viernes, octubre 14, 2011

¿Alquien se toma el 141 regularmente? ¿Alguien tuvo que sufrir el acoso psicológico del señor de los poemas? ¿No?
Bueno, la cosa es más o menos así. El tipo se sube en Scalabrini Ortiz y Córdoba y le cuenta a la gente que él escribe poemas, que la sensibilidad es un valor en desuso, que él de corazón te da su obra y que por favor se la aceptes amablemente. Avisa que todo esto es gratis, que si alguien quiere colaborar, él encantado, pero que si no, con una sonrisa le alcanza.
El tipo se te para al lado y te enchufa el papel, más allá de que le digas que no. Bueno, tampoco es que te lo encaja, pero dice cosas para que te sientas mal si no se lo agarrás. Y despuès no deja que se lo devuelvas. O sea, es un psicópata. ¿Cómo va a andar generando culpa de esa manera? Y no le importa nada; vos le podés decir que ya tenés, que no te interesa, que tu religión no te lo permite y el viejo se caga en tus límites y sigue tratando de convencerte. Y ponele que el viejo claudica y no te deja la papeleta, te sentís para el orto, culpable, porque sos la única persona en el bondi que no le da valor a la sensibilidad.
Para mí, no es poeta un carajo, es un sádico que disfruta con el malestar de los pasajeros que no tienen monedas o un billete chico para darle.

6 comentarios:

Matías dijo...

Tiene perfil de poeta... y haría lo que la mayoría de los poetas harían.

Todo su artilugio, no sé, tiene una ironía encantadora jaja

Guillermo Altayrac dijo...

Vos porque no viste el que se subió hace unos meses al 19 en el que yo estaba viajando.
El mío entregaba estampitas de Cristo. Con el mismo método. Que si no le dabas guita, tampoco le devuelvas la estampita. Pero el estilo de este hombre era agresivo.

«¡Si alguien piensa que yo vengo a recibir sin dar nada a cambio, que no me humille!», repetía. «¡No me obliguen a tirar una moneda de un peso al piso para ver quién la levanta!»

«¡Si hay diferencias de credo, no nos vamos a poner de acuerdo! ¡Esas son irreconciliables!»

Y cuando una chica le quiso devolver la estampita: «¡¿QUÉ ME LA DEVOLVÉS?!»

Establecí contacto visual con el tipo. Avanzaba hablándome a mí, mirándome a los ojos. Me tenté y tuve que disfrazarlo de muecas y rascarme la nariz.

Guillermo Altayrac dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Guillermo Altayrac dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Guillermo Altayrac dijo...

Esta máquina anda para el ojete.
Tuve que eliminar las otras entradas porque eran la misma, pero por triplicado.

Cuánta burocracia, cuánta burocracia...

Abrazo.

c. dijo...

Y encima sus "poemas" son malos.