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domingo, septiembre 04, 2011

Cuando a los 18 años me anoté en psicología, todos dijeron "sí sí, vas a ser buena psicóloga", por los rulos, la capacidad de escucha y mi obsesión por desentrañar los misterios de las conductas dañinas e incomprensibles.
Cienco años después, cuando mandé todo al carajo y me pasé a Letras, todos dijeron "ah, no, esto va mucho mejor, es para vos", por la lectura compulsiva de narrativa y el interés por la teoría literaria.
Un poco más tarde, cuando me agarró un acv que nadié percibió pero que estoy segura de que ocurrió (otra explicación no le encuentro) y me anoté en física, nadie dijo nada. Bueno, no, decían "está bien, si tenés ganas, hacelo".
Pero algo diferente sucedió cuando decidí anotarme en el joaquín y ser en unos años profesora de lengua y literatura. Se abrieron las aguas. Las opiniones se diversificaron. Ahora hay dos bandos. Los que dicen que voy a ser una profesora turra, exigente, intransigente, fría y distante y los otros que aseguran que voy a ser de esas que aparecen a las 7 de la mañana con mirada de no-me-acuerdo-cuánto.whisky-tomé-anoche y un escote revelador, tratando de hacerle parar el pito a los adolescentes.

Yo no sé qué clase de profesora voy a ser, lo que sí sé es que hace un rato me desperté de la siesta con una calentura x400 y cuando me acordé de lo que había soñado, casi me muero.
Resulta que estaba en una clase de literatura de cuarto año en el pelle, como ayudante. Había un pibe, un quinceañero, un borrego, unn gurí, que se partía al medio y yo le coqueteaba. Lo llamaba por su apellido y, mientras me hacía la linda, le halagaba sus observaciones sobre Triste, solitario y final.

lunes, mayo 16, 2011

Hoy, en crónicas del multitasking de la inútil: Buscar palabras en el diccionario de latín y pasar las definiciones al cuaderno mientras iba sentada en uno de los asientos de atrás del bondi.

No, no voy a hacer un relato minucioso.
Pero que se sepa: NUNCA MÁS.

sábado, mayo 14, 2011

Se habla de géneros discursivos en la clase de Expresión Oral y Escrita II. Que las convenciones, que loa enunciados, que blabla. En un momento, el profesor -que es lo más de lo más de lo más-, habla de géneros más informales. Por ejemplo, el diario íntimo.
¿Alguien lleva un diario íntimo?, pregunta.
Y yo asiento sin pensar, sin darme cuenta de que el aula es chica y que cualquier movimiento puede ser notado. Así que el tipo me dice que sí, que yo, que hable un poco de eso. Entonces armo una oración atropellada, casi tartamuda, que incluye la frase "bola de catarsis".
Me cago en mi cráneo que asiente automáticamente y en mi falta de adaptación a los espacios. Una hora antes, el tipo me había devuelto un TP diciéndome "muy buena manera de resolverlo" y resulta que me las arreglo para arruinar mi imagen; bola de catarsis, qué estúpida.
Él es amable e indaga sobre otras cosas, por ejemplo, las convenciones. Me pregunta si fecho cada entrada del diario y ahí sí, ya estoy en graciosa-mode y le contesto que claro, que soy neurótica, que necesito el registro.
Todos ríen, el profesor ríe, yo río.

