lunes, noviembre 30, 2009

La cagada de conocer gente (tipos) por el blog es que después no puedo escribir la mitad de las cosas que se me ocurren. Mentira, soy una exagerada, no llega a ser la mitad, ni siquiera llega a ser un 10%. Igual, se entiende.
Debería abrirme otro blog donde poder escribir de las cosas que no me da la cara poner acá. Y escribir sobre los tipos que conocí por ese otro blog, en este.
Así que si llegan a leer en algún momento sobre alguien que conocí por el blog, es porque me abrí otro, clandestino.
No sería la primera vez.

sábado, noviembre 28, 2009

Pero estás linda, eh, no sé qué hiciste. Eso me dijo mi madre ayer a la noche, lo que me hace pensar que cada vez que me dijo que estaba linda durante los últimos veinte años, había mentido descaradamente. Igual, mi madre sólo halaga lo intelectual, qué inteligente está chica, pero qué perspicaz, esas cosas. De todos modos, poco me importa, ya entendí, finalmente, cómo viene la onda del matriarcado este.
Después, a coro, mi tía y mi madre me preguntan si tal chica que cantó hace un rato es normal. Usan la palabra normal (no me andan las comillas, así que pueden imaginarlas donde quieran) y a mí me dan como náuseas y las acuso de intolerantes. Aunque por otro lado sé que no lo hacen con maldad, es que a todas nosotras -digo, a las mujeres de mi familia- nos causa muchísima curiosidad cualquier mujer con aguda, aniñada, que tenga actitud de maestra jardinera, nos resultan bichos raros. ¿cómo sobreviven esas mujeres? ¿cómo lo soportan? ¿dónde compraron tanta dulzura? ¿nunca ponen los puntos? ¿sus madres también eran así o son mutaciones genéticas? ¿existe el gen maestra-jardinera? Eso sí, sabemos diferenciar perfectamente a esa clase delicada y hasta frágil de las amenazantes mosquitas muertas. Y si alguien dice que el instinto femenino no existe, este radar es una clara prueba de que sí, existe y es útil.
Después, mucho de *vos fuiste la mejor* (y uso los ** a modo de comillas, un poco en homenaje a lola y a toda la generación blogger 4, otro poco porque necesito puntuar) y a mí que me rompe las pelotas. Primero, porque mi familia tiene la necesidad superlativizarlo todo y es al pedo; pero ¿para qué saltar desubicada? ¿de qué serviría decirles que no importa ser la mejor, la del medio, o la peor si al final de cuentas nunca termino de hacer nada? realmente es importante cantar mejor que cinco otras pibas cuando apenas llego a pagar el alquiler por hacerme la rebelde anti-multinacional y estoy a punto de empezar mi cuarta carrera? Segundo, porque si después de años de estudiar canto no me salía algo medianamente decente, cerraba mi boca de aquí a la eternidad. Tercero, que a mí la opinión que más me interesa en estos asuntos, es la de mi padre; y el me dijo que le había gustado mucho y yo ya soy feliz con eso.

Apoyé la cabeza en la almohada sintiéndome satisfecha. Convencida de que, a veces, hacerse la canchera, da sus frutos.

viernes, noviembre 27, 2009

Hoy canto, y hace tanto que no canto en público que me agarra el nudo en el estómago y tengo la sensación de que me voy a quedar sin aire, y que todo el mundo se va a reír de mí, pero por dentro, por fuera van a poner cara de circunstancia y decir cosas como "claro, pobrecita, ella es muy nerviosa". Por lo menos eso diría mi abuela; para ella, todas somos muy "nerviosas". Y por dentro, carcajadas y "¿quién se piensa esta que es?.
Mentira, no pienso eso. Lo más probable es que salga todo normal, rayando lo mediocre. Que reciba un par de felicitaciones y la que ponga cara de circunstancia sea yo, porque por dentro voy a estar pensando que me faltan años luz por recorrer si alguna vez quiero cantar como se supone que tengo que cantar. Menos mal que hace rato colgué los guantes en ese sentido y lo tomo todo como algo más terapéutico, o como pegote para estrechar mi relación con mi padre, o como liberador de endorfinas, o como entrenamiento de karaoke.
Y resulta que me acabo de acordar que soñé -de vuelta- con Mike Patton. Lo tomo como una señal y una bendición.
Juro que hoy daré lo mejor de mí -cantando All of me, qué justo ¿no?- y no dramatizaré si las cosas no salen como a mí se me ocurre que tienen que salir.
Lo juro sobre el último de Auster, lo juro por los ojos y la mirada de Paul.

jueves, noviembre 26, 2009

Soy la pelotuda número uno.
Hace dos semanas tenía que ponerme a tramitar mi partida de nacimiento para unos asuntos legales en los que ando y, obviamente, yo, queen of procastination, colgué. Un par de días me puse el despertador temprano, pero siempre surgió "mejor mañana". Siempre es mejor mañana.
Cuando anteayer, durante el festejo de mi cumple con toda la familia, mi madre me preguntó si ya tenía la partida, evadí, cintureé y dije algo que no tenía nada que ver. "Es que la necesitamos para el viernes". Viernes. Y era Martes. ¿Cómo carajo iba a conseguir la puta partida en tres días? Mejor dicho, dos días, estaba claro que el Miércoles no iba a poder levantarme antes del mediodía.
De ayer a hoy, no pude pegar un ojo. Pensando que mi vieja me iga a cagar a pedos por ser tan irresponsable. Hay que ser pelotuda por preocuparse a los 27 años si tu mamá te caga a pedos. Pero yo soy así, todavía le debo tener miedo a mi mamá, que es la única que con dos o tres palabras me desarma. Le podría echar la culpa, como siempre, a la conjunción Plutón- Saturno en cuadratura con la Luna, pero no, esta vez reconozco que soy una pelotuda y punto.
A las 10:41 am recibí un mensaje de ella, "llamame cuando puedas por favor". La llamé recién hace 5 minutos. Ni mu dijo. Bah, supuso que una fotocopia de una fotocopia y el papelucho del trámite en proceso se podía ir más o menos bien.
Porque claro, ahora las partidas las podés encargar por internet. De eso me enteré hoy a las 7 y media de la mañana, un rato después de que sonara el despertador y tuviera la brillante idea de googlear "trámite de partida de nacimiento".
Soy la pelotuda número uno. Primero, por no poder dormir pensando todas las crueldades que podría haberme dicho mi madre en caso de enojarse. Segundo, por colgada irresponsable que le huye a los trámites. Tercero, por no haber recurrido a internet en todo estos días de ocio improductivo frente al monitor; porque googlear la altura de Edward Norton, sí, pero las cosas importantes, no.
Tampoco me puedo aprender la letrade la canción con la que cierra la muestra de canto mañana, y ni que hablar que estoy desarrollando un carraspeo histérico que me pone cada pelo de punta. Si me llegan a salir mal los temas, voy a tener que volver a terapia, es un hecho.
ESTA debería haber sido Semana Jodida.

