jueves, febrero 26, 2009

"¿Qué pasó con rulitos?" me preguntó Geneve y yo me hice la tarada. Al rato, lo mismo, y justo Sol empezó a hablar de la pena de muerte (¿cuántas veces vamos a tener la bendita charla sobre la pena de muerte?). A la tercera no me pude escapar, tuve que contar.
Explicar qué (no) paso con rulitos es un engorro. Es de esas cosas montaña-rusa (no la experiencia adrenalínica, sino el programa de tele que veía religiosamente a los 11 años), me-dijo/le-dije/no-sé-qué-onda-el-pibe, en las que caigo indefectiblemente. Es que no me sé manejar; oscilo entre la inadaptación absoluta al medio (entendiéndo por "medio" al sexo masculino) y unos aires de femme fatale que no dejan de sorprenderme.
Sol agitaba las manos y decía "Decile que tenés una estela en sagitario".
Dedé corregía a Sol. "No es estela, es stellium".
Geneve no paraba de reírse. "¿Cómo le vas a decir que si el universo los cruza le seguís contando? Sos una boluda".
Yo revoleaba los ojos. "Ya sé, ya sé. No me entero de nada".

domingo, febrero 22, 2009

¿Alguien se acuerda de El Joven Frankenstein? Esa, la de Mel Brooks.
En una escena (que me hizo recordar José Pablo Feinmann, obvio; de otra manera, nunca habría retornado a la memoria) Gene Wilder y Marty Feldman están desenterrando un cadáver. Uno le dice al otro algo así como "esto es horrible". Y el otro contesta "podría ser peor, podría estar lloviendo".
Ayer, cinco minutos después de haberme enterado de que me quedaba sin trabajo, se largó a llover. Y no paró por, no sé, ¿doce horas?.
Después le decía a DD, tal vez ahora conozco a alguien interesante. Digo, no se lo puede tener todo. Capaz que la providencia decide mandarme un amante a cambio de quedarme desempleada por un rato. Yo hago negocio, eh.
Entonces me quedé viendo Sex & the City hasta andá a saber qué hora, porque eso es lo que hago cuando me pongo un poco triste: hacer todo lo posible para ponerme más triste todavía. Sí, Sex & the City me pone triste por motivos muy personales que hoy no voy a explicar.
Cuando me desperté, seguía lloviendo.

martes, febrero 17, 2009

Lo de La Plata no cuajó.
Claro, todo el mundo me decía "¿cómo vas a hacer?" y yo me hacía la estoica, ponía cara de omnipotencia y decía "me voy a tener que romper el culo, pero voy a poder".
Y los primeros días fueron fantásticos, pero llegó el primer fin de semana y con él, una depresión insostenible. Levantarse a las 5.30 am y llegar a casa a las 9pm es algo que puede hacer una determinada clase de gente, no yo.
No quiero ese tipo de vida, no quiero dejar de cenar con mis amigas por tener que ir a dormir a las 11 de la noche. No quiero gastar un tercio de mi sueldo en viáticos. No quiero pagar un alquiler para estar en mi casa sólo un para de horas por día. No quiero mudarme a La Plata. No quiero vivir en el agotamiento.
Así que una noche de pura neurosis me quedé dando vueltas en la cama hasta que decidí que no, que no tenía por qué sostener una decisión por el simple hecho de haber dicho "yo puedo" en el pasado. Porque ponele que sí puedo, pero no quiero.
Entonces, vuelvo al plan original; al combo Edición-Letras.
Y veremos qué pasa.

viernes, febrero 13, 2009

D: ¿Vos te das cuenta? Todo lo que una hace para ser diferente... Y al fi...
C: Ese podría ser el título de tu biografía, Dedé. "Todo lo que una hace para ser diferente".
D: Totalmente.
C: ¿Y la mía cómo se llamaría?
D: Ehmm.....
C: Dale... una frase que me describa.
D: Dejame pensar...
C: ...
D: ...
C: ...
D: ¡Ah! ¡Ya sé!
C: A ver...
D: "Ay, sí... Y a mí qué me chupa". Con puntos suspensivos después del "Ay, sí".
C: ¿En serio?
D: Vos decís mucho eso. "Fulano blablabla... ay sí... a mí qué me chupa".
C: ¿En serio?
D: Sí.
C: Mirá vos.

lunes, febrero 09, 2009

Hace un año y medio había encontrado en la casa de mi abuela el diario que tuve desde marzo hasta agosto de 2004. Al principio me reí mucho; de hecho, llame al Innombrable (a.k.a Mr Blonde) para que nos riéramos juntos, porque, claro, era todo sobre él.
La cuestión es que en esa segunda leída, con él ahí al lado mío, me agarró una especie de angustia. Yo había sufrido muchísimo esos primeros meses después de conocernos (y los siguientes, y los siguientes también) y si bien había un montón de cosas que ya estaban superadas, había otro montón que no tanto.
Entonces, después de leérselo, agarré y metí el cuaderno en una alacena de la cocina y olvidé su existencia.
Ayer, buscando lentejas para hacerme una ensalada, lo encontré.
Todavía no me recupero.
Creo que en este mismo estado estaba Fiona Apple cuando escribió todas sus canciones despechadas.

viernes, febrero 06, 2009

Así, como bumerang.
Durante 6 meses la misma respuesta de mi parte "no, me parece que mejor me quedo en casa mirando una peli". Y ahora, que la televisión está rota, Flor en Cabo Polonio y Nat en alguna localidad del lejano oeste, se me ocurre que quiero salir; entonces manoteo el celular y empiezo el recorrido habitual. Una amiga que no está en su casa, otra está con el novio, otras dos están en un cumpleaños al que no sé ni cómo llegar. Ya no hay más mujeres, todo dice que voy a tener que empezar a probar con los hombres, pero claro, el único amigo que tengo está de retiro espiritual en Neuquén. Tomo coraje y tiro un par de propuestas, pero nada, nadie puede. Tengo ganas de tomar más coraje aun y proponer a esos con los que realmente me gustaría estar en la terraza hasta que se haga de día, pero hoy no estoy preparada para tanto rechazo.
Y después de una semana de viajar casi cuatro horas por día, de niños recién salidos de la escuela secundaria, Lamarck, el número de oro, notación científica y la masa atómica de la puta que los parió, lo único que quiero es salir.
Pero no.
Justo hoy al universo se le ocurre devolverme frisbee.

miércoles, febrero 04, 2009

Flor se muda en Abril, me quedo sin roomate y sin perra Elvira. Nat no sabe si va a querer renovar contrato o no. Tal vez venga vivir con nosotras la hermana de Flor, tal vez no. Sol se mudó a la vuelta de su casa. Dedé sigue buscando trabajo. Lau se va de vacaciones a lugares extrañísimos. Yo empecé la facultad y es todo raro. Mi papá se va a Mar del Plata lo que resta del verano por un laburo increíble, y mamá lo acompaña. Mi hermana piensa que necesita atención psiquiátrica. Mi abuela necesita atención psiquiátrica. Yo necesito atención.
Son demasiadas cosas, demasiados cambios, y todavía no puedo entender qué me genera todo esto, salvo la angustua; pero la angustia es casi una constante, ya ni la cuento.
Son demasiadas cosas, adentro, afuera, y es como si estuviera viendo una película.
Tuve un sueño, hace escasos minutos, en el que Macri era pariente político mio y que me lo quería levantar.
Hubo una escena especialmente cachonda en la que yo me acercaba mucho y le preguntaba si necesitaba algo del supermercado. Él me contestaba al oído "leche chocolatada".