Pedíamos una parrillada para compartir, armábamos un cigarro con tabaco y hachís y nos tomábamos un taxi hasta el centro. Ahí, nos encontrábamos con el resto de la gente y no sé, pasaban cosas raras. Esas cosas raras siempre involucraban mucho alcohol, tipos y amanecer en una cama metida en una habitación, metida en una casa de algún barrio inverosímil como Villa Ortúzar o Versalles.
Nunca cogí tanto ni tan mal en la vida.
No extraño tanto tener veintipocos, ahora que lo pienso.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
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