martes, abril 12, 2011

Me torran mis compañeras del profesorado que se autodenominan "antitecnología".
"Prefiero la máquina de escribir", dijo una. Y yo realmente entiendo a la gente a la que no le copa del todo la Gran Madre Hipertextual -internés, para los amigos-, pero cuando ya saltan con el discurso ese en el que le roban la nostalgia a otras generaciones, me irrita un poco. Esta piba tiene, como mucho, 25 años y yo realmente dudo que alguna vez se haya puesto delante de una máquina de escribir el tiempo suficiente como para preferirla a un procesador de texto y un teclado. Más allá de la mística y de que todos queremos ser Hemingway (ah, ¿todos no?), que se deje de joder con la melancolía improductiva.
"Mi abuela tiene Facebook y yo ni siquiera sé lo que es", dijo otra. Y ahí sí que me enojé en serio. Ese desdén con el que lo dicen es lo que me enerva, como si le estuvieran haciendo un favor a la humanidad al no crearse una cuenta en Twitter o desconocer la nueva dimensión que adquirió el verbo "etiquetar" en los últimos tres años.
Como decía ayer La Secretaria camino al subte, no es que ser pro-tecnología quiera decir que sepamos de lenguaje HTML, la brutalidad y la ignorancia son variables en juego, pero sí está bueno disfrutar de los beneficios que brinda una herramienta. Por ejemplo, revivir a un ex desde el Facebook, saldar cuentas pendientes y sanar viejas heridas con un romance primaveral e inolvidable. Por ejemplo, atravesar la brecha y conocer lectores de este blog con quienes compartí momentos geniales. Por ejemplo, saber cuándo entra Juan a leerme el blog (aunque haya desaparecido de vuelta y no sea capaz de contestarme un mail) (ya ni me enojo, lo tomo como un ejercicio de la paciencia). Y lo mismo con Lucas. Y con Nicolás. Y con Alejandro.

jueves, marzo 31, 2011

Después de mi diatriba en clase contra los snobs de Puán -aclaré ante los compañeros que soy prejuiciosa, aunque me da la sensación de que seré tildada de resentida directamente- me di cuenta de que: 1. Tratando de defender una posición, terminé diciendo que leí la mitad de Ulises. No soy snob, soy la mitad de una snob. También recuerdo haber dicho algo sobre Mallarme. 2. Cuando un par de compañeras aseguraron que su escritor favorito era García Márquez, bajé la mirada y me esforcé por no revolear los ojos. Pero en mi interior los puse en blanco y me mordí el labio inferior en gestito de quehammmmbre. Bueno, eso. Eso de ser eso que uno detesta. La proyección. La Casa 7. Lo latente que aflora en forma de Otro. Eso.

martes, marzo 22, 2011

Hace justo un año empecé el profesorado. Bueno, mejor dicho, empezamos.
Llegué al aula y me puse feliz al ver la colorada cabellera de La Secretaria, a la que no veía hacía años. Felicidad de reencuentro que ya venía alborotándome desde el día en el que la deduje en un comment de un blkog ajeno. Al rato llegó Amarula, y viendo que el profesor no llegaba -y nunca llegaría, esa materia no tuvo profesor en todo el año- nos fuimos al bar de la esquina a tomar unas cervezas.
Recuerdo que le recomendamos a la secre darle una segunda oportunidad a Houellebecq y que instamos a Amarula a leer La conjura de los necios. También recuerdo que llegamos un poquito tarde al taller de lectura de textos literarios. Ah, medio borrachas, además. Llegamos tarde y un poco ebrias. Un comienzo así sólo puede ser de buen auspicio, pensé; y no me equivoqué. Fue, sin dudas, el año más gratificante y divertido a nivel académico. Y eso que llevo como 10 años de carrera en carrera, eh.
Después, a lo largo del año, descubrir el latín, la tildación impecable, la noche tropical, los caramelos ácidos uno tras otro y los comentarios por lo bajo sin que escuche nadie. Repito, el año más gratificante y divertido, por lejos.

¿Puedo ser sincera?
No veo la hora de que sea lunes para volver al Joaquín.
Me saldrán canas, se me caerán las tetas, tendré problemas en las articulaciones; pero siempre seré ñoña.

sábado, marzo 05, 2011

Querida Celeste:
Tomamos posesión de tu rostro hasta nuevo aviso.
Sí, habíamos quedado en que en junio nos íbamos, pero, ¿vos ya te diste cuenta de que Latín II es anual y tiene una carga de 6 hs. semanales?
Que te sea leve, chiquita.

