Hace un par de días soñé que iba a un nuevo psicoanalista. Se parecía a uno de Grey's Anatomy, no me acuerdo el nombre del personaje, pero no era el de Patrick Dempsey, una pena. Tenía puestos unos joggins grises y un sweater marrón, la cristalización del malgusto... Aunque por otro lado tenía un algo medio sexy, un halo de "ya estoy de vuelta" más que atractivo.
Tenía el consultorio en un aula de la sede de Independencia de la facultad de Psicología y cuando terminaba de dar clases, hacía pasar a los pacientes, que en vez de recostarse en un diván, tenían que sentarse en esas sillas con mesita tan incómodas.
El tipo me recibía con un abrazo de oso y tengo que reconocer que hacía poner muy incómoda, incómoda de revuelto en el estómago, incómoda de "ay, me gusta". Me ofrecía un vaso con agua amarronada y me hacía tomar asiento. Yo le contaba de mi relación con Tomás (sí, Muchacho se llamaba Tomás) como si hubiéramos cortado recientemente y tengo la sensación de que tenía unas ideas muy acertadas y esclarecedoras acerca de cómo me manejo con los hombres, pero claro, justo de esa parte no me acuerdo nada de nada, represión, que le dicen.
Al final de la sesión, me daba una pastillita con un dibujito de una carita sonriente y me decía "bueno, mientras te tomes esto, vas a ver que nada te va a importar demasiado".
Caminaba más o menos 3 cuadras con la pastillita en la mano, tratando de decidir si tomarla o no. Paraba en un kiosco, compraba un agua Ser mandarina naranja y me tragaba el smiley.
Mucho mejor fue el sueño del viernes a la noche. Yo podía ver el futuro y Mr Eko leía los pensamientos. Mientras le hacía masajes en esa espalda enorme y viril que tenía, le decía chanchadas con la mente.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.