sábado, agosto 28, 2010

No sé si es porque dormí apenas 3 horas o si me da vergüenza reconocer ciertas cuestiones, pero la cosa es que podría escribir los versos más felices este mediodía y no me termino de animar. De veras, versos ("the horror", diría Conrad). Podría escribir poesías -etéreas, eternas- inspiradas en la salsa taratur y las berenjenas ahumadas; odas al modo ese que tiene de tocarme. Panegírica estoy y no me reconozco. Mejor agarro mi cuadernito y que nadie se entere de nada.


En otro orden de cosas, un muchacho con el que me vi un par de veces el año pasado SE DISCULPÖ por haberse borrado sin haber dicho siquiera chau. ¿Entienden la envergadura del asunto? Probablemente no, porque seguro que ustedes no tuvieron los primeros siete meses del 2010 minados de desaparecidos en acción, pero como yo sí, y sufrí como una marrana, se me llenó el corazón de gratitud ante tan noble gesto.


Me voy a dormir la siesta.

jueves, agosto 26, 2010

Ayer mientras mi hermana lustraba sus botas -sí, mi hermana lustra sus botas- y yo le explicaba cómo se hace una rica vinagreta para una ensalada, nos dimos cuenta de que nuestra madre es buena cocinera, pero tampoco la pavada. Y qué golpe tan tremendo ¿no? Porque una va por la vida asegurándole a la gente que no-sabés-cómo-cocina-mi-vieja, creyendo que Doña Petrona parió este cuerpito y resulta que no. Resulta que la lechuga sólo con aceite y sal y el puré sin nuez moscada. ¡El puré sin nuez moscada! Eso sí, la tortilla de papas, una maravilla; y ni hablar de las masas de pizza y tarta. Digo, mi madre es una madre como cualquier madre, que a veces cocina un pernil de cerdo durante 14 hs para festejar Año Nuevo y otras hace una polenta que podría usarse para fabricar ladrillos.
Pensaba en esto hoy, mientras buscaba tahini por todo Caballito, desesperada. Después la gente se sorprende cuando digo que mi barrio favorito es Villa Crespo; sólo tengo tres cosas para decir al respecto: sanguchitos de pastrón y pepino en cualquier panadería, pletzalej realmente decentes y el barcito de la esquina de Sarmiento y Río de Janeiro donde se pueden avistar estudiantes de Ciencia Política. De más está decir que me fui a tres negocios de cosas ricas y a dos dietéticas y del tahini ni noticias. Recién a dos cuadras de la librería, en el árabe buena onda que me provee almuerzos en forma de sandwichs de falafel, conseguí un bendito frasco.
Así que mañana me levanto tempranito para preparar el hummus y la pasta de berenjenas, el pollo con salsa de yogurt que completará la cena romántica se preparará en el momento. También festejo que Dedé se muda en octubre a casa comprando moldes para muffins.

El día que mi hermana se convirtió ofcialmente en roomate, fuimos al bazar y compramos, entre otras cosas, una tartera.

Hijas de nuestra madre, nietas de nuestros abuelos. Es inevitable.

