miércoles, diciembre 30, 2009

¿Soy yo la única que cuando está teniendo un momento apasionado con un tipo no le susurra su nombre de pila al oído?
¿es cosa de las películas yanquis o gente en esta ciudad lo hace?

Oh, Sharon.
Oh, Steve.

¿No es medio estúpido? ¿El otro no sabe cómo se llama acaso? Hay cosas que necesitamos reafirmar más que nuestra identidad en esos momentos.
¿O sólo es un recurso para que uno de los protagonistas diga un nombre diferente al de su amante y se arme la galleta?

Yo creo que las únicas ocasiones en las que llamo por el nombre de pila a un tipo con el que estoy es cuando tengo que dejar un mensaje en el contestador. "Hola, mengano, habla Cel....".

¿Notaron que tampoco se enjuagan la boca después de cepillarse los dientes? Digo, los yanquis en las pelis.
Qué gente rara, eh.
¿Cuántos álbumes de fotos en facebook tienen el nombre "variete"?
Yo me arriesgo y digo que uno de cada veinticinco.

martes, diciembre 29, 2009

En algún momento, en alguna charla, hace años ya, surgió el interrogante. Si se hiciera una película de tu vida, ¿quién te interpretaría? Había llegado a una conclusión que todavía me cierra bastante: Janeane Garofalo; porque siempre hace personajes que se parecen un poco a mí debe ser. También podría ser Maggie Gyllenhaall, sí, definitivamente. Vic decía que yo era muy Drew Barrymore cuando aparece de joven metalera en los ángeles de Charlie, con la diferencia de que yo escuchaba zeppelin, no sé, Drew me parece que me queda un poco grande.

El Innombrable era Billy Crystal, aunque me pesara, era imposible no verlo. Cada vez que veo When Harry met Sally se me dibuja una sonrisa de costadete; es raro enamorarse de un Billy Crystal.

Tomás no sé, nunca lo pensé ahora que me doy cuenta. Podría caer en lo fácil, decir que lo podría interpretar cualquiera de los pibes de The Big Bang Theory, pero no. El único actor que se me viene a la cabeza es ese que hizo de protagonista en la peli de los chabones superdotados del MIT que hacen trampa apostando en Atlantic City y Las Vegas, y no hablo de Kevin Spacey. Si no saben quién es, lo comprendo, esa peli la vimos Lau y yo nada más, estoy casi segura.

LlaveInglesa es simple, Vince Vaughn de cabeza.

Me puse a pensar en todo esto ayer, domingo, completamente colgada, fumando en el patio, con el sol dándome tibio en la cara. Aparece gente nueva en mi vida todo el tiempo, tengo que saber quiénes forman el cast.

Genève podría ser Penélope Cruz, en su faceta más Almodovar. Fantaseo y sueño seguido con un Matthew Broderick. A Damián, el novio de Ani, me lo imagino como Casey Affleck. Un muchacho que conocí por este blog hace un tiempo es muy Christian Bale en su época de Laurie en Little Women. A mi hermana le iría perfecto Angelina Jolie y el papel de mi padre lo interpretaría Kevin Spacey, sin lugar a dudas.

Así me pasé parte de la tarde, armando un elenco en mi cabeza. Después hablé por teléfono con mi mamá y no pudimos sacar quién haría de ella. Para mí, la que hacía de Sylvia Fine iría perfecto, pero no se lo dije.


lunes, diciembre 28, 2009

Últimamente no sé si tomarme un diclofenac con relajante antes de irme a dormir para no soñar o dejar que mi vida onírica siga su rutina perturbadora.
A veces está bueno, como cuando tengo una especie de sueño lúcido y empieza a pasar lo que a mí se me canta, o como esa vez hace unas semanas, en las que soñé que me metía en un sueño ajeno, bien a lo Freddy.
Otras, es un garrón. Como ayer, que me desperté de lo más contenta porque pensé que había vuelto con el muchacho ese con el que la pasaba bastante bien; claro que a los cinco segundos cai en la realidad de mi soledad y me pasé el domingo entero en un estado de semi angustia. O como hace un rato, que soñé que iba a hacer no sé qué trámite del CBC de Ciencia Política y me terminaba garchando al del departamento de alumnos que era un canoso de mirada seductora, casi cincuentón; y podrán decir que está bueno soñar que se garcha, y yo les digo que no siempre. Es como si mi inconsciente me estuviera piqueteando el descanso.

