"¿Qué pasó con rulitos?" me preguntó Geneve y yo me hice la tarada. Al rato, lo mismo, y justo Sol empezó a hablar de la pena de muerte (¿cuántas veces vamos a tener la bendita charla sobre la pena de muerte?). A la tercera no me pude escapar, tuve que contar.
Explicar qué (no) paso con rulitos es un engorro. Es de esas cosas montaña-rusa (no la experiencia adrenalínica, sino el programa de tele que veía religiosamente a los 11 años), me-dijo/le-dije/no-sé-qué-onda-el-pibe, en las que caigo indefectiblemente. Es que no me sé manejar; oscilo entre la inadaptación absoluta al medio (entendiéndo por "medio" al sexo masculino) y unos aires de femme fatale que no dejan de sorprenderme.
Sol agitaba las manos y decía "Decile que tenés una estela en sagitario".
Dedé corregía a Sol. "No es estela, es stellium".
Geneve no paraba de reírse. "¿Cómo le vas a decir que si el universo los cruza le seguís contando? Sos una boluda".
Yo revoleaba los ojos. "Ya sé, ya sé. No me entero de nada".
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.