viernes, agosto 26, 2011

Che, ¿de verás siguen existiendo tipos que diferencian a las minas en categoría "para novia" y categoría "para garchar"? Lo pregunto en serio, eh. En los últimos meses me contaron un par de historias que me dejaron con mucha indignación y ganas de pegarles un rodillazo en las pelotas a los retrógrados esos.
Ojo, eh, que yo sé que a veces conocemos a alguien y sabemos que la relación no va a dar para más que garchar porque la otra persona no nos cierra para un vínculo más profundo. No hablo de esos casos. Me refiero a los chabones que si una mina les chupa la pija y se traga la leche con alegría, en su fuero interno la tildan de puta y la tachan de la lista de potenciales madres de sus hijos. Los flacos que le meten los cuernos a sus novias lindas, buenas y virginales -que gustan de coger tanto como cualquier cristiano- con "esas otras" que no tienen problemas en explorar el catálogo de perversiones políticamente correctas. Los infelices que no pueden entender que a las minas nos copa, nos encanta, nos fascina garchar. Garchar. No hacer el amor. Garchar. Esos que se callan las opiniones y pilotean los ataques machistas, pero que cada noche, cuando piensan en todos los tipos que quizás su chica se cogió en el pasado, sufren y no tienen la fortaleza para superar ese obstáculo absurdo. Los que están seguros de que las mujeres cogemos para obtener otras cosas, materiales o del ámbito del status.
Y ahora que lo pienso, le pegaría un pelotazo en las tetas a las estúpidas que se horrorizan si su novio se pajea mirando algún videíto en poringa. A las que se piensan que el culo se entrega, como si fuera algún tipo de diploma por el que hay que hacer mérito para merecer. Esas que despliegan una telaraña de manipulaciones, negociados e histeriqueos sólo por revolcarse un rato. Las minitas que se piensan que les faltan el respeto y se ofenden si les dicen "putita" mientras les dan murra, pero que después son capaces de descartar a un pibe porque no tiene auto. Las conchudas que emiten juicio sobre la vida sexual de sus amigas más libertinas para sentirse mejor con ellas mismas. Las que creen que cogerte es hacerte un favor.
Bueh, parece que ya me contesté la pregunta. Y no sé si se habrán dado cuenta ya, pero estamos rodeados.

viernes, agosto 19, 2011

- ...Así que sí. Todo necesita una explicación. Siempre. Siempre, siempre.
- ...
- ¿No funciona así la gente?
- ¿Así cómo?
- Así, intentando entender el por qué y el cómo de las cosas.
- ...
- ¿Vos qué me querés decir, que hay gente que hace las cosas porque sí, sólo porque tienen ganas? ¿Que hay personas que hacen lo que se les canta y después ni piensan en mirar para atrás?
- Yo no digo nada del resto de la gente. Hay de todo.
- Nah, dejate de joder. Yo no conozco a nadie así. Eso es de heroína de comedia romántica hollywoodense. Eso de la espontaneidad es un mito.
- Me parece que lo que pasa es que vos siempre te relacionás con gente como vos.
- ¿Gente como yo? ¿Cómo?
- Gente del mundo de las palabras, del pensar, del reflexionar sobre todo.
- Ah. Sí. Puede ser. Pero, en serio, ¿cómo hace el resto? ¿Les sale bien?
- ¿Si les sale bien qué cosa?
- LA VIDA: Porque si les sirve, enseñame.
- Y, no sé, Celeste. Si hay gente así, no creo que sienta la necesidad o el deseo de psicoanalizarse.
- ¡JA!
- Vamos dejando por hoy, ¿si?

martes, agosto 16, 2011

- Lo que pasa es que cuando escribís sobre mí es medio raro.
- Yo no escribo sobre vos.
- ¿Cómo que no?
- No, me parece que hay algo que no entendés. Yo no escribí nunca sobre vos. Para el caso, nunca escribí sobre nadie. ¿Sabés por qué? Porque siempre escribo sobre mí.
- No, bueno, pero vos sabés a qué me refiero.
- Sé perfectamente a qué te referís, por eso te aclaro. Cada vez que leíste y pensante que era sobre vos, le pifiaste. Es sobre mí, siempre sobre mí. No te preocupes, que cuando tengo cosas para decir sobre vos, te las digo sin mediaciones.
- Ya sé eso. Entonces, cuando me vislumbre en un texto, tengo que tener en claro que ese no soy yo. ¿Es un personaje?
- Es un personaje.
- ¿Soy ficción?
- Sos ficción. Somos ficción.
- Entonces haceme más lindo, más carismático, más viril.
- Buah, pará, que yo no soy Danielle Steel. Esto es realismo sucio, cariño. Servime whisky y callate la boca.

