A las nueve me despertó el llamado de una chica que pensó que estaba llamando a canal 7 y que antes de reconocer su equivocación me dijo un montón de cosas que no entendí. Después de un expresivo "¿Eh?" de mi parte, la chica pidió disculpas y yo seguí durmiendo. A las once volvió a sonar el teléfono, pero esta vez nadie se había equivocado. Era para mí y me alegró la mañana. Tanto, que no seguí hasta las doce como tenía planeado sino que salté de la cama para bañarme. No, bueno, salté de la cama porque de repente mi noche de jueves que iba a ser Mad Men y Boardwalk Empire con un cuarto de helado se transformó en velada en casa y cocinar para un muchacho que me llama a las once de la mañana y me saca las primeras sonrisas del día.
Todavía había sol cuando salí a la calle para ir a mi carnicería y verdulería amigas. Yo ando antojada de entraña, pero el carnicero siempre me cuenta la misma historia: que hay una sola por vaca, que le tengo que avisar con anticipación así me reserva, que con una para dos personas está muy bien y blabla. Al final me llevé un buen pedazo de vacío y estuve a punto de pedir bondiola de cerdo, pero por algún motivo me contuve. De ahí, caminé los dos metros hasta los bolivianos que me venden las paltas más cremosas y las espinacas más tiernas. El piola de Antonio, el verdulero, siempre me hace la misma, me llena de halagos a mí, llena de halagos su mercadería y trata de darme más de lo que le pedí, porque claro "no te podés perder estas frutillas, linda, llevate medio, no un cuarto", a lo que yo le tengo que explicar -como lo vengo haciendo desde el 2007- que soy yo sola, que medio kilo de frutillas es igual a que me las olvide en la heladera y las tenga que tirar en unos días. Le terminé debiendo dos pesos y me despidió con una simpatía que le admiro y envidio.
Llegué a casa, puse las cosas en la heladera y aparté unas mandarinas y frutillas para hacerme un licuado.
Medio kilo de frutillas cuando le había pedido un cuarto. Un kilo de mandarinas cuando estoy casi segura de que pedí medio. Antonio, petiso pícaro, si serás estafador.