Días en los que te despertás y sabés que la vas a pasar, como mínimo, para el orto. Eso es actitud, eh, pero en serio, hay días malparidos y uno lo sabe. Porque llueve, dormiste apenas cuatro horas, tenés resaca y es como si todavía no hubiera bajado el faso. Porque no tenés paraguas y desde la casa de Flor hasta la parada del bondi hay varias cuadras; y otras varias cuadras hay desde donde te deja el bondi hasta tu casa. Entonces aceptás la propuesta de tu amiga de acompañarla a su local, desayunar juntas y esperar a que pare la lluvia para ir a tratar de dormir un par de horas antes de tener que entrar a trabajar. Y mientras tu amiga arregla cuestiones laborales, vos te sentás frente a la compu y ves su facebook abierto. Primero corroborás que en tu perfil no se pueden ver las fotos y después, una idea que de tan brillante te pone un poco la piel de gallina.
¿Por qué no buscás desde el fb de Flor al chico ese al que estuviste viendo durante el año pasado y al que, después de cortar, decidiste bloquear porque no querías amargarte? Dale, ¿por qué no espiás al flaco este que se apareció después de siete años para hacerte acordar lo mucho que te gustaba y lo poco capacitada que estabas emocionalmente a los veinte años y, de paso, alegrarte el invierno y la primavera? Pero sí, metete, fijate si le escribió en el muro a alguna chirusa que va a tener el placer de escucharle la voz esa con la que a veces te despertaba -profunda, grave, acogedora- y te hacía poner como quinceañera. Aprovechá la oportunidad para mirar de vuelta sus fotos y pensar que es probable que pase mucho tiempo hasta que vuelvas a cruzarte con un hombre así, que calza perfecto con tu ideal físico masculino y que además es un amor de persona. Arriesgate a asumir que tal vez nunca más un tipo te va a invitar una noche a su casa para tomar una cervecita, darte de fumar, sacarte la ropa, masajear cada parte -ca.da.par.te- de tu cuerpo con aceite de almendras, cogerte un par de veces, cocinarte rico y volverte a coger; en ese puto orden. Si total, ¿qué podés perder? ¿La paciencia? ¿La compostura? ¿El temple? Dale, que te morís de ganas.
Esa idea tenés y mientras tipeás el nombre del muchacho en cuestión, ya sabés que de brillante no tiene un carajo. Pero retroceder nunca, reindirse jamás, una vez que empezás, la terminás y que sea lo que dios quiera. Entonces ahí está él, con las fotos, el muro, la chirusa con apodo cliché comentándole pavadas y sus dibujos, tan buenos sus dibujos.
Después de un rato tu amiga te pregunta que qué hacés y vos, derrotadísima, confesás el desliz. Chusmean un poco a sus amigos, porque entre ellos está un ex de ella y se toman un té con limón mientras que miran las ventanas del Pizzurno a través de la vidriera. No volvés nada a tu casa, porque te da fiaca, así que te tomás el 12 hasta el laburo y te morís de embole, sueño y nostalgia. Hasta que viene la clienta a la que le prestaste tu versión de Madame Bovary (c'est moi) y te la devuelve junto con un jaboncito de un aroma que te transporta a algún lugar silvestre y maravilloso. Y, por primera vez en el día, sonreís.
La estás pasando, como mínimo, para el orto; pero sonreís.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
3 comentarios:
Ceeel vení para acá: te abrazo
¿nos vemos la semana que viene?
ah que tentacion que es el facebook, que idea maravillosa nos parece al principio y que mal que nos hace despues; pero arriba que hoy ya salio el sol y es viernes
secreamor, veámonos! veámonos! y si sigue en pie esa fiesta de estudiantes de geografía, me recontra apunto. nunca me crucé en la vida con un estudiante de geografía; pero se me hace que son lo suficientemente aparatos como para que me gusten.
ene, qué mal, pero qué mal que hace. me voy recuperando de a poquito.
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