martes, abril 19, 2011

Estoy en una de esas épocas en la que no puedo ser demasiado expresiva y me callo todo. Tomo distancia y me evado la mayor parte del tiempo. Evito emociones fuertes y le esquivo a los vínculos que más me movilizan. Es como si tuviera una compuerta en la garganta, que controla todo lo que digo y no deja salir más que un "bien" cuando me preguntan cómo estoy. Y no es que esté mal; no estoy, o estoy en un lugar muy llano en el que no pasa nunca nada, la pampa de las emociones, la estepa del alma. La estepa del alma, qué boluda.
Pero bueno, la cosa es que reaparece mi fantasía de cabecera: aislamiento total y autosuficiencia absoluta. En este estado no puedo entender cómo durante el resto del año le pongo tanta energía a las relaciones interpersonales. Y sé que dentro de un par de días voy a volver a mi estado natural y voy a ver a la Celeste de este instante como a una especie de mosntruo individualista y egomaníaco, pero la verdad es que en este preciso momento no comprendo el instinto gregario y sus consecuencias.
A veces todo es tan nada que lo único que se me ocurre es teñirme el pelo de naranja. Siempre quise ser pelirroja.

3 comentarios:

Lucercita dijo...

Hazlo!!...es el color de la temporada :)

Anónimo dijo...

Ando buscando una receta de un buen guiso de lentejas que le rompa la cabeza a mi novio, sólo de leerle elblog confío es su criterio culinario, seria tan genial de pasarme una receta?! se agradece mucho!

Cel dijo...

Lucercita, apenas cobrizo quedó. me gusta.

Anónimo, las únicas claves son: amor, paciencia y chorizo colorado. aunque yo el otro día hice uno con merquén (un condimento que no sé si se consigue acá) y me levantó un par de puntos.