miércoles, noviembre 25, 2009

Somos las pichones de bruja de Ita. Ita es la madre de Dedé. Le enseñó a ella, me enseñó a mí, a Gen también.
Y ya no hacemos esas maratones hasta las 9 de la mañana a puro mate y pucho tirando las cartitas una y otra vez, parafraseando preguntas hasta recibir la respuesta esperada. Ahora es cada tanto, cuando la situación amerita, cuando se siente que en ese momento sí; cuando son las tres de la mañana y damos vueltas en la cama porque nos acosa tal o cual cosa.
Dedé ya no lleva encima el I-Ching a cada lugar que va. No sólo porque se le despedaza el libro, sino porque por algún motivo ya no necesita la respuesta incuestionable del oráculo. Ya no tiene su bolsita con las runas a mano. Ni pide unas chiquititas -modalidad apodada por nosotras a un determinado tipo de pregunta y tirada- cada vez que vé a un tipo que más o menos le gustó en el trabajo; aunque confesó que el otro día les preguntó si se iba a casar con Mike Patton, hay mañas que no s pierden.
Yo las tengo sobre el escritorio, en una bolsita roja que me cosió Genève. Están a mano, me gusta tenerlas a mano, no sea cosa que me olvide que están ahí, siempre listas. Me gusta también convencer a los hombres, que primero se nieguen un poco, que aleguen escepticismo y que después los mate la curiosidad. Es impagable la cara de un tipo cuando más o menos le pegás a algo, no lo puede creer, le da una mezcla de vértigo y más curiosidad; después de eso, directo al bolsillo. Debe ser la sangre gitana, que tira.

Ita me hace ir a su pieza y sentar en la cama. Mezcla y me hace cortar. En el lapso de una hora, estuve a punto de llorar, me maté de risa, replanteé varias cosas y dejé de valorar otras. Y ahí está, esa es la esencia. No se trata del vaticinio, se trata de la percepción, de un momento en el que las cosas se ven, por una vez, claras; una oportunidad para sincerarse con uno mismo y aceptar que en general, el destino no es algo impuesto desde afuera.

Después, Dedé me pregunta qué salió. Menos mal que llega el taxi y me subo, así, no tengo que contarle nada.
Una semana antes de mi cumpleaños número 9, mi mamá me dio las invitaciones para todos mis compañeritos de grado. Yo tenía una relación medianamente buena con todos -de hecho, ese año salí mejor compañera-, pero no tenía ganas de invitarlos. Quería pasar mi cumpleaños con mis tres amigos y nadie más, y así se lo expresé a mi madre, que hizo oídos sordos a mis palabras y me encajó el fajo de te-invito-a-mi-fiestita.
El sábado en cuestión, encotrábame yo con un vestido celeste que me quedaba divino y los rulos completamente alborotados. La cita era a las 16 horas.
Sonó el timbre un rato antes de las cuatro, eran mis amigos del alma, Adriana, Nico y Lucía. Estuvimos en el patio durante un rato largo, haciendo payasadas, comiendo chizitos y sandwichs de miga, hasta que mi mamá me llamó desde el living con el característico tono de voz que la distingue del resto de los humanos cuando está enojada. No es voz de pito, es peor, lastima los oídos, perfora tímpanos, es causante de las peores pesadillas; cuando era chica, no le tenía miedo a Freddy, Freddy era de mentira, un personaje, mi mamá me levantaba y me preparaba el desayuno todos los días, a ella le tenía más miedo que a nadie.

¿Por qué no vienen tus compañeritos?, preguntó.
Porque te dije que no quería invitarlos, y no me escuchaste... así que no invité a nadie, respondí muy suelta.

Comimos sanguchitos de miga durante cinco días. Estuve en penitencia por bastante más.
Eso sí, nunca más armó un festejo sin escuchar mis demandas.

martes, noviembre 24, 2009

Parece que había una especie de secta que te ofrecía un paraíso en la tierra. No sé en qué terminos me convencían, pero de repente estaba en un lugar lleno de montañas, arroyos y verde, una cosa increíble. Yo vivía en una casita con una mina que era igual a Renee Zellweger en la época en la que no tenía la cara hecha percha y con Ani. Había mucha gente en esta comunidad y no sé bien a qué nos dedicábamos durante el día, eso no era relevante, lo llamativo e importante era que se podía tener sexo sólo una vez por semana. Pero había que tener sexo sí o sí, con quien fuera. Te daban tres horas, durante esas tres horas, se aprovechaba para garchar con quien se tuviera a mano; ah, y también abría una especie de proveeduría donde te vendían golosinas y porquerías, parece que el resto de la semana estaba cerrada.
La consigna era clara, se garchaba hasta las 20 hs, si alguien no estaba en su respectiva cabaña a esa hora, se lo devolvía a la civilización. De hecho, nos pasaban pelis de tipos que habían tenido que volver a la vida normal en la ciudad y terminaban como linyeras, sin poder adaptarse, extrañando la vida comunitaria.
El día que te permitían coger era el viernes. Nos juntaban a todos en una especie de plaza para que los no tenían pareja pudieran relojearse tranquilos. Ani se encontraba con Damián -su novio, en mi sueño y en la vida- y a mí se me acercaba un pelado que tenía una cara increíble. Fundía a negro y estábamos en mi habitación. Mentira, en mis sueños no se funde a negro, pero tenía ganas de decirlo. No teníamos muy buen sexo, pero cada vez que me sonreía, me calentaba automáticamente, así que mucho no me importaba. A las ocho menos cinco se iba de mi cuarto y yo me quedaba dormida.
Al otro día, Renee Zellweger se despertaba gritando. Parece que tenía un problema de personalidades múltiples y lo había apuñalado al pelado de sonrisa divina. El tipo estaba tirado en el jardín, de lo más muerto. Yo me entristecía porque iba a tener que buscarme un nuevo compañero de viernes a la tarde y temía por mi convivencia con la rubia psicótica.

Qué embole esos blogs en los que la gente cuenta sus sueños ¿no? Porque, a quién le importa lo que soñé la noche anterior. Bah, a quién le importa cualquier cosa que pueda llegar a escribir, si de cosas sin importancia estamos hablando.
Ya vendrán tiempos mejores.

lunes, noviembre 23, 2009

- Me atendiste medio mal ayer. ¿Te enojaste por algo?

- ¿Tengo algún motivo para enojarme?

- Eso te pregunto a vos. ¿Estás enojada? Después te hablé por msn y no me contestaste.

