Escribiendo, me di cuenta de que yo no sabía cómo se escribía un cuento. O, mejor dicho, que quizás era completamente incapaz de escribir uno. Releí estos dos hace un tiempo y me gustan, pero me gustan porque me calientan y porque me hacen recordar buenos momentos, pero no porque sean buenos. Son como una softporn. Una mínima introducción, gente que se coge un rato y una reflexión entre pretenciosa e inútil al final. Y listo. Una cagada, si me lo pongo a pensar un poquito.
Sigo sin saber cómo escribir un cuento. Hay decenas de .doc incompletos dando vueltas por ahí.
Me di cuenta de que hablo más del hecho de escribir que lo que escribo; y de que escribo más sobre garchar que lo que garcho. Y sin embargo, todo forma un núcleo discursivo que me termina definiendo.
Escribir me calienta, la calentura me hace escribir y me comunico mucho mejor cuando cojo que cuando hablo.
2 comentarios:
ok, también es trillado, pero la imposibilidad de escribir un cuento... también es un cuento.
Criatura, es verdad, puedo empezar a escribir un cuento sobre eso y dejarlo por la mitad. como para no perder la costumbre.
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