viernes, diciembre 03, 2010

Cuando tenés 15, 18, 20, 23 años que te guste o no un flaco está determinado por una serie de variables: música que escucha, carrera que estudia, instrumento que toca, ideología política, libros que lee, directores de cine favoritos (y si no sabe nada de directores, ¡next!), estilo al vestir y cada una tendrá su juego particular de etecéteras.
Sí, sí, después te enamorás de uno que escucha Jóvenes Pordioseros y estudia Organización de Eventos y la vida te tapa la boca. O al contrario, siempre salís con muchachos con buen gusto, ideales e intelecto inquieto y resulta que a la final terminan siendo unos neuróticos tibios que sólo se permiten escribir historias y nunca vivirlas en carne propia. Se imaginarán cuál de los dos casos me toco a mí.

Cuando tenés 26, 29, 32 años esas variables que antes determinaban el curso de un vínculo ya no tienen tanto peso. Qué importa si se sabe todas las letras de Sabina, devora Sidney Sheldon y vota como gorila. No, bueno, esto último sí importa. ¿Realmente tiene importancia que sea artista plástico, estudiante de física o abogado? No, bueno, abogados nunca más; y ya que estamos, guitarristas tampoco.

Y recién ahora me doy cuenta. Mi manía por etiquetarlo todo me movió el eje durante muchos años. Ahora las variables determinantes son completamente diferentes.
Me he convertido en una romántica. Quién lo hubiera dicho.

12 comentarios:

ene dijo...

Es verdad lo que decís, cuando somos más chicas hay varios factores que influyen que son tan superficiales; la musica que escuchaban era uno muy importante para mi!
Contá que variables son las importantes ahora

Mary Reed dijo...

Yo me enamoré a los 26, de un tipo que JAMAS de los JAMASES hubiese mirado.

Demasiado prolijo, demasiado ordenado, demasiado programado.

Así, como un cachetazo, un día dejé de etiquetar. Sin darme cuenta.

Date tiempo. El amor nada tiene que ver con eso. Sí es escencial que compartan el interés por al menos UNA cosa.

Pero la diversidad, a veces puede llegar a ser fascinante.

Un beso.

Soria dijo...

todos los libros pertenecen a algún géneros literarios. así pasa también con los hombres.

Cel dijo...

ene, hace un tiempo salí con un pibe que hablaba mucho de "la buena vida", cuando le pedí que me explicara qué era "la buena vida" para él, me quise pegar un tiro. así que la variable determinante es esa: definición de "la buena vida". después hay otras, claro. cuáles son las tuyas?

Mary Reed, le digo sí a la diversidad!

Soria, entonces sabés qué pasó? dejé de leer lo que se suponía que debía leer para empezar a leer lo que sea, pero que me conmueva, que me llegue.
vos qué género literario serías?

nadie dijo...

las viva como las viva, hay algo que el cuerpo aprende y es la tensión de sentir. eso en un punto, es el romance.
nunca perder jamás, el sentido y la tensión de esa tragedia que es el romance

uno la puede escribir, pero nohay como vivirla

La Criatura dijo...

¿romántica, resignada o entregada?

no desespere cel, ya le aparecerá su alan pauls...

Bugs~ dijo...

me gusto el titulo del blog, y me gusta como escribis genia.
saludos

Cel dijo...

nadie, en una época esa tensión corporal, el romance, se convertía en síntoma. ahora renace de una nueva forma, fantástica. y no, no se escribe. no sé, yo no tengo demasiadas palabras para eso.

Criatura, entregada como una niña ante el primer helado del verano.

Bugs, =)!

Lucercita dijo...

oye, oye...los abogados tenemos onda!!

Cel dijo...

Lucercita, ay, mirá, no sé... lo único que sé es que nunca más.

Soria dijo...

Soy Fantástico.

Agos dijo...

Y de bajistas, ni hablar. Yo también resulté ser una romántica...