domingo, diciembre 12, 2010

Me pasé el día de ayer en balcones.
En el primero miré, respiré la lluvia. También lo miré a él, muy de reojo, mientras prendía un pucho tras otro y rompía la mitad de las leyes del Código de Señoritas-que-saben-qué-decir.
En el segundo espié a los vecinos de Sol y me sentí entre entera y despedazada. Fuerte, sí, pero hasta cierto punto ajena de tan hipersensible.
En el tercero, piso 17, miré hacia abajo mucho tiempo. Miré también hacia adelante, miré todas las luces, las antenas, los murciélagos, las nubes, los edificios. Miré durante horas y pensé muchas cosas. Lloré apenitas, porque si no se me corría el delineador.

Esto también va a pasar.
Eso me dije mientras se hacía de día.

3 comentarios:

ene dijo...

Menos mal que tenes (al final aunque sea) pensamientos positivos, porque sino sería bastante peligroso que anduvieras por las alturas

nadie dijo...

la idea del balcón es una bellisima imagen, que unida a la temporalidad hacen del devenir una postal en sí mismo.
Como no pensar en un balcón, que todo pasa!

Hermoso!

Cel dijo...

ene, tengo lo contrario al vértigo. las alturas me apaciguan el alma.

nadie, ay, luna en piscis, vos y tu maravillosa capacidad de atar los cabos en nudos bellísimos.