- Es que te dije, cuando llamaste estaba hablando por teléfono. Hablé un rato más, cuando corté, ya no estabas conectado.

-...

-Igual, tenés razón, eh.

- ¿Con qué?

- Con que capaz te traté medio mal. Pero yo no me había dado cuenta, eh. Cuando corté con vos el amigo con el que estaba hablando me lo hizo notar. Entonces yo ahí pensé que capaz es cierto, que a veces te trato medio mal, pero no me doy cuenta, no es a propósito, eh; yo nunca quiero tratarte mal, y los dos sabemos que cuando te quiero tratar mal, te trato súper mal y después vos te ponés hipersensible y yo no sé cómo carajo pedir perdón porque caigo en que vos no te merecés que te trate mal nunca. Y ahí me acabo de contradecir, ya sé, porque dije que nunca pero a veces sí; pero vos sabés cómo me funciona la cabeza a mí, así que para qué explicarte. Tampoco podría explicarte, aunque quisiera. O capaz sí, como que a veces te trato mal pero no es porque quiera que te sientas mal, es para poner distancia, me enojo a propósito para que tengas un par de puntos en contra, porque si no son todos a favor. Y si son todos los punto a favor, estoy en el horno, alguna contra tenés que tener. Además de la contra enorme que ya vino de fábrica, claro, pero de eso ya sé que no hablamos, porque para qué ¿no? Entonces me enojo a propósito para tener asociada esa idea de enojo con el concepto que tengo de vos en la cabeza, es como un reflejo condicionado pero al revés. Y ayer le decía a mi amigo "vas a ver que le voy a terminar diciendo todo, quemándole la cabeza".

- ...

- ...

- ...

- Bueno, decí algo.

- ¿Todo a favor? ¿De veras?

- En serio.



A veces siento que es como cuando Susanita empezaba a contar algún chisme y se iba por las ramas. A veces hago un recorrido similar pero dentro de mi cabeza, y el globito de diálogo va creciendo cada vez más hasta ocupar demasiado espacio. Y a veces, por suerte, encuentro a alguien que sigue el hilo turbio de mis asociaciones y no le importa, o por lo menos no me tilda de neurótica insoportable. Porque sabe leer entre las líneas.
Que yo no quiera ver que me estoy metiendo en la bocadel lobo es otro asunto. Y de eso, en este blog no se habla.

domingo, noviembre 22, 2009

Siendo las 5:15 am del primer día de mis 27 años, y en un estado de completa embriaguez, declaro que recién se me había ocurrido algo que TENÍA que escribir y ahora se me olvidó por completo. De todos modos, no por olvido dejaré este espacio en blanco.
Resulta que mi jefe me regaló un libro y ahora me siento responsable y no sé qué regalarle a él, que cumple el lunes. Lo más probable es que me olvide y me ponga toda colorada cuando le diga feliz cumpleaños y no tenga nada bajo el brazo para darle.
Recibí: el libro antes mencionado -uno de Carver, como se nota que mi jefe me conoce-. Una pollera. Una torta. Unas medias buenísimas, con los fantasmitas del pacman. Una revista porno, una genialidad de otro mundo. Y aunque en mi quinto cumpleaños haya echado a una amiguita de la fiesta por no traerme un regalo, pasado pisado, ahora no me importan esas cosas (mentira, el martes hago festejo familiar y ahí se viene el aluvión de presentes).
Festejé en reunión de lo más íntima, ofreciendo las especialidades de la casa y un par de innovaciones. La estrella, la chocotorta de bajón, se llevó todos los suspiros.
Recibí muchos llamados, de los que esperaba y de los otros.
Mi muro de feisbuc se llenó de saludos de gente que no conozco, mentira, son tres o cuatro nomás. Me siento como esa gente que festeja su cumpleaños en un restaurant y que hace que todo el lugar aplauda al final del felizcumpleaños.
La noche amagó con terminar en una fiesta llena de snobs (sí, de esos que quieren ser uruguayitos y se hacen los popu; la peor clase de snob), pero por suerte nos fuimos antes de que las canciones de el príncipe hicieran entrar a todos en trance y no nos pudieran ir a abrir la puerta. Por suerte, a la vuelta nos tocó un taxista copado que nos inspiró a llegar y tomar un último fernet.
Ese fernet me reventó.
Bueno, y el porro con el que lo acompañamos también, para qué mentir.
Un mammmmbo re copppado.

Hoy me dijeron que podría llegar a hacer mucha plata haciendo de dominatriz. "Eso de la humillación psicológica, te re veo". Posta que me quedé pensando.

Bueno. La noche ha terminado, los pajaritos me taladran el cerebro. Despídome.
Este blog se está convirtiendo en un diario.

viernes, noviembre 20, 2009

Resaca. Esto que me pasa ahora, se llama resaca. Por haber mezclado cerveza con vino tinto y uno de esos brebajes de minita que son una cosa espumante con gusto a melón; porque cuando son las 3 de la mañana y no hay delivery de alcohol, y tenés ganas de seguir, y ya no queda nada salvo la cosa esa que está en la heladera desde la fiesta de cumpleaños de Genève, como que ya no importa nada, y adentro.
Sabia Mariela que se fue a dormir antes de terminarse su vaso. Ignorantes mi hermana y yo, que nos terminamos la botella mientras nos hacíamos confesiones de borrachas; ella, con mirada cálida, aseguró que soy otra -una versión mejorada de mí misma- desde hace un tiempo largo ya, tiempo largo que concuerda con el tiempo que he pasado sin ver a El Innombrable; yo, con rubor en las mejillas, hablé de mi deseo animal hacia un libriano de sonrisa poderosa y mente inflamable. Después, cada una a su cuarto.
Y a pesar de haberme ido a dormir con una sonrisa orgásmica dibujada en la cara, el inconsciente me jugó una mala pasada y me hizo tener uno de esos sueños que si siguiera haciendo análisis jungiano, alimentaría la terapia por meses. Me desperté angustiada, y esa angustia no se fue hasta bien entrada la tarde, hasta que no identifiqué un par de elementos de esos que forman un patrón en mi historia onírica.
Llamé a Flor desesperando, contándole que en el sueño había un vecino de mi abuela que me acosaba, que su pasividad agresiva hacía que lo sintiera espiándome todo el tiempo, como una sombra; que el tipo, un cincuentón que se parecía a Manuel Puig, estaba obsesionado con arruinarme la existencia, que me revisaba la basura y pegaba hojas de mi diario en las puertas de las casas del Pasaje San Ireneo; y hasta ahí una pesadilla común y corriente, el problema era la escena en la que con desesperación le decía a mi mamá "es que si este monstruo me persigue es porque lo tuve todo este tiempo adentro y no lo quise ver, ¿no te das cuenta? viene de afuera porque no lo quiero ver adentro. atraerlo y hacerlo venir como algo externo era la única manera de hacerme cargo". Qué lúcida soy cuando duermo, eh. Me cago en mi culto a la proyección y la sobredosis de información que me estuve dando en estos días. Flor quiso resolver todo rápido "Boluda, es clarísimo, el monstruo es El Innombrable. Todos los ex son monstruos". Menos mal que no me dejé llevar por esa premisa.