Cuando éramos adolescentes, no sé cuál de mis amigas decía que:
si soñás con comida, necesitás sexo.
si soñás con sexo, necesitás amor.

Claro que después me metí a estudiar psicología y me explicaron bien clarito que todas esas interpretaciones pedorras eran parte de la cultura popular y que poco tenían que ver con los sinuosos e inquietantes mecanismos de expresión del inconsciente. Y yo a ese profesor le creía todo, porque era alto, con una espalda enorme, sabía que le gustaba a todas sus alumnitas y agarraba el micrófono con una soltura de rockstar.

Apuesto mi ventilador a que esta noche sueño con asado de tira.

domingo, diciembre 27, 2009

Tres de la mañana.
Llegué del laburo, me hice un bife con ensalada y pensé que era hora de ponerme a leer un rato. Dos páginas me duró la voluntad, a los dos minutos estaba completamente dormida.
Volví a abrir los ojos a las doce y media de la noche. En estas dos horas y media miré un capítulo de The Big Bang Theory, lei un bastante más que dos páginas, comí unas almohaditas de avena y recuperé medio porro del tacho de basura de mi cuarto. Soy como George Costanza y el eclair. Y después de haberlo escrito, me pregunto, ¿es tan terrible recuperar el último medio porro de un tacho donde sólo había una botella de agua chiquita, unos boletos y un par de colillas de puchos? Para mí no es tan terrible; si en el momento de llegar a casa lo busqué, y al instante recordé que ayer antes de dormir había vaciado el cenicero en el tacho, me parece que lo lógico es no desperdiciar y meter mano. Lo encontré en dos segundos.
Hace instantes abrí el msn, un contacto tiene como mensaje personal "que linda que es la vida. saludos para todos".
Menos mal que me fumé ese porro.

miércoles, diciembre 23, 2009

Ayer, mientras Ita me hacía entrega de mis flores de Bach y yo le hacía un bailecito ridículo en el que bamboleaba el escote y cantaba algo así como "soy sexy" o andá a saber qué, Dedé interpelaba a su madre. "Las hiciste vos ¿no?" "¿Les pusiste brandy?" "Le deberías haber puesto más, es poco" "¿Pusiste primero el brandy, despuès las flores y despuès el agua?". Ita contestaba entre desganada e indignada y yo ya me estaba clavando las últimas cuatro gotitas del día, de lo más feliz y confiada.
Yo no sé si serán las gotas estas que me prepara Ita, si es Gershwin que suena a mi espalda, o qué, pero la paz y la comodidad que vengo sintiendo en estas últimas semanas es algo que no termino de entender del todo. Una sensibilidad que no incomoda, una tolerancia al fracaso que va en aumento, un abandono del cinismo que hasta me asusta. Noté, incluso, que me está cambiando la manera de hablar. Muy twilight zone emocional.

Menos plata, tengo todo lo que necesito.
A quién engaño, coger no vendría nada mal.

martes, diciembre 22, 2009

Parece que el sábado, en uno de esos suplmentos culturales que traen los diarios, salió una notita que decía que en la librería esta donde trabajo se podían conseguir libros usados a muy buen precio, cosa que es cierta. También decía que teníamos El Olor de la Guayaba, de García Márquez, a 8 pesos, una ganga. De todo esto me enteré ayer, cuando una chica vino a llevarse el libro y me mostró su recortecito del diario.
Hoy cuando llegué, acalorada y con mi característica cara de orto, habia una tipa esperándome en la puerta. La hice pasar y ni tiempo de sacarme los lentes y apoyar el morral en una silla me dio.

- ¿Me das El Olor de la Guayaba?
- Ya no lo tenemos más.
- Pero ¿cómo? Si salió en el diario que lo tenían.
- Claro, por eso mismo, salió en el diario y ayer se lo llevaron.
- Pero ¿no les queda otro?
- No, porque los libros usados los traen los clientes para canjear por otros. Entran de a uno. A veces hay más de uno de un cierto libro, pero un 90% de las veces, no.
- Pero ¿por qué pusieron una nota en el diario?
- Nosotros no pusimos la nota, de hecho, nos enteramos ayer.
- Ya sé, ya sé, ya sé. Pero ¿para qué la ponen ELLOS?
- ...
- Decime, ¿para qué la ponen?
- ...
- Te estoy hablando, a vos, sí.
- Pensé que era una pregunta retórica. Yo qué sé por qué la ponen. Porque deben tener una sección de librerías de usados y ponen como ejemplo ciertos libros que pueden llegar a ser atractivos para los lectores. Pero si la nota salió un sábado, es leída por miles de personas y vos venís un martes a las tres de la tarde reclamado, me parece que no es culpa del diario.
- Bueno, tampoco me contestes así.

