miércoles, junio 28, 2006

Tenemos al clásico que tira la piedra y esconde la mano.
Al que no tira ninguna piedra nunca pero que no se cansa de mostrar la mano.
Aquel que no tiene manos pero no pierde la oportunidad y te patea la piedra.
El que no tiene piedra pero después te la hace aparecer desde detrás de la oreja.

Oh sí, sres.! En la variedad está el gusto.

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