Tenemos al clásico que tira la piedra y esconde la mano.
Al que no tira ninguna piedra nunca pero que no se cansa de mostrar la mano.
Aquel que no tiene manos pero no pierde la oportunidad y te patea la piedra.
El que no tiene piedra pero después te la hace aparecer desde detrás de la oreja.
Oh sí, sres.! En la variedad está el gusto.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
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