Le estaba por contestar cuando apareció mi jefe.
Me fui para el fondo a refrescarme la cara. Para cuando había salido del baño, la tipa no estaba y mi jefe balbuceaba "esta conchuda..."

Con este estúpido episodio se agotó toda la paciencia que tenía destinada para el día de hoy. Por eso cuando entraron a pedir libros de sombreros, o de masajes, o de la vida de los pájaros, o de antigüedades, lo mandé a todos a patear Santa Fe y Corrientes.

El mantra se repite, incesantemente.
Va-ca-cio-nes.

Bah, más que mantra, es como un cantito de cancha.

Va-ca-cio-nes
Va-ca-cio-nes

lunes, diciembre 21, 2009

curiosa, infernal, simpática, insoportable, tímida, apasionada, apasionante, intensa, perceptiva, arrogante, egocéntrica, intuitiva, mental, increíble, misteriosa, canchera, gauchita, molesta, obsesiva, paranoica, insufrible, prejuiciosa, pedante, snob, megalómana, histérica, inteligente, divertida, divina, sensual, sexual, maternal, femenina, masculina, fálica, neurótica, contenedora, distante, desalmada, bruja, habilidosa, entrañable, extrañable, rápida, estancada, soberbia, humilde, cínica, emocional, absurda, irracional, desaprensiva, enferma, genial, talentosa, fria

Todas esas cosas me decía que era, y yo siempre me hacía la tonta y miraba para otro lado.
Pero cuando se echaba un poco para atrás, me ponía el pelo detrás de la oreja y me decía "bonita", yo bajaba la mirada y me ponía un poco colorada. Porque aunque sabía -y sé- que no soy bonita, elegía creerle.
Creerle a él era como un bálsamo, un alivio.
Y después de eso, nunca nadie tan transparente, tan perceptivo.


Igual, estaría buenísimo volver a elegir creer.
Siento en este preciso instante todas las consecuencias de una semana de excesos.
Lunes de ensayo y fernets hasta las seis de la mañana. Martes de insomnio por saber que al día siguiente el despertador sonaba a las 7. Miércoles de empanadas y flores con Dedé y Sol. Jueves de parrillita y champagne con Lau. Viernes de cerveza y porro con las chicas y un par de chicos de la banda. Sábado de pepa y despilfarro de dinero en taxis y tragos intomables con Lau. Domingo de resaca taladrante, posición horizontal y café colombiano.
Exceso de alcohol y de gente. Después de siete días de no tener más de una hora para mí sola, me siento ahogada, sofocada. Con ganas de tomarme un micro a cualquier lugar alejado, y pasarme tres días debajo de un árbol leyendo y mirando la nada.

Y todavía no sé dónde voy a pasar Noche Buena.

sábado, diciembre 19, 2009

Cuando duermo tres horas pasa esto. Me pongo intolerante y tengo ganas de amordazar a mi jefe para que deje de hablar pelotudeces. En este preciso instante, está hablando de San Luis y sus maravillas. Como si el progreso fuese tener wifi en todos lados.
Pasa, entonces, que me empiezo a acordar de todas las cosas que me molestan de él, como cuando antepone el artículo femenino "la" a la palabra tupper. LA tupper. "Ahí en LA tupper hay una empanada, ¿la querés?" y yo no puedo, aunque tenga hambre, agarrar una empanada de UNA tupper, porque me corre un escalofrío absurdísimo por la espalda y tengo ganas de asesinarlo.
Es de esos que dice "setiembre" y "la tequila".
Y le cambia el nombre a las películas.