En otro orden de cosas, pueden decidir qué ver este finde y mi primera crítica cinematográfica junto con la bonita presentación que hizo Ale de mí en Noche de peli.

Ahora mi mente olvida los embates de mi inconsciente y se dedica a tratar de decidir qué cocinar mañana a la noche. Estarán los clásicos guacamole, hummus y tal vez me ponga las pilas y tire unas berenjenas sobre las hornallas para hacer una pasta. Panes árabes, papitas y demases porquerías y algunos quesos; pero como que no estoy conforme, hace falta más. Menos mal que con las tortas soy de lo más decidida, la chocotorta es el combo perfecto que combina practicidad y ricor.
Y pensar que cuando tenía quince pensaba que me iba a morir a los 27.
Ni loca. N-I-L-O-C-A.

jueves, noviembre 19, 2009

Hay algunos que ponen Sinatra y una se siente un poco en una película.
Otros apelan al estilo fm Aspen y me rompe un poco las pelotas, basta ya de "uh ¿te acordás de este tema?" y U2, odio U2, con toda mi alma; maten a Bono, dejen de cantar una y otra vez el estribillo de One, atrasa, señores, dénse cuenta.
Siempre está el snob que empieza a nombrar rarezas, "esta es una banda indie de República Checa", y yo, si le tengo muchas ganas al tipo, me hago la interesada, porque sí, nosotras también fingimos interés si hay revolcón en el horizonte.
He escuchado por ahí que algunos ponen música clásica. Yo me la bancaría, prefiero toda la vida un Debussy antes que cualquier ritmo latinoide cachengue.
Nunca me topé con un romántico amante de Arjona, ni con un melanco fanático de Sabina; debe ser que con esa gente ni nos registramos.
Alguna que otra vez me amagaron con un tango pero mi mirada lo dijo todo, gustos son gustos.
Por suerte nunca cai en las redes de ningún palermista con ganas de volverse uruguayito y ser el rey de Cabo Polonio; esos son los piores, compañeras. Hay que huirles, si no te enganchan y corrés peligro de que te internen el cerebro, preguntándote "pero ¿qué te parece esta letra?".
A los hippies me los re banco. Me los banco de corazón. Aunque ya ni me acuerde de los discos de The Doors o Zeppelin que andan dando vueltas por ahí, en mi cuarto. También banco a los que ponen un Divididos, Los Piojos o Los Redondos, mi adolescente interior salta de alegría, y a mí me gusta darle el gusto.
De todos modos, nada le gana al grunge. Nada. Porque un hombre que me pone Pearl Jam o Soundgarden está en contacto con el tipo de masculinidad que a mí me gusta. Porque acusa un pasado de camisas a cuadros y pogos. Porque me cabe y listo, qué tanta vuelta.
Aquel que le pegue a un soundtrack de mi agrado, se ganó el cielo, me convierto en la versión más gauchita de mí misma. Into the Wild, The Big Chill, My Girl, Broken Flowers, Magnolia. Soy de lo más versátil.

Mi arma secreta es Peeping Tom. Calculado para que empiece más o menos desde la mitad de la PGP (Permanent Garching Playlist; que está ideada para sonar desde que el muchacho llega hasta unas cuantas horas después de sacarse la ropa) siempre es efectivo. Patton cataliza garches, es un hecho com-pro-ba-do. Si no le ponen onda con Peeping Tom, no le ponen onda con nada. O son de esos que piensan que las letras de Los Auténticos Decadentes están buenas y todo vínculo posible está destinado al fracaso.

miércoles, noviembre 18, 2009

Semana Jodida toma 2
Acerca de cómo las hormonas me usan de títere.

Semana Jodida pierde dos turnos y se echa atrás.
Primero porque Sol me hace propuestas musicales que no puedo rechazar. Segundo porque me hacen propuestas de las otras que tampoco rechazo; y de repente, toda la idea de compartir la noche de mi cumpleaños con amigos empieza a ser cada vez más atractiva. ¿Cómo pude decir que no quería festejar? Si amo los asados y los copetes entre amigos ¿En qué estaba pensando?
También ayuda la aparición de un proyecto personal divertidísimo que apunta a la salida a la luz de mi esencia escorpianísima a través de la herramienta esa que yo pensaba que no servía para un carajo y que mi astrólogo llamó ascendente en piscis; mi luna está de acuerdo, obvio, ella se prende en todas.
Tomá, Semana Jodida, te gané.

martes, noviembre 17, 2009

Alguna noche de insomnio del verano de 2005.
Le pedí que me contara alguna historia antes de irme a dormir, ese era (y asumo que sigue siendo) su trabajo, no tenía que costarle demasiado. Qué clase de historia, me preguntó. La que cuente cómo voy a conocer al amor de mi vida, le contesté. Después de un ratito me di cuenta, me estaba contando el argumento de French Kiss. Y ponele que yo me re copo con un Kevin Kline, es muy mi tipo, pero ambos bien sabíamos que no hay manera de convertirme a mí en una Meg Ryan, no encajo en el perfil. Además se suponía que tenía que ser una historia original, a mi medida.
Después de unos días, la vimos juntos, en vhs. Cuando terminó, me acurruqué contra él y le dije bien despacito que lo quería. A partir de ahí, The Big Chill -peli, debate y soundtrack- y The Accidental Tourist, también de Lawrence Kasdan; y tragarme los tequiero, tratar de convencerme de que todo había sido producto de la comedia romántica y el vino.

Muchos años después, alguna noche de primavera de 2009, Sol toca el piano y yo canto Dream a little dream of me. Más teatral que dulce, recordando esa peli que desde esa primera vez en HBO cuando tenía quince años hasta ese tequiero el verano de 2005 vi demasiadas veces -me arriesgo y digo que casi decenas-. Después no pude, porque la melancolía es una patología y parece que a mí me tocó en el sorteo.
Más tarde, Dedé confiesa que nunca vio Pretty Woman; Genève y yo chillamos, que cómo puede ser, que en qué tupper vivís. En dos minutos se arma el top five de comedias románticas. Yo mantengo el mío a rajatabla. When Harry Met Sally. French Kiss. Bridget's Jones Diary. Chasing Amy. Clueless. No necesariemente en ese orden.

Hoy a la mañana.
Semana Jodida no da respiro y no tengo mejor idea que poner a bajar French Kiss.
Porque cuando quiero, soy muy pelotuda.

lunes, noviembre 16, 2009

Semana jodida. Toma 1.

