viernes, diciembre 23, 2011

Y pensar que hubo un tiempo en el que era todo ya, todo ahora, me quemaban los dedos y llenaba cuadernitos y ventanitas de msn y posts de blogger y libretitas guardadas en un bolsillo de la cartera esa que llevaba para todos lados. Millones de palabras en letra obsesivamente prolija. Todas palabras que decían lo mismo de una y otra manera. Era la reina de la paráfrasis, la neurótica de la repetición, una cinta de moebius, una calesita y todas esas metáforas tan manoseadas acerca de lo circular.
Evidentemente, rompí algo, porque ya no puedo escribir si no es con nostalgia. Ya no tengo la capacidad de enunciar sin recordar. Bueh, no sé si para tanto; el don de la exageración me sigue acompañando.
No puedo reproducir sin la resignificación que brinda el tiempo.
No puedo codificar mis reacciones porque el cuerpo me responde con sorpresas.
La mente se me convirtió en zona erógena y cada vez que la toco me revienta una piñata rellena de imágenes y pedazos de diálogos que me hacen poner la piel de gallina; y así no se puede. O sí, pero diferente.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No entendí una chota, pero igual te felicito.

Guillermo Altayrac dijo...

Cuánto potencial en esa piñata rellena de imágenes y pedazos de diálogos.
Espero lo logres canalizar.

Abrazo.

Anónimo dijo...

Guillermo, no te calentes tanto en chamuyartela, es desastre la mina!

Cel dijo...

Guillermo, o que me caiga todo encima.

Anónimo, ¿nos conocemos nosotros?

Guillermo Altayrac dijo...

Uh, entre Anónimo y el robot pelotudo que espamea, cartón lleno.