El mantra de diciembre: Necesito vacaciones.

viernes, diciembre 18, 2009

Estoy en el medio de una semana a pura gira. Un día tras otro de acostarme a cualquier hora, de dormir apenas, de cabecear apenas me subo al bondi y estar como zombie en el laburo. También fue una semana de fernets, cervezas, champagne, flores y mucho asado. De reencontrarme con amistades y conocer nueva gente.
Era necesario salir del estado de viejachotez al que había llegado y el verano es ideal para soltarse y permitirse ser una irreponsable que está planeando faltar mañana a la librería porque hoy a la noche se clava una pepa con sus nuevos compañeros de banda.
Tengo cuatro libros sobre el escritorio, diez pelis en lista de espera y una pila enorme de ropa que debería lavar a mano. Ahí quedarán por un buen rato.
Tengo también mi talón de inscripción al Profesorado de Lengua y Literatura y pocas ganas de empezar el curso de nivelación en Febrero. Tengo ansiedad, un poco de miedo de haber quemado miles de neuronas en estos últimos meses y pero se contrarrestan con las ganas de volver a estudiar en serio de una buena vez por todas.
Tengo un buen humor insuperable y el frasco con flores de Bach en el bolsillito del morral.
No necesito nada más.

jueves, diciembre 17, 2009

- Esta vez tengo que tomarme mi tiempo. Siempre la cago cogiendo.
- Claro, esa es la especialidad de la casa. Señores, este es el menú Celeste. Como pueden ver, la caga porque es drogadicto. La caga porque es fóbico. La caga porque tiene novia. La caga porque es virgen. La caga porque eran amigos. La caga porque es inaccesible. Todo siempre acompañado de Luna en Piscis, Neptuno en 1 o Sol en 12.

Dedé está tan compenetrada en su rol de camarera que hace la mímica de estar mostrando un menú y aclara "¿ves? muestro con la mano, no se señala con el dedo". Nos reímos y nos ponemos a hablar de cualquier otra cosa.
Por eso, cuando ya llegó Sol, nos estamos preparando para tirarnos las cartas y las flores que tenía Dedé guardadas empiezan a hacer efecto, nos sorprendemos las tres cuando yo digo que lo que quiero en este caso particular es comunión. No sé si es la palabra o que yo no haya tirado una frase que incluyera la palabra "pija", pero sé que les di ternura. Sol habla de la luz, el destino y me ceba. Dedé me visualiza mucho más receptiva y me ceba.
Cebadísima estoy.
Y confiadísima.
Raro.

miércoles, diciembre 16, 2009

El lunes, mientras Sol lavaba los platos.
-Che ¿y El Innombrable?
- Hace más de un año que no lo veo.
- Qué loco, ¿no?
- ¿No saber más nada de él? Sí, pero por otro lado se siente como lo más natural del mundo.

Hoy al mediodía, en el local de Flor, mientras me hacía unos masajes.
- El otro día vino un paciente nuevo, me hizo acordar mucho a...
- ¿A...?
- Bueno... a ese que no se puede nombrar.
- Nah, ya fue. Decilo, Flor. Un paciente que se parecía a Nico.


Porque hace rato ya que dejó de ser Mr. Blonde o El Innombrable. Es Nico, un tipo con el que compartí infinidad de cosas durante unos años. Y medio que nada más. El seguramente está de novio, trabajando, haciendo sus cosas. Y yo también -el noviazgo se los debo-; y listo. Ya no fantaseo con cruzármelo en la calle, ir a tomar un té para ponernos al día y que él termine confesando que no se perdona haberme dejado ir. Ni imagino encuentros de acá a diez años en los que yo le cuento de algún hombre con el que estoy en pareja y muy feliz y él, derrotado, confiesa que no se perdona haberme dejado ir. Muy monotemática siempre fui en lo que respecta a este asunto.
Entonces ya puedo ver películas sin dejarlas por la mitad para acordarme en qué contexto la habíamos visto juntos. Y volví a escuchar canciones que estaban completamente vedadas. Estaba segura de que nunca más en la vida iba a poder volver a escuchar Bob Dylan o Frank Sinatra; pero miren como puedo, no se me mueve un pelo. Estaba segura de tantas cosas... él iba a ser el ancla que no me dejara conocer a otros hombres, porque, claro, nadie le llegaba ni a los talones. Y él tampoco iba a poder ¿dónde iba a encontrar a alguien como yo? ¿Cómo continuar cada uno con su vida si era tan obvio que teníamos que estar juntos?
Cienco meses de celibato y encierro fueron sólo el principio. Después, empecé a salir de vuelta, ni siquiera intentando sociabilizar, simplemente observando. El siguiente paso era acercarme, dejarme avanzar; ahí fue cuando le empecé a tomar el gustito. Y seguí, metiéndome en lugares que antes me tenía como prohibidos, conociendo, diciendo cosas que jamás había dicho, volviendo a sentirme cómoda en mi propia piel. Ahora estoy ahí, disfrutando del hecho de no desconfiar de cada tipo que se acerca, dejando que invadan, haciendo mis movimientos yo también; entro oficialmente en el juego.

