martes, noviembre 27, 2007

El domingo a la noche salí a comprar una Coca Cola al kiosco con mi amiga Sol. Estábamos en la esquina de Güemes y Bulnes esperando para cruzar cuando pasó un camión con un montón de gente encima y nos tiraron una naranja. A mí me salpicó nada más. A ella le pegó casi en el ojo y se le hizo un raspón al costado del tabique.

Mientras yo me angustiaba por vivir en una ciudad, en un mundo, en el que pasan estas cosas, en el que la violencia se proyecta de las formas más sorpresivas (me acordé de la vez que le tiraron una piedra a flor, de los vecinos que la madrugada del sábado nos tiraron un par de huevos por el ruido de la fiesta que estábamos haciendo) Sol resumía la situación MUY a su manera: "Lo que pasa es que cuando una está bien, luminosa -porque yo sé que soy luminosa- te pasan estas cosas, te tiran fruta". Eso y tener que escucharla durante 3 horas reprocharse por qué salió a la calle sin lentes de contacto, sabiendo que cuando está tan desprotegida pasan cosas espantosas, lo que sea que eso signifique.

Hace un ratito Dedé me dijo que había hecho un dibujo de mí con cara de horror, otro de un camión y uno más de una toronja volando.

1 comentario:

nadie dijo...

hay tanta violencia y resentimiento que pareciera que efecitvamente la manera de ser inmune a ello fuera escapàndonos en nuestros caparazones y pensar que nosotros estamos bien y el resto, simplemente violento
el tema es que la violencia nos constituye, nos "hace-ser" y en ese juego es imposible pensar que estamos impolutos frente a tanto odio. dentro nuestro a nuestros costados, por arriba y por todos lados la violencia de una sociedad injusta por demas nos engloba, es imposible salirse de ese circulo, es posible combatirlo, pero espacarse de el, es irrisorio

scanea el dibuujoooo!!!!