lunes, noviembre 26, 2007

Hace un par de años escuchaba voces antes de quedarme dormida. Una amiga me decía que le contara a la psicóloga de turno porque eso de las voces era re esquizoide, claro que era mi amiga que venía de familia con tremendo historial de psicosis y ante cualquier alteración de cualquier conducta veía potenciales aberraciones de la mente. Así que nunca le conté a esa psicóloga que veía en ese momento lo de las voces. Capaz me daba un poco de miedo eso de la esquizofrenia.

Entonces, ¿qué me decían las voces? La verdad es que mucho mucho no me acuerdo, salvo una vez, fue una voz de hombre que me dijo que uno vive las mismas situaciones una y otra vez. Como si este momento de escribir este mismo post mientras escucho música en el laburo ya hubiese sucedido, como si los deja vu no fuesen sólo un cortocircuito cerebral. También me decía que me quedara tranquila, que uno tenía infinitas oportunidades, siempre.

Me acordé de todo el asunto éste ayer a la noche, en la casa de Dedé, mientras hablábamos de viajes astrales, sueños lúcidos y revoluciones solares. Hay algo en el cuarto de Dedé que te lleva, obliga, a pensar en esas cosas.

Y digo ahora, es una cualquierada considerar que cada momento se repite infinitamente. La voz esa no tenía nada de sabia, solamente me estaba recordando lo cíclico, la neurosis de la repetición, el "no puedo creer que me esté pasando lo mismo". Y sí, probablemente sea cierto que oportunidades sobran (el "probablemente" es producto de mi dramatismo actual, sé, con seguridad, que oportunidades existen siempre) pero tengo la sensación de que el goce de verme una y otra vez en las mismas situaciones es más fuerte que el deseo de probar pasturas más verdes. No sé, o capaz no hay goce en la repetición de momentos ni pasturas más verdes y yo obtengo placer de esta masturbación mental constante.

La cuestión es que estoy angustiadísima. Ayer, cuando terminamos de ver Garden State con Nat(creo que voy por la décima vez, Zach Braff me puede y no quiero comentarios al respecto) me agarró un ataque de llanto desconsolado que nos sorprendió a las dos. Primero porque hasta hace un rato atrás habíamos estado riéndonos del mundo y de nosotras. Segundo porque me había dedicado especialmente a no caer en ese estado patético de drama queen incomprendida, de convocada de la infelicidad, de sentirme la más fea del mundo, pero fea no como Betty la fea que tiene la fealdad de máscara, sentirme fea sin remedio. Y cuando lloro porque me siento así pego una especie de gritos que a mí me suenan muy desgarradores pero seguro que al otro le causan mucha gracia, y también digo muy bajito "nopuedomásnopuedomás" mientras pienso que soy el ser más infeliz sobre la faz del planeta, porque lo pienso, no lo siento.
Tal vez ahí esté la raíz del problema: cuando alguien me dice "¿qué sentís?" yo contesto "yo pienso que...". O tal vez todo sea culpa de la gente que nunca me dijo "No, Cel, no estudies psicología".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

cel, es la angustia producto de volver a la rutina del laburo y encontrar que siempre es más de lo mismo,o no sé...pero en todo caso, agarrala a Elvira, le das un flor de beso en el hocico, charlás un rato con ella (los perros son sabios escuchas) y vas a ver la vida en un tono menos gris ... ah y si te sentis fea (esto es típico de mujeres bonitas, por ende debes ser linda), don´t worry, be happy, fea, pero happy! vamos Cel, vamos que se puede!

Rodrigo dijo...

Cel, interesante nota... te invito a conocer mi espacio:

http://www.tanjovenytanviejo-rodrigo.blogspot.com/

Cel dijo...

marcelo: no... no es angustia laboral... y me da como cosita darle besos a Elvira, porque se copa mal y me quiere chupetear toda la cara.
Pero sí, se puede. Gracias.

Mayra dijo...

Creo que es común que nos pase a los que decidimos (si, aun creo que fue por conviccion) estudiar esta ciencia (sí es ciencia!) igual a veces me pasa y tampoco muchas de esas se las digo al psicologo por miedo a sentirme mas loquita.
pero animo además ya con toda la catarsis igual se siente mejor!