Hace unas semanas un amigo del otrora mundo-blog me decía que garchar seguido hace que pares de escribir. Unos días después, nos preguntábamos con mi amiga Nat si es posible desprenderse del miedo a lo cursi y entregarse a la marea melosa del relato de lo feliz.
No sé si coger todas las semanas y estar enamorada me hace escribir menos. Tampoco sé qué pasaría si intentara reflejar en textos todas las cosas que me han venido pasando. Sí sé que cada vez que me siento con intenciones de escribir, me da la sensación de que perdí mi voz. Era una voz que quizás no se arriesgaba demasiado y que tenía mucho de pose, pero era mía; y nos queríamos.
Entonces, temo quedar atrapada en este limbo de no poder ser la misma de antes -siempre hambrienta, metabolizando el deseo en la carencia- y tampoco saber para qué lado disparar o qué herramientas agarrar.
Entonces, escribo sobre escribir, que es lo único que me genera angustia y confusión.
Y, no sé, creo que me gusta.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.