-es-no.
Ella se despachaba con alguna puteada contra uba xxi y yo ponía cara de comprensión y asentía.
Y en un momento, iluminado, miró hacía algún punto en el techo y dijo "¿Desde cuándo es que los hombres dejaron de pensar con la pija?"
No pude más que aplaudirla.