sábado, mayo 02, 2009

"Me parece que tengo fiebre"
"Andá a tu casa entonces. Andá a saber qué es"
"Ay, ¿y qué va a ser?"
"Dengue. Fiebre porcina. Yo qué sé"
Ahí saltó mi paranoia, siempre lista, esperando que la llamen.

Pero me quedé un rato más, hasta que vino una señora a pedir el libro de Eri Peluch (sic).

Parece que tuve como 40 de fiebre, así que vino una doctora a casa y me dijo que no hiciera tanto drama, que sólo era una gastroenteritis común y silvestre, que todo el mundo andaba alterado con tanta peste dando vueltas.

El jueves a la tarde vino mi madre a hervirme un arroz, como si yo no pudiera hacerlo sola. Después me di cuenta; vino a investigar. Me trajo una botellita de alcohol en gel (que nunca usaré, estoy en contra de la neurosis al servicio de lo sanitario), corroboró que en mi cuarto no hubiera humedad, revisó la heladera ("¿por qué tantas botellas de fernet, Cele? ¿quién toma Campari?), me contó que mi papá piensa que mi hermana es una promiscua y trató de convencerme de que empezara a usar barbijo. El arroz estaba bastante rico, eh.

Y en el resto de tiempo que usé de "para reposar" y no ir al trabajo enceré el piso, ordené mi cuarto, separé ropa para regalar, me hice las uñas, fui hasta la Feria del Libro, me espanté de la cantidad de gente y me fui a lo de Dede, charlé con Lau, me fumé un porro, bajoneé con arroz hervido, estrené sábanas y tuve dulces sueños.

No necesitaba vacaciones para bajar un cambio, como yo pensaba hace unas semanas. Necesitaba 40 de fiebre y gastroenteritis.

2 comentarios:

Limada dijo...

Me vendría bien para bajar mi panza de fernet, vino, cerveza :P
(desagradable mi comentario? humm, puede ser)
Beso.

Cel dijo...

Limada: mmm no lo recomiendo. Te diría que dejaras el fernet, la cerveza y el vino por un tiempo, pero sé que se complica.
beso