jueves, diciembre 11, 2008

Hace veinte días.
Le pedí a mi mamá que buscara mi título secundario.

Hace diez días.
- No lo encontré, Cele.
- Fuck.
- Está el diploma, eso sí.
- Mamá ¿qué me estás diciendo? ¿Voy a ir con el diploma enrolladito, la medalla de mejor compañera y las pruebas en las que me saqué más de ocho para anotarme en la facultad? Necesito el título. El-tí-tu-lo.

Hace ocho días.
- No te hagas problema, querida. Te hacemos el duplicado en una semana. Vení mañana, llenás el formulario y listo.

Hace siete días.
Vuelvo a entrar a la que fue alguna vez mi escuela secundaria. El pelado de la puerta, que está asombrosamente flaco, es lo único que está más o menos igual. Tampoco investigué mucho.

Hoy.
Pasé a buscar el bendito duplicado, la mina de Alumnos me mandó a sacar fotocopias y tuve que aguantar a un subnormal en la fotocopiadora. "¿estás leyendo la Barcelona? Le toman el pelo a Darín ¿no? Pobre Darín, eh". Hice las copias, miré de reojo a algunos adolescentes más que agradables a la vista, volví a la escuela y terminé el trámite con un amable "Que tengas un buen día" de la señora que me atendió.

Mañana.
Me levanto a las 6 de la mañana. Para ir a La Plata a anotarme. En la Licenciatura en Física. Y por la Física no me voy al Cabo con las chicas. Por la Física voy a tener que hacer el viaje BsAs-La Plata- BsAs todos los días. Voy a tener que pedir una calculadora guachiguau para Navidad. Voy a tener que madrugar desde el 2 de Febrero. Voy a tener que codearme con ñoños de 18 años recién salidos del secundario. Y más allá de todo, no veo la hora de empezar.

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