viernes, agosto 12, 2011

El otro día Dedé se quejaba. Decía que parece que si no tenés nada para contar relacionado con tipos, sexo y esas cosas, no hay nada que pueda generar interés en una charla con mujeres. Está claro que no estuve de acuerdo, me parece que ella tiene un tema de negación en lo que respecta a su vida romántica, eso en algún punto le molesta y proyecta esa molestia en la mirada ajena; pero más allá de que la acusación estuviera teñida de preconceptos basados en la nada, sí me quedé pensando acerca de la importancia del relato. No importa si conociste a un pibe en un boliche, si te gusta un compañero de la facultad que no sabe de tu existencia o si te estás enamorando del pibe con el que salís; más allá del nivel de intensidad del sentimiento -si es que hay sentimiento, claro-, siempre existe la necesidad de contar lo que está sucediendo. Ese ejercicio femenino del sobreanálisis, del medijo-ledije, de abrir el abanico de realidades paralelas y seguir el camino de cada una hasta el final, es algo que reporta un goce tal que a veces me pregunto si no vamos por ahí a revolcarnos con gente por el placer de tener una anécdota fresca para contar en la próxima reunión. No sé ustedes, yo sí lo he hecho.
Pareciera, entonces -al menos según el criterio de mi amiga-, que me vida es poco interesante. Porque no cuento nada. Pero no. No sé si mi vida pueda interesarle a otros o no´; sí sé que a mí me resulta interesante. Pero a lo que voy es a que ya no cuento como antes. En algún momento dejó de parecerme pertinente el relato de detalles y nimiedades; ya no me divierte, me embola. Ahora tiro los titulares y ya. A veces, ni siquiera eso. Debe ser porque nadie me interesa lo suficiente como para que me ponga a gastar tiempo y energía en narrar cómo fulanito preparó una cena o cómo menganito me hizo saber que estaba casado y con una hija. Digo, hay cosas que son difíciles de transmitir y son esas, justamente, las que me vienen sucediendo últimamente. ¿Cómo hago para explicar que un orgasmo con tal me deja contenta durante 48 horas? ¿Cómo hago para poner en palabras la certeza de saber que estoy conectada cósmicamente con tal otro pero que en este momento no estamos sincronizados? ¿A quién le puede importar si ni siquiera ocupa demasiado lugar en mi cabeza?
Como si, de repente, algo se hubiera despejado. Como si toda esa nebulosa de tipos, conversaciones, presunciones, sospechas, necesidades, impulsos, histeria e insatisfacción se hubiera esfumado. Sinceramente, a veces no sé qué hacer sin toda esa confusión y tristeza, es como si me hubieran dejado la casa sin muebles.
Como si yo no fuera yo.
Como si, de vuelta, tuviera toda una vida por delante.

lunes, agosto 08, 2011

"(...) bueno, así que ya sabés, si en algún momento te sentís juguetona o estás quenchi, avisame, creo que puedo hacer que cambies de opinión respecto a mí"


Esto fue lo que recibí en el día del orgasmo femenino (ah, no sé de dónde salió esto; yo lo leí en twitter). Un banana a pedal que se piensa que puede generar algo en mí "si le doy una oportunidad", sin darse cuenta de que, justamente, es el modo en el que pide esa oportunidad lo que hace que mi libido desaparezca instantáneamente.
Dudo, ¿le contesto? ¿Le explico que la palabra "quenchi" es de coordinador de viaje de egresados que sólo se la pone a adolescentes ebrias? ¿Le aclaro que el verbo jugar entramado en lo sexual debe ser usado con sumo cuidado, porque si no tiene un efecto perjudicial? ¿Le pido que por favor se olvide de mi existencia y vaya a revolotearle a otra con un perfil más acorde a su persona?
Me decido por no contestarle nada, la situación no amerita más que un post en este blog.

quenchi. qué hijo de puta.

martes, agosto 02, 2011

el rubio - el grandote - el fumador - el que vivía con la novia - el morocho - el que tenía hijos - el místico - el hippie - el pelirrojo - el cocainómano - el tímido - el casado - el músico - el extranjero - el positivista - el tímido - el escritor - el petiso - el conservador - el divorciado - el aburrido - el cincuentón - el pelado - el fumón - el artista plástico - el egoísta - el delicado - el idealista - el fotógrafo - el perverso - el salvaje - el narigón - el que nunca me dijo su nombre - el abstemio - el aventurero - el sádico - el canoso - el zaparrastroso - el encantador - el sentimental - el mentiroso - el desconocido - el habilidoso - el flacuchento - el de rastas - el trosko - el moralista - el inestable - el innombrable - el soñador - el que le gustaba a mi amiga - el de anteojos - el puaner - el ambicioso - el religioso - el vegetariano - el borracho - el hedonista - el laburante - el feo - el que sacó a otro clavo - el clandestino - el barbudo - el exhibicionista - el sádico - el cocinero - el negligente - el de rulos - el geek - el cómico - el medicado -el banana - el crédulo - el militante - el nihilista - el pendejo - el aplicado - el reflexivo - el equivocado


A algunos los recuerdo por muchas cosas; a otros, por apenas una.
Igual, a todos los quise, por lo menos por un ratito.
No se puede olvidar lo que se quiso
y a mí me encanta querer.