Che, Nico, si por casualidad estás leyendo esto, perdoná por revelar tu identidad.
Es que ya no sos Batman. Sos Bruce Wayne.
- Igual... mi librería favorita...
- ¿Cuál es?
- Ahora que estamos en confianza te lo puedo decir, Celeste.
- Ok...
- Cúspide.
- Los puntos esos, ¿no?
- Seeeeee.
- Esos puntos...
- O me vas a decir que no tenés tu tarjeta de puntos Cúspide...
- En la billetera.

Y tuve que confesar yo también. Probablemente porque habían corrido demasiados fernets, me sentía cómoda en el sillón ese y eran las cinco de la mañana.
Que en una época me patinaba la mitad del sueldo en el Cúspide del Village Recoleta. Que con los puntitos esos chotos saqué un montón de libros.

Que mi jefe no se entere.

lunes, diciembre 14, 2009

Decidí entonces dejar de estar esperando lo que nunca quiere aparecer. Me cansé de tibiezas, de propuestas inconclusas, de la falta de feedback. Sin tristeza, sin rencores, simplemente aprovechar que por una vez tengo bastante en claro qué es lo que quiero de un tipo. Bueno, más que nada sé lo que no quiero, pero más o menos se puede armar un concepto más o menos copado.
Parece que la claridad mental y las decisiones acordes a esa claridad son algo de lo más sano y yo me había olvidado. Me encontró el mediodía de los más relajada y segura, recibiendo un mensaje de texto que me sacó una sonrisa, y también una respuesta afirmativa a una propuesta. Llegué al trabajo liviana, tarareando, contenta.
Abrí el msn, revisé los mails. Nos chateamos un rato y yo, aunque no lo tuviera en frente, me enrulaba el pelo y todas esas pelotudeces que hago cuando me cabe un pibe. Una sensación maravillosa.

Hasta que.

¿Hasta qué?

Hasta que.

Voy a comer de mi viejo, dijo.

de-mi-viejo.


Esta vez voy a hacer una excepción; voy a ignorar a esa parte de mí que se horroriza hasta llegar a límites insospechados por estas boludeces. Es difícil, pero se puede. Si pude bancar 6 meses con Tomás que escibía iva o estube, puedo con todo.
Yo puedo.
Se puede ¿no?

sábado, diciembre 12, 2009

Entra la mina, pide el de Ludovica -que cada año viene más choto, por cierto- y se pone a hablar de que es el libro más vendido de la Argentina, bla. Paga, pero antes de irse se pone a mirar los usados. Justo en ese momento, entra uno de estos que estaba (o está) de jurado en lo de Tinelli, que se peleó con no sé quién y que una vez se puso a llorar. Pide un libro para una piba de quince años, pero que no sea Crepúsculo, porque ya leyó la saga. Mi jefe le ofrece un par de cosas pero el tipo no va a comprar nada, se le nota en la cara; está apurado y ni siquiera quiere hacer el regalo ese; al rato se va. La mina que había comprado el del horóscopo chino tira un a los quince años habría que regalarles algo de feminismo, así aprenden de chicas. Entonces yo me rio, porque me imagino a una Celeste de quince leyendo El Segundo Sexo, escribiendo mujer no se nace, se hace con liquid paper en la carpeta. Parece que la mujer esta toma mi risa como pie para empezar con un discurso estúpido, trillado, insoportable, mediocre, que incluye frases como

porque ningún hombre sabe lo que es ser mujer
¿qué hombre sabe limpiar? nombrame uno
yo pensé que tenía tantas oportunidades como un hombre hasta que tuve a mi hijo

Lo peor de la situación es que mi jefe entra como por un tubo y se empieza a defender. Dice que cuando se van de vacaciones con la mujer, el que cocina es él. También dice que él hacía el pool para llevar a los pibes al colegio. O sea, le da más letra a la mina, que ya está enardecida y quiere salir a castrar tipos a la calle, se le nota en la mirada.

a los cuarenta años me hice feminista, dice, la pelotuda esta que se compra el libro de Ludovica.