Tus ojeras.

sábado, febrero 05, 2011

Hola, ¿qué tal?
Sí, estoy acá para contar que me parece que no me voy a recibir nunca.
Acabo de mirar los horarios de la cursada de este año y me quiero tirar en el medio de la calle para que me pise un auto. No hay manera posible de cursar todas las materias que debería, para eso tendría que aprender a manipular variables tiempo-espacio, y todos sabemos cómo me fue estudiando física.

¿Nadie quiere ser mi mecenas?

martes, noviembre 16, 2010

Busqué el reloj durante tres horas.
Me acabo de dar cuenta de que lo tengo puesto.

No sé si son las endorfinas en sangre o que la memorización de declinaciones me quemó la bocha.

miércoles, octubre 20, 2010

De a poco voy entrando en ese estado del para-qué-si-total-siempre-es-lo-mismo (Luna cuadratura Saturno). Salvo que esta vez veo un dejo de luz al final de túnel. Digo, por lo menos reconozco que la mitad de las veces que todo-termina-en-lo-mismo es culpa de mi capricho innato, como si todavía tuviera cuatro años y el hombre de turno no fuera el hombre de turno sino mi abuelo que siempre siempre claudicaba ante mis llantitos para darme lo que tanto (no) quería; claro que el hombre de turno suele ignorar la existencia de mis ataques infantiles en los que pego un par de gritos y digo que novamás, que seacabó. Simplemente me limito a mantener prudencial distancia para ver si el otro llega a discernir qué carajo es lo que me pasa. O, mejor dicho, me limito a mantener prudencial distancia porque esa es mi reacción automática frente a cualquier estímulo del orden de lo emocional (Luna en Acuario). Por si alguien se lo pregunta, no, nunca nadie se dio cuenta de qué carajo es lo que me pasa. Primero, porque nadie tiene la bola puta mágica y segundo, porque ante la más mínima intención de entendimiento de la situación me hago la canchera, que acá no pasa nada, que entendiste todo mal (exceso del elemento agua en la carta natal y su negación debido a la influencia del elemento aire en la respuesta refleja emocional).
Pero como hoy me crucé en el bondi a mi profesora de Expresión Oral y Escrita, me dijo que tenía pasta de profesora (Sol en 10) y justo yo venía re flasheada de la clase de latín (Saturno en 9) respondo como me sale: subrayo apuntes, hago declinaciones conjuntas, traduzco proposiciones incluidas adverbiales y pateo, pateo el sentimiento para adelante, para el costado (Ascendente cuadratura Mercurio); total, las oportunidades me llueven, mi minusvalía afectiva está sólo en mi cabeza, hay cosas más importantes en la vida que el romance y tengo toda la vida por delante.
Pelotuda.

viernes, julio 23, 2010

Llega un momento en el que con leer una historia de ficción no alcanza. Necesito un nivel más elevado de abstracción. Necesito fórmulas, cuadros sinópticos, memorización de reglas y protocolos de investigación. Y esta necesidad no surge de mi sed de conocimiento -curiosidad mis polainas-, necesito esto porque de otra manera me empiezo a manijear hasta decretar que mi vida apesta, que el universo atenta contra mí y que no hay esperanzas de salvación.
El estudio me rescata del dramatismo y del autoflagelo.
Hace dos semanas que terminaron las clases (promocioné Latín con 10, que se sepa, a la mierda con la modestia) y no veo la hora de empezar de vuelta.
Necesito sintaxis, declinaciones y conjugaciones, reglas de puntuación y fechas de entrega. Quiero ver a mi profesora de Latín y pensar "cuando sea grande, quiero ser como ella; pelotuda, tenés 27 años, dejá de decir 'cuando sea grande'". Quiero conmoverme con el amor a la literatura que tiene la de Expresión Oral y Escrita. Quiero. Necesito.
Es que no soy nerd. Soy una neurótica con un mecanismo de defensa socialmente funcional.