sábado, agosto 21, 2010

Me levanté sola, después de ocho reglamentarias horas de sueño; de buen humor a pesar de los sueños perturbadores que había tenido. Le di de comer a Plutón, me comí una mandarina y me fui a bañar. Con la sensación de "es, oficialmente, un nuevo día" me enjogginé y me fui hasta el lavadero. La señora oriental -yo creo que es coreana, pero no la tengo muy clara con los taiwaneses todavía, así que por las dudas no arriesgo- que lava mi ropa y me atiende siempre con una sonrisa enorme estaba con el esposo, ese que parece salido de una peli de Kim ki duk y activa lo más pecaminoso de mi imaginación. Me gusta porque se nota que se llevan bien, que dividen tareas y que se sonríen mientras le tiran suavizante a los lavados de acolchados de la clase media caballitense. Pagué lo que me correspondía y caminé por Formosa con mis dos bolsas repletas y la mirada hacia arriba. Y durante una cuadra y media mi cabeza se llenó de pajaritos. Porque a veces me inunda la gratitud y no puedo parar de pensar en cosas lindas, de verle el costado positivo a todo. Entonces se me puebla el pensamiento con bichos afelpados, cupcakes, guirnaldas, y papel picado. Y qué lindo día, qué lindo agosto, qué lindo que llegue la primavera, qué lindo tener toda la ropa limpia, qué lindos los coreanos (o taiwaneses), qué lindo que ella use ojotas con medias y no le importe nada, qué lindo que él use esas poleras de mafioso cool que tan bien le quedan, qué lindo qué lindo qué lindo, qué lindo ponerme mi pollera azul y mi saquito rojo, qué lindo ver esta noche a un chico tan lindo, qué lindos los pajaritos, qué linda la vida, qué linda mi vida.
Y de repente, PUMBA, siento cómo mi pie derecho se resbala, siento mi rodilla izquierda flexionarse para evitar darme la cara contra la vereda. Lo próximo fue estar ya parándome, sin detenerme a mirar para atrás. Caminé rengueando los dos metros que me separaban de mi casa. A los diez minutos -después de haberme lavado el tremendo raspón- ya habían vueltos todos los pajaritos y animalitos a mi cabeza.
Torpe, sí, pero feliz.

viernes, agosto 20, 2010

Quiero que Manuel Puig sea mi tía abuela.
O mi novio. Todavía no me decido.
No, mejor mi tía abuela.

Aunque... ¿vieron qué lindo que era?

miércoles, agosto 18, 2010

El domingo recibí llamado de mi compañera de banco del secundario. Si había recibido el mail, me preguntó. El mail convocando a la reunión por el décimo aniversario de nuestro egreso de la sobrevalorada institución.
Recuerdo haber fantaseado con esta ocasión durante años, los primeros años después de ese egreso. Me imaginaba a mis 27 años con un futuro sólido como psicoanalista, una vida perfecta de soltería y autosuficiencia, mucha autosuficiencia. Nadie que me rompiera las pelotas, absoluto autoabastecimiento. Entonces esa exitosa Cel de casi treinta iría a la reunión de diez años de egresados a compartir anécdotas y chismes con sus antiguos compañeros, por supuesto, pero también con la esperanza de que ese que la había tenido enamorada desde los quince hasta los dieciocho la mirara con nuevos ojos y se animara a pegarse el revolcón que se venían debiendo desde hace una década.
Claro que a los veinte años me dijo que un día iban a inventar facebook y que el encuentro se iba a adelantar unos años, justo en uno de los peores momentos de mi vida: desempleada, mal cogida y depresiva. De más está decir que nadie me había avisado tampoco que iba a abandonar la carrera en la mitad, que la segunda parte de la veintena me iba a encontrar muy preocupada por mis relaciones interpersonales y que el autoabastecimiento era una ilusión adolescente. De todos modos la pasé bastante bien, parece que esto de abandonar y cambiar drásticamente el rumbo de las cosas es una cuestión generacional. Ah, y el pibe que me había tenido como loquita de tercero a quinto ahora estudia una de esas carreras chotas en un lugar más choto aun, parece más petiso que antes y... y como es obvio, no me gustó ni un poco.
Mi compañera de banco me preguntó si vamos a ir y yo le esquivé la pregunta tirándole los ultimos chismes, juro que pude escuchar cómo abría la boca en gesto de notelapuedocreerboluda. Porque al final de cuentas es eso: fulanita tuvo un hijo pero nadie sabe quién es el padre, menganita se hizo las tetas y no lo reconoce, a pirula la dejaron prácticamente plantada en el altar, magarcia chupómuchas pijas para llegar al puesto mediocre al que llegó, magoya es gigoló, fulano ahora es sexy, mengano se sigue acostando con pirula. Igualito a cuando éramos todos compañeritos. Igualito. Porque yo no sé a qué escuela habrás ido vos que estás leyendo esto, pero en la mía había UNA REVISTA que se encargaba de deschavar las intimidades de todo el mundo.