Yo me revuelvo en mi silla. Simone, en su tumba.

Nota al margen: en este blog re bancamos a Ludovica. Que no se malinterprete.

viernes, diciembre 11, 2009

Se me ocurrió una especie de proyecto de escritura bastante estimulante hace cosa de un mes. El problema es que me quise hacer la Paul Auster y todo lo que escribí, lo escribí a mano, en uno de los cuadernos que me quedaron de mi efímero paso por la UNLP. Y aunque me cueste reconocerlo, el único motivo de hacerlo así, fue que me gusta mucho mi letra.
Ahora, cada vez que miro el cuaderno, que espera, tan naranja él, sobre el escritorio, pienso que debería ponerme a tipear algún día de estos. Pero ya se sabe cómo es esto de la paja; siempre gana.

Aunque se me acaba de ocurrir algo mejor. Esconder el cuaderno. En alguna caja, que junte polvo con viejos diarios íntimos y facturas del 2007. O en el fondo de algún cajón, olvidado junto con revistas y la funda para la compu. Y después, dentro de un año más o menos, abrir de nuevo el cuaderno y acordarme de todo en el momento de leer la primera oración.
Como encontrarse un billete de cinco pesos en el bolsillo de un pantalón antes de meterlo en la bolsa que va para el lavadero.

Como eso, pero mejor.

miércoles, diciembre 09, 2009

- Bueno, si el sábado me dan franco a la mañana, nos vemos el viernes ¿dale?
- No puedo. Trabajo el sábado a la mañana. No puedo salir el viernes.
- Cierto...
- ...
-...
- ¿Ves?
- ¿Qué?
- Lo que acabo de hacer. Estuvimos hablando, todo bien. Llego a abrirme un poco y automáticamente pongo distancia.
- ...
- De veras, boluda, vos no te das cuenta, pero yo sí. Es verdad que laburo el sábado a la mañana, pero siempre la termino bardeando los viernes. Dije que no podía para poner distancia. Es automático; ya me tiene podrida.
- Bueno, por lo menos ahora lo identificás.
- Siempre lo identifico.
- Bueno, por lo menos ahora lo verbalizás.
- No alcanza, Dedé. Con verbalizar no alcanza.

Dedé dice que no se puede creer lo mercuriana que ando. También dice que nunca me vio tan preocupada. Dice muchas cosas y mientras las dice yo no puedo ni mirarla a los ojos, porque sería demasiado, prefiero pensar que es una voz que sale de algún lugar y me tira un par de puntas. Porque si la miro me tengo que hacer cargo de todo lo que me dice.
Dice que basta de ser rebuenaonda recopadas merebancotodo yosolapuedonotenecesito. Y sí, yo asiento, aunque la luz esté apagada y no pueda verme. Asiento, pero por dentro, muy adentro, no tan adentro, a quién engaño, siento que sí puedo sola, que sí me banco todo, que necesito dis-tan-cia. Entonces me duermo con una angustia imposible de traducir en palabras.
Me despierto y la angustia no se fue, camino por el centro y lo mismo, sigue ahí. Me bajo mal del bondi y camino por Bolívar como diez cuadras y no se me pasa. Bajo las escaleras de la estación Perú de la A y hago la combinación con la D como una zombie, escondiéndome detrás de los lentes, porque no puedo tolerar ni siquiera la mirada de los desconocidos. Desde Catedral hasta Facultad de Medicina una nena de rulos me mira, yo también la miro un poco, pero siempre desde detrás de los vidrios casi negros.
Sobre Córdoba hay un olor insoportable, son los huevos aplastados de los recién recibidos que se van pudriendo después de andá a saber cuánto tiempo de estar ahí. Las arcadas son lo único que me sacan del estado ese de desdoblamiento, es como si me despertara, justo a tiempo para cruzar la avenida antes de que se vengan todos los autos encima.