viernes, julio 02, 2010

Llego al aula y me siento, siempre adelante -esto de no usar lentes hace cinco años requiere una serie precauciones a las que ya estoy habituada-. La profesora entrega el parcial. Son hojas en papel fotográfico. ¿Cómo carajo voy a hacer para completar lo que pide en papel fotográfico? es la primera duda que me ataca. Empiezo a leer las hojas del examen y no entiendo un carajo. En la primera pide una interpretación extrañísima de Grimal y en la segunda hay una historieta sobre las Guerras Púnicas, los globitos de diálogo en las viñetas están, obviously, en latín y yo tengo que hacer análisis morfosintáctico y traducir. Realmente no entiendo una goma y me doy cuenta de que me olvidé el diccionario. Invoco a Vox, que el lexicón que tengo en el inconsciente colectivo venga a mí; invoco a Jung, que el espíritu de Virgilio me posea. No pasa nada, no hablo en latín como por arte de magia, la puta madre.
Me levanto y me hago la enferma. La Secretaria me dice "dale, no te hagas" y yo me pongo roja como un tomate. Vuelvo a sentarme y todos entregan con cara de satisfacción.

Me despierto en pánico y tardo cinco minutos en tranquilizarme.
Eso sí, de sentarme y ponerme a estudiar como se debe, ni hablar.

jueves, junio 24, 2010

"...incluso se sabe la fecha de nacimiento de Virgilio" dice la profesora de latín mientras La Secretaria y yo la pisamos: ¿cuándo? ¿cuándo? ¿qué fecha? El 15 de octubre, libriano. Hacemos caritas de entendidas y seguimos escuchando. El llanto constante de Eneas, el heroísmo contra su voluntad y estas diosas que mueven las tramas y las aguas mediterráneas constantemente porque si no nuestro héroe se queda moqueando al lado de un túmulo y dale, apurate, que Roma no se hizo en un día, querido.
Yo digo que Eneas es de Piscis. Tanto lamento, tanto sacrificio y tanto dejarse llevar por la corriente sin saber bien por qué. La Secre no coincide, para ella es de libra, como el autor. Horas después, debo darle la razón, sólo un libriano puede tener a Venus de su lado y caer tan bien parado después de tanto bardo.
Después fantaseo con un futuro probablemente lejano, conmigo como profesora. Y no lo puedo evitar, yo sólo me imagino enseñando latín.
Uh-ahí-viene-la-de-latín será mi nombre.

domingo, mayo 30, 2010

En la primera clase del curso introductorio del profesorado nos hicieron escribir un texto que hiciera alusión a alguna situación que nos hubiera llevado a estar sentados en esa silla, queriendo ser docentes, queriendo enseñar literatura. No necesité pensarlo mucho.
A los once años me enamoré de un libro. Había una colección de libros españoles en la biblioteca del colegio. Tenían la tapa color maíz y la traducción era de esas que ahora me resultan un poco molestas pero que en ese momento ni registraba. Me llevé el librito este, de una escritora alemana, a mi casa un viernes. El domingo a la tarde lo había terminado, después de haber pasado por todos los estados posibles.
Fue en ese fin de semana que surgió el ritual, un acto que se repite cada vez que una lectura me llega y me completa. Pasó con Yo que he servido al rey de Inglaterra de Hrabal, pasó con Océano mar de Baricco, también con El maestro y Margarita de Bulgakov; pero nunca tan intenso como con Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel: el amor más kitsch, comprometido y adornado. Lloré durante horas por esa mariquita llena de puntillas, flores; por el guerrillero de corazón enorme que tal vez sí, pero no. Después, devolvérselo a Nat con eterno agradecimiento y despedirlo con un pañuelito blanco, como enamorada en estación de tren.

El libro debajo de la almohada. Tenerlo cerca durante un par de noches. No querer despegarme de la sensación. La fuerza del objeto.