Empezó con Plutón llevándose por delante un vaso con licuado de durazno y naranja que acababa de apoyar. Sí, en el suelo lo acababa de apoyar, pero es mi suelo, hago lo que se me canta en mi suelo. En el momento que pegué un grito de furia contenida corroboré lo que había estado pensando antes de dormir. Eso, que esta va a ser una semana de mierda, que siempre pasa lo mismo antes de cumplir años. Que es porque me agarran unas conjunciones jodidísimas con mi sol en tránsito y no me dan ganas de evitarlo.
Me siento cómoda enojándome, pegando gritos y llorando sin motivos; y que no me rompan las pelotas, que yo no le rompo las pelotas a nadie; me tomo el tiempo y pongo la energía necesaria para no romperle las pelotas a la gente. Están todos siempre avisados de antemano cuando estoy así. Cuando no quiero hablar, no hablo. Cuando digo que no quiero festejar, no festejo, me chupa un huevo que caiga sábado y que los sàbados haya que hacer algo. No quiero ver a nadie, no quiero hablar con nadie, no quiero solidarizarme con nadie. No quiero compartir, ni repartir ni dirigirle la mirada a nadie. No quiero que me toquen, ni abrazos, ni saludos desganados, ni de los otros. No quiero nada. Quiero estar sola. Absolutamente sola.
Siguió con subirme al 42 y ponerme a llorar detrás de los lentes, secándome las lágrimas disimuladamente mientras hacía que leía un libro. Y no, no estoy premenstrual. Estoy triste. No es necesario tener un desorden hormonal para ponerse a llorar en cualquier lado; bueno, capaz que sí, no me importa. Entonces, en el medio de mi lagrimeo patético, la veo subirse al colectivo. Mi prima Eugenia, a quien vi por última vez hace diez años. Teñida de rubia, vestida de clase media pretenciosa, con su madre a la derecha, esa vieja con cara de avinagrada que se piensa que es Susana Gimenez, o alguno de esos arquetipos de lo grasa que tienen como modelo. El rubio de mi prima me da más ganas de llorar aún, así que escondo la cabeza detrás del libro y me entrego a esa mezcla de impotencia por no poder ni siquiera llorar en el colectivo y asombro por la serie de improperios que van surgiendo a partir de las grenchas y las cejas horribles de mi prima. Probablemente me hayan visto, esconderme detrás de un libro que dice ENORME "Seminarios de astrología psicológica" no podría ponerme más en evidencia. No puedo ser más hija de mi madre. Igual, me chupa un huevo. Hoy no es día para sacarse los lentes en el medio del 42 y mostrar los ojos hinchados.
Después un poco de llanto en la librería, una propuesta de festejar mi cumpleaños de a dos que casi me tienta, una discusión acerca de si cruzarse de brazos después de garchar es una falta de respeto o no -llegamos a una conclusión, sí, es una tremenda falta de respeto- y un malhumor que me llena el cuerpo; que me hace no tener sueño a pesar de haber dormido un par de horas; que me energiza de la peor manera posible y que me pone en la punta de la lengua frases de lo más crueles. Así que me muerdo los labios, me callo la boca y escribo esto.

domingo, noviembre 15, 2009

Cuando llegué me dio miedo. Nunca me da miedo estar sola en casa, pero esta vez sí. Después de enpiyamarme, me puse una peli y me tiré en la cama. Escuché, muy a lo lejos, a Plutón. Al rato, los maullidos seguían. Me avivé porque ya había pasado una vez. El muy guacho se escabulle, se mete en el cuarto de arriba -ahora de Geneve, antes de Nat, antes mío, antes de Lali, antes de Nat; si esas paredes hablaran- y después se queda encerrado. Me lo llevé al cuarto y al rato ya estaba durmiendo.
Soñé que estaba de vuelta con Tomás y que de vuelta me dejaba. Dos años y medio pasaron y yo sigo soñando que me sigue haciendo mierda. Es como cuando soñás que todavía estás en el colegio, que llegás al aula y que todo el mundo se está preparando para el examen de literatura y que vos ni siquiera sabés qué libro tenías que leer. La diferencia es que cuando me despierto después de El Horror En La Escuela Secundaria, respiro aliviada, menos mal que no estudio, pienso. Cuando sueño que Tomás me deja, pienso que todos me dejan, y eso en el mejor de los casos, la mayoría ni siquiera entra en el cajón te-dejo, se meten más que nada en la bolsa de me-desaparezco-si-te-he-visto-no-me-acuerdo-capaz-te-llamo-en-dos-meses-para-garchar.
Entonces me quedé en la cama un par de horas, sin moverme, un poco llorando, un poco mirando el techo; con la angustia instalada en todos lados. Y aunque las ganas de sentirme sola, abandonada y desesperada estaban, el sueño fue más fuerte. Cuando me desperté después de la siesta ya estaba más tranquila. Igual, es como apoyarme sobre la baranda de un balcón en un piso veinte. Clavar la barra en la panza e inclinarme hacia el vacío. Coquetear con la idea de una perdida de equilibrio. Cerrar los ojos y sentir un poco de miedo, porque podría pasar, nunca se sabe.
Me dormí otra siesta hace un ratito. Pero sigo en el balcón. Esta va a ser una semana jodida.

jueves, noviembre 12, 2009

Así estoy yo, medio flotando en mi nube de ensoñaciones y estas viejas de lengua viperina que entran unas detrás de las otras a pedir y llevarse el último de Majul. Me digo a mí misma, no aflojes, Cel, que estas menopáusicas no te arruinen el día; pero parece que esto del ying y el yang es de lo más tangible, porque también entra una pendeja de 16 años con una lista de más o menos 100 libros (de los cuales la mitad, por lo menos, es excelente) que su profesora le dio para elegir. Uno solo tiene que elegir -porque le toman prueba el lunes- y ¿cuál es el criterio de elección de la pendeja insolente? "el que sea más corto". Y cuando estoy sacando el retrato de Dorian Gray se rie y me dice "no no, ese lo tengo en casa, algo MÄS corto". Le encajo una versión con una traducción chotísima de Casa de Muñecas. La estúpida -que seguramente será obligada por sus padres a estudiar y termine haciendo diseño de indumentaria o psicología en alguna privada- planta en su boca una sonrisa de oreja a oreja y se va revoleando su cola de caballo. Y yo la odio, porque en cuarto año nadie me dio ninguna lista para elegir nada, el Martín Fierro y jodete; y resulta que a la ingrata esta le dan una lista con Narciso y Goldmundo, Franny & Zooey y Cartas al padre y ni se da cuenta de nada. Ojalá que el espíritu de Ibsen la visite esta noche y la condene a una vida de ama de casa mediocre.

miércoles, noviembre 11, 2009

Tratando de encontrar un mail con una propuesta laboral extrañísima que le había reenvíado una vez a mis amigas, abrí la caja de pandora, AKA la carpeta de enviados.