sábado, diciembre 05, 2009

Que sobrevaloraba el amor, me dijeron hace unos meses en una charla por msn. Y yo, toda cocorita, abrí grande la boca, puse cara de sorprendida y le empecé a hablar al monitor. ¿Y vos qué sabés? ¿Eh? ¿Qué es lo que sabés de mí? Que vos lo desvalorices no quiere decir que yo lo sobrevalore. Pero decidí no decir nada. Porque esta persona conoce lo suficiente de mí como para emitir tales juicios, porque yo no tenía ni idea acerca de su valoración del amor y porque si había saltado tan alto frente a una frase, era porque habían destapado algo que tenía intenciones que permaneciera oculto.
Y entonces, como cuatro meses después me acuerdo de ese día y le doy la razón. Esa idea que tengo de amor es completamente desproporcionada. No existe. Y si existiera, sería un garrón, no me lo podría bancar, no podría, bajo ninguna circunstancia, hacerme cargo. Me resultaría sofocante; me quejaría incesantemente, lo despreciaría.
Se siente como un deja vu, porque ya perdí la cuenta de cuántas veces llegué a esta misma conclusión a lo largo de los últimos años. Sin embargo, tiene el mismo efecto cada vez que sucede; me sorprende para después paralizarme. Tropiezo, entonces, una y otra vez con la piedra de mi histeria, que dice que el amor es como en los culebrones, apasionado, inflamable, sufrido, desencontrado, para después hacerme rechazar cualquier atisbo de intensidad, propia o ajena.
Hago este duelo una vez más. Porque la Andrea del Boca que llevo dentro se me muere un poco cada vez que decido quitarle presión a todo el asunto este. Y me angustio, porque no sé ser sin todo eso a cuestas. Debe ser por eso que siempre vuelvo al estado anterior.
Si alguna vez tengo una hija, no la voy a dejar ver novelas.

viernes, diciembre 04, 2009

jueves, diciembre 03, 2009

Todas las minitas mayores de 24 años cuyos apodos terminan en la letra u, son moscas muertas.
Pilu, Milu, Tatu, Celchu, Chechu. Ustedes entienden.
En serio, es un hecho comprobado.


Ah, me acabo de dar cuenta. No entraría como excepción porque la máxima se basa sobre apodos que son deformaciones de los nombres originales, pero igual. Lau no entra. Lau es mi amiga que anda de viaje por Ecuador y es lo más de lo más.
Mi mamá es de esas que vé películas con mensaje. Lo dice así, mensaje. A vos, Cele, no te gustó X película, porque no entendiste el mensaje, dice. ¿Qué se supone que es el mensaje ese? ¿Acaso no todas las películas tienen mensaje? ¿Por qué esa loca búsqueda de la moraleja? ¿No podemos sentarnos a ver una peli sin tener la necesidad de debatir las motivaciones de los personajes durante dos horas después de verla? Entonces pasa que, juntas, sólo podemos ver comedias románticas -aunque desde que me empezó a apodar Bridget Jones ese género quedó descalificado- y películas de época, de reinas, intrigas y vestuarios y direcciones de arte increíbles. Con nadie más podría haber ido al cine a ver Casanova o esas con Cate Blanchet haciendo de reina
Mi papá no es tan pretencioso en sus gustos. No busca mensajes encubiertos en giones mediocres, él quiere historias. Historias que lo hagan reír, que le den miedo, que lo emocionen; no importa de qué sea la historia -mientras no sea romántica-, lo importante es que esté bien contada. Y aparte, es hombre, le caben las de catástrofes, monstruos y tiros. Con él se abre un poco más el espectro de posibles películas a compartir y también el de diálogo post-peli, porque, a diferencia de mi madre, se limita a hablar de la película, no del metamensaje filosófico o espiritual o moral o blah, no, se habla del argumento, de las actuaciones, de la dirección, de la fotografía, del guión.
Ir al cine con mis viejos es un garrón. Mi papá quiere ir a ver cualquiera de ciencia ficción o terror o acción; mi mamá pone cara de orto, lo trata de infantil y propone dramas agrios, llenos de lágrimas y gente insatisfecha. Mi hermana y yo -que tenemos un gusto muy similar- tratamos de no tomar partido y mirar para otro lado. Es así como alguna vez mi madre se levantó de su butaca porque no soportaba ´ver más naves espaciales en la pantalla. O me acuerdo de otra vez en la que mi papá se fue en el medio de una con Jennifer Aniston y Kevin Costner, enojadísimo, indignado; y creo que ni siquiera esperó a que saliéramos, enfiló derecho para su casa.
Entonces, no me siento culpable por haber arreglado con Genève y su novio para ir a ver 2012. Porque sí, las apocalípticas siempre fueron patrimonio familiar, lo sé. Pero el sólo hecho de imaginar a mi madre hablar de las profecías mayas me crispa un poco los nervios, y no por las profecías en sí, sino porque apuesto mi sommier a que termina hablando de Chopra y de cómo si nos sintonizamos, podemos evitar la hecatombe. También imagino a mi papá revoleando los ojos, cargándola, hasta colmar su paciencia. Recreo una pelea en el medio de la calle, con gritos incluídos.
Porque al cine, siempre sola, salvo las de se termina el mundo.

