Ah, pero se largó la primavera con todo, eh.
El chico del videoclub de enfrente puso cuarteto a todo volumen y me tapa con Ro-ro-ro-rodrigo la música clásica que me obliga a poner el patrón todos los días. Todo bien con la música clásica, incluso con la ópera, cada vez me copa más; el problema es los sábados al mediodía, hay un programa de zarzuela y ópera española que me taladra el cráneo. Sigue Rodrigo y a mí se me mueve el piecito involuntariamente.
Surge desde un lugar desconocido un deseo genuino de alimentarme sanamente y hacer dieta. No sólo porque la ropa de la primavera pasada me queda un cacho ajustada sino porque septiembre me suele pegar así, sano. Debe ser el Sol en Virgo. Ya me estuve anotando una recetas -voy googleando en vez de trabajar, claro-; muero por hacer unas berenjenas con ajo, yogurt y eneldo. ¿Dónde consigo eneldo fresco?
Volvió la temporada-marihuana también. Era de esperarse. O no, no lo sé. Si sé que estuve como ocho meses sin fumar prácticamente y que ahora empiezo a pensar nuevamente que todo -absolutamente todo- es mil veces mejor si estoy fumada. Comer, beber, charlar, coger, cocinar, pasear, ducharme; todo.
Ayer inauguré la hamaca paraguaya, lástima que ya era medio tarde, el sol no terminaba de pegar en la terraza y me dio frío. De todos modos, subir la escalera con mi almohadón y mi librito, poner los ganchos, tirarme y mecerme me hizo sentir muy feliz, aunque esa felicidad haya durado solo diez minutos.
Mete miedo tanta satisfacción.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.