martes, enero 17, 2012

Me gustaría esribir sobre cosas lindas que me están pasando, pero no me sale. Si pudiera, escribiría un post sobre sábanas hechas un bollo, gin tonics y risas con amigas; pero no me sale, no me surge, no me dan ganas de romper la política personal de reserva de la intimidad que se me autoimpuso hace un tiempo. Me gustaría escribir también sobre la liviandad que me abraza y sostiene cuando no estoy atacada por la angustia, que se traduce en la risa fácil y la claridad a la hora de elegir objetivos.

Hace un tiempito, estaba en la terraza de una de esas casas devenidas en centros culturales y un chico que es tan dulce como deseable se me acercó un poquito a la oreja derecha para decirme algo. Mientras el aliento cálido me pegaba en el cuello y yo me ponía un poco nerviosa -como cada vez que un muchacho lindo se nos acerca un poco más para decirnos algo importante al oído-, me dijo que la libertad es saber para qué vino uno a este mundo y animarse a serlo.
Bueno, a veces, cada vez más seguido, me da la sensación de que estoy empezando a vislumbrarlo. Y sonrío.

4 comentarios:

La Criatura dijo...

pasa en las películas, le pasa a Cel

c. dijo...

leí varias entradas ya pero creo que nunca comenté nada.
me gusta mucho tu blog. eso.
un beso :)

Cel dijo...

Criatura, ay, ¿viste? estoy en la cresta de la ola.

c., gracias =)!!!

Guillermo Altayrac dijo...

¡Bien ahí, Cel! ¡Bravo por esa sensación!
Que cada vez pase más seguido.
Abrazo.