miércoles, diciembre 02, 2009

Un día como hoy, por ejemplo, en el que me empiezo a quejar de todo. Entonces no entiendo a la gente que escucha Coldplay, y The Killers, y Keane y demás tibiezas en sus casas; porque a mí me parecen bandas que sólo escuchan los oficinistas que esperan ansiosamente el after office de los jueves, son bandas para escuchar dentro de una oficina ¿cómo es que a alguien se le ocurre escucharlas en cualquier ámbito que no sea laboral? De veras, pienso en The Killers y automáticamente me acuerdo de Cameron Diaz en The Holiday, saltando y cantando a los gritos como pelotuda, sintiéndose mil. De Coldplay lo único que me gusta es la esposa del cantante, sí, porque Gwyneth fue Margot, y aunque traté de no caer en el cliché de desear ser misteriosa, enigmática, un interrogante, no pude, creo que cuando pienso en Margot me dan un poco de ganas de ser rubia.
Me enojo por todo, porque hay demasiadas nenas que se llaman Sofía. Porque toda la gente entra y pregunta "¿Comprás libros?" y ponen cara de decepción cuando contesto "No, sólo canje". Me molesta que una palermista -con la caracterísitca cara de orto que portan todas las palermistas que se creen tan cool- cuestione a la cajera del chino en asuntos del vuelto, con mucha mala onda, sin antes haber contado bien la plata, sin darse cuenta de que la que estaba equivocada era ella. Me enerva estar a merced de un estúpido que no decide qué prefiere, si preparar un final o cogerme un rato. Todo me desquicia. Tengo los cables pelado.
Hacía mucho que no me sentía tan Celeste, tan yo. Es la luna llena.

martes, diciembre 01, 2009

Acabo de ir a los chinos a comprar un yogurt. Y no, a mí no me importa y les compro lácteos a los chinos. Ay, que apagan las heladeras a la noche y no sé qué; ¿a mí quién me garantiza que Coto no hace lo mismo?; bueno, ponele que pasás de noche por el frente de un Coto y ves las luces prendidas de la heladera, pero ¿qué puedo decir? después de haber pasado un invierno sin heladera les puedo asegurar que los lácteos vienen con tantas pasteurizaciones y bacilos y blabla que se la re bancan sin heladera.. No voy a caminar 3 cuadras, buscar entre las interminables góndolas del carrefour y hacer una cola con palermistas amargos sólo por un yogurt con frutas.
Tengo que hacer yogurt casero, pienso, mientras manoteo uno con duraznos. Como veo que vence pasado mañana, lo dejo, porque en algún lugar pienso que si le faltan dos días para vencer debe tener gusto más feo que el próximo que agarro, que caduca el día de Navidad. También me acuerdo de que tengo un postre Ser que venció el 8 de Noviembre y todavía no tiré. Toda una historia, la mía con el yogurt.
Y mientras lo como, le pregunto a un par de contactos si me eliminaron del messenger, porque según la computadora de mi jefe, me eliminó un 20% de mis contactos. Y claro, todos dicen que no, como es de esperarse, nadie me va a decir que sí, que no le importa tenerme en su lista de contactos y que de hecho prefiere no verme conectada, con mis fotitos y mis mensajes personales que siempre están en inglés porque yo soy de esas que ponen pedazos de canciones de Fiona o una sola palabra, onda *oblivion* o *sabotage* (de vuelta ando sin comillas) para hacerme la interesante o la misteriosa. En otro orden de cosas, odio a la gente que todos los días se cambia el nick del msn, digo, para eso pusieron el puto mensaje personal, para dejarle mensajes de subnormal a tu novio o que describas tu estado de ánimo DEBAJO de tu nombre, sólo me lo banco en mi hermana y un par de primos, pero porque son más chicos. Lo que no entiendo es cómo un bolas tristes de treinta años me bombardea con sus *Repasando mucho* o *Mi amor como te quiero gracias por estos diez meses* acaba de iniciar sesión.

Cómo se nota que en esta librería no hay nada para hacer, eh.