lunes, mayo 25, 2009

Bajé las escaleras a las 6 de la mañana porque Ani estaba haciendo ruido en la cocina. Me preguntó cómo me había ido, le contesté que habíamos cogido y que después me fastidié y no fue necesario pedirle que se fuera, el pibe se vistió y chau pinela.
Tomamos Coca, fumamos un par de puchos, se quejó de su novio, me quejé de mi rodilla. Tomamos más Coca y cada una a dormir.
Y mientras cerraba el libro y lo dejaba en el piso me di cuenta de que acababa de coger, con clímax incluído, y de que no tenía ningún tipo de sensación en el cuerpo, por lo menos no otra que el bombazo hormonal que te hace sonreír sin motivos claros. Nada, como si no hubiera pasado nada. Eso me entristeció un poco, pero no me quitó el sueño.
Ahora el flaco me habla en el msn, me manda mensajes. Mientras, llueve un poco, no sé dónde se metió el gato, las chicas no están y me da fiaca cocinarme algo. Quisiera meterme debajo de las frazadas hasta el próximo 25 de Mayo, o que algún chico que esté disponible me guste un poco, lo suficiente como para no fastidiarme y poner años luz de distancia, o un cuarto de libra con queso. Me conformo con poco.
El chabón sigue mandando mensajes. Se me van a acabar las sutilezas y la paciencia.

2 comentarios:

nadie dijo...

en primer lugar, quizá por haya momentos donde el pibe debe aprender a saber que no coje bien. y eso lo debemos, por esta fucking mania de la macho way of life.

de todas formas y en segundo lugar, quizá esa sensación que te falta en el cuerpo, es justamente esta tristeza ambulante que te lleva a estos lugares de impaciencia frenética.

Cel dijo...

Tacho: En cuanto al primer lugar, el problema, justamente, no fue que el pibe cogiera mal (aparte, quién soy yo para decir si alguien coge bien o mal) sino... no sé, falta de química intelectual? ¿existe la química intelectual o lo estoy inventando? Faltó que tuviera un poco de misterio, que se mostrara inaccessible en algo, que me dieran ganas de descubrir qué más había.
En cuanto al segundo, no sé qué decir, a veces me conocés tanto que me da miedo