Hoy la llamo apenas llego para confirmar mi asistencia.

martes, agosto 17, 2010

Llegué a la librería y prendí la pc. Hablé con el jefe sobre las novedades y volví al monitor.
Ahí estaba la ventanita nefasta.
El Innombrable pidiendo ser mi contacto de msn.

Y no, no acepté. Hay cosas de las que no hay retorno.
En eso venía pensando el último tiempo. Eso me venía diciendo la gente. Porque durante años le dediqué la mayor parte de mi energía a una relación que sólo evolucionaba en mi cabeza. Y ahora -si bien a veces extraño ciertas sensaciones-, que siento que gran parte del trabajo está hecha, puedo mirar para atrás y no entender cómo fue que dejé que sucediera. En serio: ¿cómo? ¿Cómo me hice eso? ¿Cómo le hice eso?

A veces miro para atrás y es como si nada hubiese sucedido, como si lo hubiese visto en una película larguísima e intensa. No me reconozco, no lo puedo entender; pero esa es mi visión, subjetiva y negadora. Por suerte tengo a mis amigas y a mi hermana, que en su momento me bancaron cada una de las crisis, cada uno de los llantos y no se olvidan. No se olvidan de nada. Y me recuerdan, no dejan que yo olvide, que active los mecanismos de defensa y suavice eso que me consumió durante años.

Algunas otras veces miro para atrás y lo siento todo de vuelta. El malestar en el cuerpo, la palabra siempre atravesada y nunca enunciada. El rechazo tácito. El reclamo implícito. Y también esa sensación de sentirme contenida, cobijada, comprendida. Me atraviesan el cuerpo las sensaciones, revivo y lloro, porque no puedo más que emocionarme. Esas veces son las menos usuales.

Necesito escribirlo. Necesito hablarlo. Son las únicas herramientas que tengo para no caer en la nostalgia, para no empezar a creer que tal vez sería una buena idea saber qué es de su vida. No me importa qué es de su vida, no me interesa saber en qué anda. Y tengo que repetírmelo, hacerlo mantra, porque si no la tentación avanza y las ganas de contarle lo fantástica que es mi vida sin él crecen.

No hay retorno. lo siento como algo que emerge desde lo más íntimo. Nunca más. Nunca más él. Nunca más nosotros dos juntos. Es imposible. Es impensable. No me interesa.

No, gracias.

viernes, agosto 13, 2010

Puedo hacer un relato detalladísimo, minucioso, con actuaciones y recreaciones de voces en off. Puedo y me encanta. Que la historia de lugar a opiniones, anécdotas, confesiones y conjeturas. Estiro los momentos, me voy de tema, me voy lejos y vuelvo. Disfruto la narración, muchísimo.
Por eso ayer me tomé el tiempo de la cena y gran parte de la sobremesa para contar qué había pasado la noche anterior. Sol me tiroteaba a preguntas y Dedé tiraba sus comentarios mientras yo avanzaba en mi cuentito. Porque es así, al principio cuento el cuentito. Me dijo-le dije. Hizo esto, hice lo otro. No sabés qué gracioso cuando. Me encantó que. Y es eso, limitarme a lo concreto, al comentario chistoso frente a eso concreto y todas nos matamos de risa mientras seguimos tomando fernet.
Pero después, ya bien entrada la madrugada, cuando el atado de puchos estaba por terminarse y era más hora de irse a dormir que otra cosa, abrí la boca y fui sincera. Porque esto de dejar de caretearla es algo que se está convirtiendo en hábito y nadie para de festejármelo, como si durante los últimos años me hubiese comportado como una perra sin sentimientos sanos hacia nadie.

"Estás más pisciana", me dijeron.
"Es la idea", contesté.

jueves, agosto 12, 2010

Hoy a las once de la mañana sonó el timbre. Lo escuché entre sueños pero no pude ignorarlo, terminé despertándome y yendo a ver quién era. Abrí la ventanita que está en la puerta que da a la calle y me encontré con cuatro señores con cara de nada y un pelado en traje. "Somos de Telefé", me dijo un canoso, "Venimos porque nos llamó Xxxxx Xxxxxxxx por el tema de la obra de al lado".

