El otro día Dedé se quejaba. Decía que parece que si no tenés nada para contar relacionado con tipos, sexo y esas cosas, no hay nada que pueda generar interés en una charla con mujeres. Está claro que no estuve de acuerdo, me parece que ella tiene un tema de negación en lo que respecta a su vida romántica, eso en algún punto le molesta y proyecta esa molestia en la mirada ajena; pero más allá de que la acusación estuviera teñida de preconceptos basados en la nada, sí me quedé pensando acerca de la importancia del relato. No importa si conociste a un pibe en un boliche, si te gusta un compañero de la facultad que no sabe de tu existencia o si te estás enamorando del pibe con el que salís; más allá del nivel de intensidad del sentimiento -si es que hay sentimiento, claro-, siempre existe la necesidad de contar lo que está sucediendo. Ese ejercicio femenino del sobreanálisis, del medijo-ledije, de abrir el abanico de realidades paralelas y seguir el camino de cada una hasta el final, es algo que reporta un goce tal que a veces me pregunto si no vamos por ahí a revolcarnos con gente por el placer de tener una anécdota fresca para contar en la próxima reunión. No sé ustedes, yo sí lo he hecho.
Pareciera, entonces -al menos según el criterio de mi amiga-, que me vida es poco interesante. Porque no cuento nada. Pero no. No sé si mi vida pueda interesarle a otros o no´; sí sé que a mí me resulta interesante. Pero a lo que voy es a que ya no cuento como antes. En algún momento dejó de parecerme pertinente el relato de detalles y nimiedades; ya no me divierte, me embola. Ahora tiro los titulares y ya. A veces, ni siquiera eso. Debe ser porque nadie me interesa lo suficiente como para que me ponga a gastar tiempo y energía en narrar cómo fulanito preparó una cena o cómo menganito me hizo saber que estaba casado y con una hija. Digo, hay cosas que son difíciles de transmitir y son esas, justamente, las que me vienen sucediendo últimamente. ¿Cómo hago para explicar que un orgasmo con tal me deja contenta durante 48 horas? ¿Cómo hago para poner en palabras la certeza de saber que estoy conectada cósmicamente con tal otro pero que en este momento no estamos sincronizados? ¿A quién le puede importar si ni siquiera ocupa demasiado lugar en mi cabeza?
Como si, de repente, algo se hubiera despejado. Como si toda esa nebulosa de tipos, conversaciones, presunciones, sospechas, necesidades, impulsos, histeria e insatisfacción se hubiera esfumado. Sinceramente, a veces no sé qué hacer sin toda esa confusión y tristeza, es como si me hubieran dejado la casa sin muebles.
Como si yo no fuera yo.
Como si, de vuelta, tuviera toda una vida por delante.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
7 comentarios:
cuanto más profundo es uno, más superficial le parece los demás. es similar a las radiofrecuencias: existen personas que vibran de una u otra manera y por esa razón fallan quizá en "conectarse".
no debe tomarse la profundidad como algo mejor o superior, sino como una circunstancia en la cual afloran "distancias", a veces hasta insalvables...
Necesito llegar al estado mental de "la casa sin muebles". De otra manera, tropezaré con uno de ellos.
Matías, estoy de acuerdo; pero, de todos modos, sé que este no es un momento de profundidad. pasa que, simplemente, no tengo palabras. está bueno.
Sol, eso, ojo con el dedo chiquito del pie y las patas de las mesas. y si no podés sacar los muebles, por lo menos prendé la luz.
"a veces me pregunto si no vamos por ahí a revolcarnos con gente por el placer de tener una anécdota fresca para contar en la próxima reunión. No sé ustedes, yo sí lo he hecho."
¿Te has revolcado con alguien para tener algo que contar en la próxima reunión? Jajaja... No te creo.
"Como si, de vuelta, tuviera toda una vida por delante."
Amén.
Guillermo, mirá, no lo he hecho sólo por la posibilidad de decir "chicas, no saben con quién estuve", pero eso sí hizo que alguna que otra vez terminara de cerrar el trato con el caballero en cuestión.
Dolina dijo con los hombres hacen todo lo que hacen con el único fin de enamorar mujeres. Capaz nosotras decimos todo lo que decimos con el único fin de mencionar a los tipos. JA!
Pero el silencio es sabio, me gustaría poder callar a veces.
Gracias a dios cuando nos juntamos con Lau y vos, hablamos de otros temas. Es genial sentirse tan còmoda en una conversación. Te quiero amiga!
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