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sábado, octubre 23, 2010

Ayer mientras iba por Salguero rumbo a Santa Fe fui aminorando el paso porque detras de mí venía una parejita casi a los gritos. Sí, soy una chusma. La cosa es que el pibe -que tenía un manejo de la palabra casi sexy- le dijo a la chica "salí de ese cuadradito nefasto donde vivís, por favor" y no se refería a un monoambiente. Después crucé la calle y me quedé con las ganas de saber qué iba a pasar después, pero también me quedé pensando en esos lugares que uno habita en su cabeza. Si sabré de cuadraditos nefastos...
Después me tomé el 29 a lo de Laurita y cancelamos la salida al cine para quedarnos en su cocina hablando. Con las geminianas se puede oscilar entre lo más íntimo y la abstracción más distante con una soltura que aliviana las angustias. Salvo que esas angustias no deban ser alivianadas sino atacadas, machacadas y transformadas, claro.

"¿Cuándo estoy?, ¿en qué momento se puede constatar una real presencia? Si lo único que hago es dejar todo a medio anudar ¿en qué clase de persona me convierte eso?, ¿qué clase de persona soy?"
Después de eso, uno de esos silencios que podrían extenderse hasta siempre, porque el otro acompaña en ese momento maravilloso del no-sonido, de la mente aquietada por la revelación y el abismo ante lo desconocido. Un silencio de llanto inminente sin pensamiento, sin necesidad de entendimiento, sin necesidad de intelectualización.

Esto yo ya lo viví.

sábado, febrero 06, 2010

Me acaban de hacer acordar del tipo ese que se subía al tren con una sonrisa enorme y predicaba "sólo el amor salvará al mundo". Y entonces, todo el vagón se ponía contento y todos le dábamos un montón de monedas. Después, yo hacía un par de cuadras hasta la multinacional y me iba olvidando. Olvido de negación, olvido de mentira por saber que sí, que yo al viejo ese le respetaba su premisa pero ¿de qué valía mi respeto si yo no era capaz de poner en práctica nada de eso? ¿Para qué convertirme en una de esas que piensan que sí, que las cosas pueden cambiar, pero que mejor las cambien otros?

Que el gobierno haga algo, que los otros practiquen eso del amor, es lo mismo. A mí no me sale, o me sale a veces, contadas veces. Porque la verdad es que en el momento que se avista un riesgo, me echo atrás, no sea cosa de quedar en evidencia, no vaya a pasar que mi amor no sea enteramente correspondido y mis deseos queden expuestos ¡qué terrible sería eso!
Entonces mi amor es siempre seguro y fiel. Si vos me querés, yo te quiero. Así pasa con mi mamá, mi hermana, mi papá, el resto de la familia, los amigos. Todos los que excedan esos ámbitos estarán sometidos a mi miedo infinito, a mi inseguridad, a mi incapacidad de demostrar interés y a mi desconfianza crónica.
¿Qué clase de amor puedo ofrecer yo? Uno que no quiere pisar si no es en firme, uno que piensa que podría ofrecerlo todo pero mejor no, mejor en otro momento, cuando el pronóstico sea más favorable. ¿Quién puede querer esa clase de amor?
Convivir con esto, todos los días. No ver posibilidades de cambio por sentir que el daño es irreversible, que la herida es incurable. No puedo ni empezar a explicar cómo se siente. No tengo palabras. No tengo nada.

jueves, enero 28, 2010

Cada día más parecida a tu mamá, vos. Eso me dijo una amiga de mi tía allá, en el valle. Y qué loco, porque sí, capaz que me parezco a mí mamá, y a mis tías, y a toda la parte de mi familia por parte de abuelo materno; pero a mí eso no me interesa, porque sí, tenemos todos los mismos rasgos y blah, lo sabemos muy bien todos.
Acá el tema es otro. Lo que me da mucha intriga es la otra parte que puso sus cromosomas para que yo esté escribiendo acá, sentada en la cama, y a la que nunca le vi la cara. ¿Seré parecida? ¿Tendré, desperdigados por ahí, hermanos con los que compartimos gestos y expresiones? Esas cosas.
Entonces me miro en el espejo y busco, busco algo que nunca encuentro.

jueves, enero 14, 2010

Entonces me entero de que el cáncer de mi tía se fue a los huesos, que es un hecho. Que la quimio es el único recurso y que menos mal que la empezó. Que las posibilidades son pocas, pero el panorama podría ser peor. Que crucemos los dedos por que no vaya a las piernas.
Hace tres días que no puede probar bocado y ni siquiera puede levantarse para ir al baño.
Esto, esto que siento ahora es jodido. La culpa por haberme alejado de ella los últimos años, el amor inconmensurable que le tengo, los reproches que le hice de frente y a sus espaldas, el saber que sin importar qué ella siempre estuvo para todo lo que necesité.
Y no sé. No sé qué hacer