- Pero Xxxxx Xxxxxxxx es el del timbre 3, yo soy del 2.
- Sí, pero tocamos el 3 y no nos atiende nadie. ¿No nos dejás hacer unas tomas desde tu terraza? Es un segundito nada más.
- No.
- Fulano, mostrale la cámara -le dijo al camarógrado que se estaba fumando un pucho; el tipo levantó la cámara a la altura de mis ojos- ¿Ves que tenemos la cámara? No tengas miedo. Somos de Telefé.
- Ni tengo miedo ni desconfío, pero si vos arreglaste con el vecino del 3 para venir y el tipo no está, es un tema suyo. Yo no te voy a abrir la puerta.

Temía que repitiera "somos de Telefé" así que cerré la ventanita después de un seco "chau".
Tal vez debiera haberles dicho que no me iba a prestar para esa paparruchada de clase media pretenciosa y cacerolera, pero la verdad es que cero ganas de argumentar en el pasillo, a través de un cuadradito de 10x10, cagándome de frío. Bueno, la verdad es que si se me hubiesen venido a la cabeza las palabras "paparruchada de clase media pretenciosa y cacerolera" las cosas habrían sido diferentes, pero ¿qué quieren que les diga? a las once de la mañana no me funca la neurona.

Entre los martillazos desde las 8am, el olorcito a asado de cada mediodía y los obreros saludándome desde la medianera, esta obra puta me está arruinando la vida.

martes, agosto 10, 2010

- No me digas "Celeste". Decime "Cele", "Cel", "Ce". "Celes", nunca.
- Me gustó "Ce". Te voy a llamar "Ce".
- Es el que mejor va.
- ¿Por?
- Porque cuando nací mi mamá no me llamó María Celeste. Me puso María Zenona, como mi abuela.
- ¿María Zenona?
- ¿Viste? Heavy. Menos mal que en el registro civil le dijeron que no me podían poner así, que era demasiado antiguo... Aunque pienso que ahora re podría llamarme Zenona. Lo llevaría con mucha actitud.
- Seguramente. El tema es de nena. Imaginate: siete u ocho años, alguno se enteraba de lo que significaba "seno" y cagabas.
- En sexto grado me empezaron a llamar "Celestetona".

sábado, agosto 07, 2010

"Chicas, no tengo novio y a ALGUIEN le tengo que cocinar"

Por eso, ayer a la noche, sopa de ajo -orgásmica- y ñoquis de calabaza rellenos. Cuatro horas estuve en la cocina. Cuatro. Pero con Flor, Lau y Dedé -y una considerable cantidad de vino y whiky, claro- se pasaron vo lan do.

En otro orden de cosas, me tumba la resaca.

viernes, agosto 06, 2010

Un ariano de una autenticidad que abruma, que siempre pregunta cómo estoy y tiene una visión de las relaciones que me deja pasmada de lo simple que parece. Un taurino que me sienta al lado suyo en el piano desde que tengo cuatro años y me hace cantar; que además de darme su apellido y soportar a mi madre desde hace 28 años, es un modelo de fieldad a sí mismo. Un geminiano que se me aparece en sueños y me deja mensajes en las paredes. Dos cancerianos: uno que me enseñó lo que era el socialismo y comer crustáceos crudos en la playa, otro que me regala whisky a cambio de tartas y me escucha siempre siempre. Un leonino que me abraza muy fuerte y sonríe con toda la cara. Un libriano que me inyecta seguridad cada vez que puede aunque sepa que a la primera de cambio me voy a amedrentar para volver a ser la misma tímida de siempre. El recuerdo de un escorpiano que cambio mi manera de relacionarme, que sacó lo mejor de mí. Un sagitariano demente que está seguro de que yo soy su guía en el mundo de las ciencias ocultas. Un capricorniano que no para de tirarme información y de desafiar mi capacidad de entendimiento, que me estimula del modo más acertado. Un acuariano que se recuesta en mi hombro y se deja ser sin ningún indicio de pudor o vergüenza, que me confía asuntos inconfesables y me invita al cine. Un pisciano que es la prueba concreta de que se puede vivir en armonía con ciertos ideales.
Cuando se me pasa por la cabeza la idea estúpida esa, la del "no hay hombres", me acuerdo de ellos. Mi cosmos masculino particular.