Se supone que no tengo que tomar ningún tipo de decisión importante dentro de los 56 días previos a mi cumpleaños. Creo que lo que (me) está pasando va a derivar en una decisión muy importante, una decisión que vengo posponiendo desde hace mucho tiempo.
Hace poco menos de un año, mi analista, ese que se fue a Córdoba, me sugirió que tenía que definirme con respecto a vos. A los 3 días estaba comunicándote mi resolución, no verte más. Otra vez me había enamorado, eso si alguna vez me había desenamorado, claro.
Al tiempo de eso, ese mismo analista trató de hacerme entender que yo no me había definido nada, que dejar de verte o verte en plan fraternal era otro de mis escapes frente a ese miedo inmenso que siempre me dio cada vez que imaginé la posibilidad de estar en pareja con vos. Verte en un bar, ir a tu casa, que vinieras a la mía, era todo más de lo mismo. Aún estando yo con otra persona, había algo con respecto a vos que seguía haciendo ruido en algún lugar, la sensación de saber que si yo estaba en ese momento con esa otra persona, era sólo porque vos no habías querido darme una oportunidad, porque yo nunca había querido que me dieras esa oportunidad.
En un principio (bastante lejano ya) quise tenerte sólo por el hecho de tener la certeza de que en algún momento te me ibas a escapar, esa certeza se fue desvaneciendo con el correr del tiempo, me empecé a dar cuenta de que amagabas con desaparecer pero que nunca lo hacías, y sí, es probable que yo haya ayudado de alguna manera a que vos permanecieras, pero eso sería atribuirme todo el crédito y es imposible, si no te fuiste es porque desde algún lado percibiste que te podías quedar, que te querías quedar.
Yo no sé si puedo confiar, creo que sí, pero por ahora desde un lado muy distante. Confío en tu criterio, en tu generosidad, en tu humildad, en tu capacidad de amar y entregarte. El (mi) problema es que no sé si puedo ser la depositaria de todas esas cualidades que te veo y admiro. Todo esto, en mi cabeza. En lo real, recibo de vos todo el tiempo. Cada palabra tuya, cada abrazo, cada caricia, se me hacen carne, no me olvido nada, nunca. Podría hacer una lista larguísima de cada vez que me sentí feliz estando con vos, pero es como si a partir de todos esos hechos no pudiese armar la hipótesis más simple y más comprobable, “INSERTE AQUÍ EL NOMBRE REAL DE MR BLONDE AHORA CONOCIDO COMO EL INNOMBRABLE quiere a Celeste”. ¿Cómo hacer para dejar de pensar en términos de teorías, hipótesis y contraste con la realidad?
Quiero estar con vos. Y es la expresión de deseo más intensa que haya tenido. Más que el “por favor, quiero querer a alguien alguna vez” o que el “por favor que alguien me quiera”. Lo otro era mirar para arriba y pedir, esto va dirigido, tiene un blanco. Quiero estar con vos. Quiero que confíes en mí, que te dejes caer porque sabes que detrás te voy a estar sosteniendo. Que me des un beso cada vez que tengas ganas de darme un beso, que me llames cada vez que tengas ganas de escucharme, que no tengas la necesidad de pedirme abrazos porque te los voy a estar dando, siempre. Porque te quiero abrazar y besar y tocar todo el tiempo. Quiero que nos demos una oportunidad de algo más que vernos una vez por semana.
No quiero tener más miedo y sé que vos tampoco. Dejame entrar, y entrá vos. Aceptame, porque nunca tuve tantas ganas de aceptar a alguien. Te juro que pienso en todo lo que te quiero y me agarra una sensación extrañísima en el plexo, ahí te tengo alojado.
La definición no pasaba por dejar de verte o bancarme que no me correspondieras. Esto es definirme. Esto. Decidir que quiero tener un proyecto con vos, que quiero acompañarte a dónde sea que quieras ir y dejarme acompañar por vos. Querer coger con vos y con nadie más. Querer arriesgarme a decirte todo esto sabiendo que existe la posibilidad de que vos no quieras lo mismo. Esto me define como persona. Yo te quiero a vos. Te quiero a vos y no me importa si me conviene o no me conviene, si nos veo un futuro acotado o casi eterno. No puedo permitirme seguir dilatándolo. Si me hago la boluda una vez más, me recibo de discapacitada emocional, porque tener tanto amor por alguien y sólo darle una mínima parte es bajo, es egoísta, es horrible.
Animate, atrevete, dejá de escaparte, vení conmigo. Sabé que estoy para vos, siempre, en cualquier en momento y bajo cualquier circunstancia. Para lo que quieras. Tirá abajo la barrera. No hay barrera, vos sos la barrera. Yo soy la barrera. Seamos cursis y digámonos cosas lindas al oído, caminemos de la mano, llamémonos con apodos estúpidos, llenémonos de besos, todo el tiempo.

Y cuando terminé, pensé "wow". Wow porque hasta hace una hora estaba sacándole el cuero a más no poder. Wow porque ya casi no tengo registro de haber sentido todas esas cosas. Wow porque lo escribí hace casi exactamente dos años. ¿Tan rápido se desvanecen ciertas cosas? Wow por acordarme que nunca me respondió ese mail, que nunca lo nombró, que nunca nada.

