domingo, septiembre 09, 2007

Hace casi 4 meses que estoy sola pero recién hace un par de semanas me bajó la ficha de que estoy en el ruedo nuevamente. Hará cosa de un mes, medio que me di cuenta, pero me salió todo tan para el traste que me hice la tonta y seguí con mi soltería y disponibilidad negadas.

Si sigo haciendo cuentas, hace ya bastante que no salgo a lugares muy concurridos, o medio concurridos... o concurridos at all. Sí, que me quedo en casa fin de semana tras fin de semana, haraganeando con las chicas, o leyendo y viendo películas, o lo que sea que no implique mezclarme con multitudes de veinteañeros en plan levante.

Esto del elenco constante de hombres en mi vida tiene sus pros cuando me agarra la fobia social y no quiero ir a ver qué me deparan las noches de Sábado. Bueno, sí, la contra es que fomento mi aislamiento y que cómo voy a conocer a alguien y blah, no me jodan, cuando no quiero ver gente y me encierro en mi pequeño mundo me importa muy poco lo que me diga esa partecita (ita) de mí que siempre tiene todo tan claro.

Y a veces se me aparecen cosas, así, inesperadas y está re bueno, porque las sorpresas siempre están buenas y además tengo la oportunidad de decir "aaaaaaah, vieron que no tengo que salir de casa para vivir el romance?" y capaz por unos minutos me la creo. El problema es que las sorpresas estas vienen siempre con una vuelta de tuerca jodida, pero, claro "quién te quita lo bailado" dice esta otra parte de mí (no tan pequeña como la otra) que es fácil y ante la menor oportunidad revolea el corpiño. Lo bailado me lo quita que me confiesen que tienen novia después de haberme conquistado por completo, que me persigan día y noche con llamados y mensajes de texto, que me celen sin razón... esas cosas. Entonces, todo lo lindo de la sorpresa y el "ay, el amor puede estar a la vuelta de la esquina" se van por un agujero negro donde se esconden por un largo tiempo.

Otras veces me pasa que salgo de casa sin pensar y especular sobre todo esto y recibo la mañana del día siguiente con un chico en mi cama (ni un muchacho, ni un pibe, ni mucho menos un chabón) que me abraza, se rie de todo lo que digo y me da besos en la frente. Y yo pienso... "besos en la frente? hace 12 horas que te conozco y me das besos en la frente????". Esa es la parte de mí que se hace la cínica pero que en realidad se muere de miedo porque las cosas se le salen de control, de más está decir que esta es la que más espacio ocupa.

En una época hacía unos ejercicios en análisis (el de mi psique, no matemático) que más o menos se trataban de crear un diálogo entre todas estas partes. Yo tenía que cerrar los ojos porque si le llegaba a ver la cara al jungiano mientras hacía la paparruchada esa me agarraba un ataque de risa imparable. Era genial, nunca se ponían de acuerdo y yo terminaba preguntándole al pobre tipo "pero no seré esquizofrénica? No tendré que medicarme?". Me decía que no, que cómo decía tal pavada, pero yo qué sé, siempre le esquivé a cursar psicopato y no me iba a quedar con la duda atragantada.

Ratifico lo que vengo diciendo desde hace semanas, yo no quiero un novio. A lo sumo, un amante.
Pero más que un amante, un analista.

4 comentarios:

Divan dijo...

Señora ...si lo niega tanto es por algo ... no cree ud? (se lo dice una negadora profesional)

Saludos,

Cel dijo...

divan: no entendí... sé que soy negadora pero no sé a qué te referís específicamente en este caso.

Anónimo dijo...

no soy analista pero puedo ser amante

Cel dijo...

fede: retire el formulario 3b, lo llena, lo presenta en mesa de entradas, si está todo correcto, le van dar el 12d, me trae todo sellado y ahí vemos qué hacemos.