No, no me olvidé de virgo, me lo salteé a propósito.

miércoles, agosto 04, 2010

Vení, sí, vos. Vení. Acercate. Acercate así me escuchás bien clarito lo que te voy a decir. Más cerca; te lo digo al oído, bien bajito así nadie se entera.
Yo sé que entrás acá y leés lo que escribo. Que estás en el trabajo bien temprano y te metés; que te estás por ir y también te metés.
Y ahora te pregunto: ¿para qué, me querés decir? Si no tenés ganas de verme, ni de hablarme, ¿por qué todavía te dan ganas de leer?
No seas tontito, dejá de espiar desde detrás de una cortina, que te veo las patitas.

martes, agosto 03, 2010

Como todo el mundo me decía que la iba a odiar, había evitado ver la versión de Tim Burton de Alice in Wonderland. Hasta ayer. Consideré que ya era hora de decidir por mí misma y la alquilé. Bueno, parece que todo el mundo tenía razón, porque odié la peli, odié a Tim Burton y odié a toda esa gente que, cuando ofrezco el libro, dice "ah, pero ya vi la película".
Me fui a dormir indignada, con los pies un poco fríos y a las puteadas porque el despertador sonaba a las 9 cuando ya eran las 2 y media pasadas.
No me despertó el canto de los pajaritos: no me despertó el despertador -mentira, no tengo despertador, uso el servicio de alarma de Telefónica-; me despertó el vecino de atrás gritándole a los de la construcción de al lado. Miré el reloj y eran las 8 y media. En ese momento supe que ya no iba a poder volver a dormir. Escuché gritos y puteadas de ambos bandos hasta que sonó el teléfono y "gracias por utilizar nuestro servicio".
Cuando salí a prepararme el desayuno miré para arriba y a la derecha: cinco señores de mameluco azul picando la medianera y apreciando mi look de recién levantada, uno incluso me dijo buendía. Buen día tu hermana, forro, pensé, mientras pateaba escombros en el patio.
Salí apurada y me olvidé los guantes.
Y, por algún artilugio cósmico, estoy de un humor fantástico.
El día que entienda mis hormonas, dominaré el mundo.

lunes, agosto 02, 2010

"Memoria privilegiada" le dice mi abuelo; "condena" prefiero denominarla. Acordarse de absolutamente todo, hasta los más mínimos detalles es un pelotazo en contra. Salvo de vez en cuando.
Por eso, mientras le hacía una descripción de lo más meticulosa de lo que había sido nuestra primera salida -hace ya siete años-, lo que podría haber sido melancolía llegó solo hasta la nostalgia. Y me sentí de vuelta ahí, arriba de un 37 camino al Malba, comiendo biznike, caminando para Palermo, tomando cerveza, conjeturando sobre la vida de la gente que pasaba, tomando el 141 de vuelta a casa y sintiéndome confusa por no entender si había onda o no después de haber pasado ocho horas juntos. Me recordé a los veinte años, tan cínica, evitando que cualquiera se acercara. También lo recordé a él, tan personaje, con esa voz que hacía que mi hermana quedara medio tarada cada vez que le atendía el teléfono.
Podría haberle detallado cada salida que tuvimos. En serio, cada una. Pero me interrumpió con una invitación a tomar algo esta semana.
¿Podía acaso no aceptar?
cervezas + vino tinto + porro asesino de Flor + mucho apuro porque hay que retirar las entradas para ver El Origen = las chicas (Ani, Lau, Amarula, Flor et moi) poniendo lo que les faltaba tomar en botellitas + las chicas bastante borrachas y fumadas apurando al taxista y llegando justito a retirar las entradas + las chicas bastante fumadas y borrachas tomando de las botellitas en la calle + las chicas absolutamente borrachas y fumadas sintiéndose un poco adolescentes.