sábado, noviembre 07, 2009

Una tía se mudaba con su familia a una casa frente al mar. Los iba a visitar y alguien me regalaba una pepa mientras iba caminando por la playa con mi remera de Faith No More. Después me encontraba con una compañera del secundario que me parecía una pelotuda destinada a una existencia de argentina básica -el concepto de argentina básica es tema para otro post, definitivamente-, y que me decía que todo el mundo había preguntado por mí en la reunión de reencuentro que habían hecho el sábado anterior. El final del sueño era genial, estábamos todas las mujeres de la familia mirando el mar; un mar desbocado, que avanzaba cada vez más y te golpeaba cuando menos lo esperabas. Y ahí estábamos, dejándonos tumbar, riéndonos cada vez que a alguna la agarraba una ola desacatada y terminaba escupiendo agua salada.
Probablemente tuve un sueño con agua y mujeres porque retomé un libro de los luminares de Liz Greene que me había comprado a principio de año. Mi luna -intempestiva, tan acuariana ella- se agita cada vez que le doy un poco más de bola y me tira estos sueños que me hacen extrañar la terapia jungiana y ver arquetipos en todos lados. En el libro este tiran un ejercicio para probar una cierta cuestión lunar, es fácil, recordar cuando uno era bien chiquito, cualquier situación en compañía de nuestra madre, registrar qué sensación nos daba esa compañía y sus reacciones. Mientras esperaba que la cola del pagofácil se agilizara, me acordé de un par de cosas, de cuando era bien chiquita, que tenían a mí mamá como protagonista. Es angustiante y raro, pero yo no me sentía cómoda con mi mamá, y hablo de cuando tenía tres o cuatro años, muy chiquita. No me gustaba pasar tiempo con ella, pero no por culpa de ella, si bien mi vieja a los veintipico era demasiado nerviosa, casi obsesiva. Ella le ponía onda, la que no tenía ni una pizca de entusiasmo era yo, que quería volver inmediatamente a lo de mi abuela, donde estaban mis tías, donde era el centro de atención; porque era eso, tenía la sensación de que a mi mama no le importaba mucho lo que yo pudiera llegar a decir, tuve esa sensación hasta hace unos años, cuando cai, por fin, en que mi madre no era un ogro disfrazado de capricorniana con ascendente en capricornio. Al final, llegó mi turno en la cola del pagofácil y medio que le di la boleta de telefónica a la chica con los ojos llenos de lágrimas; es que no está bueno sentir que hay algo que no cerró, que la Cel de cuatro años sigue pensando que su madre no le presta atención, que promete cosas que nunca cumple y que seguramente estaría más tranquila sin una hija hiperactiva, hipercuriosa, hiperdemandante, hipersensible, hiperegocéntrica y que nunca parece tener suficiente. ¿Cómo no proyectar todo eso en el presente? Estas cosas pasan cuando tenés a plutón en conjunción con saturno, y eso en cuadratura con la luna en casa 12; you just can't get enough, un barrilito emocional sin fondo. Posta, sin fondo.

Alguien en la radio dijo tom "crais". Me han cortado la inspiración y arruinado el mediodía.

viernes, noviembre 06, 2009

"¿Ven Ciega a Citas?", preguntó mi prima Fátima un ratito antes de comer. Algunos contestaron que sí, otros que no. Yo conté que seguí el blog pero que como no tengo tele, sólo miré el primer capítulo en canal 7.
"Ah, porque vos sos la protagonista, eh. Y tu hermana es la hermana, es tal cual", dijo mi tío Agustín, padre de mi prima, mientras se cagaba de risa.
Y todos se reían, porque claro, es re gracioso que en la tele haya un personaje que sea tan parecido a mí -según ellos-. Sí, qué gracioso. Qué descostillantemente hilarante es que toda mi familia esté segura de que soy una cínica sin remedio cuya única arma es la crítica despiadada.
Entonces el subnormal de mi tío Carlos, que es de esos que dicen "no creo en la psicología" y trataba de puto (sic) al hijo porque estudió Letras, me tira su discurso de morondanga que reza que yo no debería ser tan soberbia -y hasta ahí vamos bien, tiene razón- y empezar a ser más sumisa -y ahí ya vamos mal- en el sentido más machista que le podamos buscar al concepto de sumisión. Básicamente, que debería convertirme en una mosca muerta que promete monogamia a cambio de cenas en Puerto Madero (porque a las moscas muertas les re cabe Puerto Madero) y billeteras de marca, porque tampoco da el cuero como para agenciarse un tipo que pueda bancar una cartera, ni hablar de un juego de valijas; aunque creo que rifaría mi cuerpo por el juego ese valijas que tienen los hermanos en la última de Wes Anderson.
Por suerte, el tío Agustín y mi abuelito ven mi cara de odio mezclado con frustración y me sacan las papas del fuego, me defienden y me llenan de besos, abrazos y halagos.
Esos son hombres.
Con ellos sí, suave como la seda.

jueves, noviembre 05, 2009

No sé si alarmarme. El otro día estaba buscando un post en particular de este blog y me topé con uno en el que me quejaba de tener siempre alrededor el mismo elenco -de hombres, claro está-. Eso era en el 2007, y sí, el elenco era demasiado estable. Los mismos personajes durante años, las mismas dinámicas, los mismos planteos y las mismas inquietudes y confusiones de mi lado. Que si estaba enamorada o no de El Innombrable, que si con LlaveInglesa algún día podríamos darnos alguna vez eso que pensábamos que necesitábamos, que si fulano se ponía muy cargoso, que si mengano tenía novia y me llevaba a situaciones extrañss; siempre lo mismo. Durante años.
El 2008 fue el año del duelo. Caer en que ninguno del cast estable me terminaba de convencer, que los veía porque había una historia demasiado truculenta que me ataba, o porque simplemente no tenía otra cosa que hacer. Un año y un poco más de estar absolutamente sola, de elegir de corazón estar sola, y de rechazar casi cualquier oportunidad que se presentara; de celibato sufrido pero satisfactorio, de culto al onanismo y mucha charla reconfortante con amigas. En algún momento de Noviembre entendí qué era lo que tanto venía buscando y supe que no me quedaba mucho tiempo más de encierro, que tenía que salir a buscarlo y experimentar.
Un año después, y me cago en la puta, me doy cuenta de lo terrible: sin darme cuenta, en seis meses armé un nuevo cast, mucho menos enfermo y atormentado que el anterior, pero igualmente estable. Y de vuelta me encuentro en el medio de unos tipos que pretenden cosas de mí y me niegan otras. Que me hacen reír y enojar en partes iguales. Que están ahí y no se van. No se van.
Está bien, por ahora que se queden.
En un acto de generosidad sin precedentes, decidí regalarle a mi primo en su cumpleaños número 19 la otra entrada de mi voucher del pepsi rock. Durante un mes, cada vez que abrí el cajón del escritorio, ví la entrada y sufrí.
Hoy la puse en la billetera para dársela a la noche.
Lo peor de todo es que el pibe ni sabe quiénes son los Living Colour.

Entonces, me repito una y otra vez. "la próxima, pensá dos veces las cosas antes de hacerlas". Pelotuda.

miércoles, noviembre 04, 2009

Yo pensaba que estaba en Aries, pero no, para mí que la luna justo se puso en Tauro a las 10 de la noche, por eso nos compramos la remera.
Dedé, mientras caminábamos para la parada de 36.

