Me siento como en una de esas novelas de Verónica Castro en las que ella le hace promesas a la virgencita de Guadalupe a cambio de obtener lo que más anhela.
Claro que en esta situación no hay en juego cosas demasiado anheladas y yo vengo a ser la virgen de Guadalupe.
Ja! La virgen.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
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