Entonces ayer seguía con los llantos que salen de la nada y le suspendí a unas amigas con las que iba a tomar un café porque no sabía si iba a poder sostener una situación de corte social civilizado. Al final pasó Lau a buscarme por la librería y justo Gen iba para casa, y Dedé que andaba por ahí... total que nos fuimos todas para casa a tomar unas cervezas, comer ensalada de fideos y testear el porro que acababa de comprar el novio de Gen.
A las dos horas estábamos los cinco matándonos de risa. Más que nada porque Dedé es muy graciosa, creo que es la mujer más graciosa que conozco; y ni que decir que se potencia cuando tiene un público que la festeja. Entonces salta de una cosa a la otra, de quejarse de su madre a categorizar los compañeros de facultad. De teorías astrológicas extravagantes a sacarle el cuero a los cantantes latinos -"Arjona es un aborto de pájaro" será la frase que quedará para la posteridad después de la noche de ayer-. Mientras, Martín nos decía que teníamos que empezar a filmarnos. Es que eso ya lo hicimos, esos videos nunca deben ver la luz.
Cómo en seis horas te cambia la percepción de la realidad.
No se puede creer.

lunes, noviembre 02, 2009

Por ejemplo ahora, que acabo de salir del baño con los ojos hinchados, y mi jefe me pregunta no sé qué y yo le sonrío y le digo "claro, obvio", como si no fuera obvio que estuve llorando en el baño durante los últimos cinco minutos.. Pero el tampoco me va a decir "qué te pasa que tenés esa cara", porque los dos somos muy caretas, yo no pregunto sobre la relación espantosa que estoy segura que tiene con su mujer y él no se mete en mi vida privada. Me parece un buen trato; pero igual.
O no sé, cuando llamo a Dedé casi llorando y al rato estoy haciendo chistes porque no me banco a mí misma en esos (estos) estados. Entonces, claro, aviso, tiro una punta, digo "estoy mal", pero después me hago la canchera y la graciosa y la gente se olvida, porque se piensan que se me pasó, que no era para tanto. Capa sí es para tanto. No sé.
También pasa cuando voy a ver mis papás, no me sale, no hay manera de reconocer que no estoy tan bien como se suponía que tenía que estar. Porque tengo 26 años, y no tengo graves problemas, y digo que no quiero estar en pareja, y vivo en una casa linda, con linda gente y no sé, y todos calculaban que mi vida iba a ser maranillosa, que prometía tanto, cómo no tener una vida divina con tanto buen humor, con tanto potencial, con tanto, no sé.
Pasa todo el tiempo, entonces cuando me angustio un poquito, me enchufo una botella de vino, o un porro, o una pija, o una comedia con Will Ferrell, o todo junto. Por eso pasan meses y yo nunca lloro, porque siempre hay vino, o porro, o pijas, o pelis a mano -aunque no siempre todo junto- para evadirme. Hasta que un día cualquiera, mientras una señora muy simpática con un perro peludo me pide La Casa de Bernarda Alba, siento que ya no puedo más. Que no sé qué es lo que no aguanto pero que es iposible seguir careteándola; la señora se va y me largo a llorar. Y todavía no pude parar.
Y entonces calculo que es lógico extrañar a El Innombrable. No sólo porque fue el único tipo que me hizo sentir querida, sino porque también fue el único en poder calmarme los llantos sin necesidad de requerir a la evasión. Me abrazaba, me hacía hablar al respecto y me consolaba. Por suerte me doy cuenta a tiempo, no lo extraño a él, extraño la contención. Se supone que se puede encontrar contención en otros lugares, que hay vida allá afuera. Quién sabe.
En media hora salgo de acá ¿y qué voy a hacer?
Hay como tres vinos en la alacena, porro la riñonera que llevé ayer al recital, un videoclub a la vuelta y un vibrador en el cajón de los corpiños..
Eso si puedo dejar de llorar.
Algún día de 1996. María -mi hermana- y yo mirando music 21. De repente, el pianito de Easy. De repente, un pibe con toda la onda haciendo un cover de Lionel Ritchie.
- ¿Quién es este chabón?
- No sé, decía Faith No More.
- Está buenísimo.
- Sí...
- No no, está MUY BUENO.

Algún día de 2004. Clase de canto con Juan, mi ex profesor.
- Si tuviera que elegir tener la voz de alguien, de quien quisiera, elegiría la de Mike Patton.
- ¿El de Faith No More?
- Ajá. Todo el talento junto tiene.
- ¿No estarás exagerando, Juan?
- Vení, escuchá.

Algún día de Marzo de 2009. Con Fer en la cocina de Dedé, preparando canelones.
- ¿Vas a ver Radiohead?
- No. No tengo plata... Aparte nunca me gustó demasiado Radiohead.
- ¿Vos, Fer?
- Ni en pedo.
- Creo que la única banda que iría a ver en este momento, sería Faith No More.
- Uh, ¿Te imaginás si viene Faith No more?
- Yo me muero. Me muero de la emoción.

Algún día de Junio de 2009. Chateando con Fer.
Fer dice:
boludaaaaaaaaaaaaaaaaa, viene fnm!!!!!!!!!!!!!!
Cel dice:
fer, no juegues con mis sentimientos. está confirmado?
Fer dice:
es casi seguro.
Cel dice:
nooooooooo, me mueroooooo

Algún día de Julio de 2009. Suena el teléfono y es Lau del otro lado.
- Viene Faith No More. Las entradas se ponen en venta el Lunes que viene.
- ¿Voy a tener a Patton en un radio de 300 metros? ¿Voy a ver a Patton en vivo? ¿¿¿¿Lo vamos a ver Patton, Lau????

Ayer. Tipo ocho y media de la noche. Se apagan todas las luces. Suenan los acordes de un tema muy tranca. Un ratito después, aparece él, con una flor en el ojal del saco. Una emoción extraña me va recorriendo el cuerpo. Un subeybaja en el estómago, se aceleran las pulsaciones y bailo mientras estiro el cuello para verlo un poco mejor. Se escuchan voces alrededor, de mujeres, todas pensamos lo mismo, algunas lo dicen en voz alta.
Siguen con From out of nowhere y la gente se enloquece, veinte segundos duramos en el pogo con Dedé. Fue, oficialmente nuestro último pogo, aunque haya durado veinte segundos y un bajón de presión importante. Nos vamos un poco más lejos, un poco más a la derecha. Y lo veo, chiquito, pero lo veo. Y canto, y salto y sonrío. Sonrío durante todo el recital. Y me caliento. Es inentendible llegar a un nivel de calentura tal con un tipo que está a cien metros. Es inentendible y absurdo, pero está pasando. Lo veo en la cara de las chicas que tengo cerca. Patton debe estar sintiendo una oleada constante de calentura que lo tiene como única razón. Claro que no es sólo eso; también nos maravillamos con su voz, desde lo gutural hasta lo casi lírico, le festejamos las muecas, nos reímos de su español italianizado. Agradezco que Juan me haya hecho redescubrirlo. Salto, hasta que me canso y paro un ratito, para volver a saltar.

No nos quedamos para los Hosen, queríamos mantener el calorcito interno que nos había quedado después de Faith No More, después de cantar a grito pelado.

A mis 26 años compré mi primera remera de una banda, que funcionará como pijama, obvio, pero no deja de hacerme sentir un poquito pavota. Pavota pero feliz.