Por eso cuando ayer a la tarde Ita sacó el libro del chileno de su biblioteca y me lo dio, me lo regaló, un escalofrío me recorrió el cuerpo. La fuerza del objeto.
Llega en el momento justo. Cuando siento que la transición me parte en dos. Cuando ya no más tengo miedo, torero sino tengo miedo torero*.



(*) El valor de una coma, cosa de no creer, eh.

miércoles, mayo 19, 2010

El regreso académico se cristalizó en forma de nota. 9 (nueve).

Eso sí, la alegría se terminó de completar con el gran 10 (diez) de La Secretaria, que se puso toda colorada.

Un aplauso para La Secre, que se estudió todo.
Y bueno, uno para mí también, que me encanta que me aplaudan.

viernes, mayo 14, 2010

- Bueno, bien. Se están viendo.
- No no, Dedé, "se están" no. Eso es tiempo presente. Implica hábito. Acá aplicaría un pretérito perfecto. "Se vieron". "Se vieron un día". "Se vieron otro día". No hay una rutina como para hablar de tiempo presente.
- ...
- Para que hablemos con propiedad.
- ...
- No, bueno, eso. Todo bien.

martes, abril 20, 2010

De: Cel
Para: La Secretaria
Asunto: el bloqueo

El bloqueo, el bloqueo más bloqueado.
No puedo redactar.
No-pue-do.
Me lei los dos textos como cincuenta veces y cuando abro el word para escribir, el horror. No puedo hilar dos ideas juntas.
Nada, necesitaba contarle a alguien que me siento una acccsoluta inepta.
Ahora sigo y cuando me venza el sueño te mando lo que haya hecho hasta ese momento y vos me contás qué te parece.



Cuarenta minutos después...



De: Cel
Para: La Secretaria
Asunto: desisto

Me preparé un café ENORME. Fui hasta el kiosco a comprar puchos. Marqué en el texto de Cortazar qué palabras se deducían por asociación fónica y cuáles por cotenxto, sintaxis y sarasa. Fui a hacer pis como 6 veces. Y no puedo escribir. Te juro que la frustración que siento en este momento es feísima. También estoy indispuesta, así que exagero por demás.
Te mandó la pobreza que escribí hasta ahora. Mañana entre el laburo y latín, sigo.
Y que la fuerza nos acompañe.

Perdón, perdón por ser la peor compañera de tp ever.




Cierto, cierto que me había olvidado que soy una psycho que cuando algo no le sale como se suponía que tenía que salir se brota, fuma el triple que lo usual y mira todo con la lupa hormonal que todo lo convierte en mosntruoso.

martes, marzo 23, 2010

No había profesor asignado para la primera materia del día, con la que estrenábamos nueva carrera, así que nos fuimos al bar de la esquina a tomar unas cervezas. Llegamos casi tarde a la segunda clase y un poco borrachas. Así comenzamos esta nueva etapa con La Secretaria y Amarula.

Terminada la jornada académica, salimos a la calle y nos burlamos de la chica que había dicho que de llevarse un solo libro a una isla, sería La Tregua de Benedetti; no hacen falta explicaciones. Y también de la que dijo que Rayuela; por apología al cliché.

Vaticino una cursada espléndida.

viernes, febrero 12, 2010

La mañana empezó bien, una mañana más. Snoozeé hasta el límite, me bañé, comí un durazno, me vine para la librería, todo normal; la rutina del 36, bajarme en Charcas, hacer siempre el mismo camino, este día en particular con Eddie Vedder de fondo.
Pero en el momento en que mi jefe me dijo "me voy para casa, vuelvo en unas horas" y se fue, un vacío. Ni tristeza, ni angustia, la nada. Ganas de la nada; de despertarme y que ya sea marzo, para tener que trabajar 11 horas por día y no tener tiempo de pensar en nada. Abulia.
Y cuando estaba por mandarle un mail a mi amigo y consejero para contarle que ayer a la noche fui a ver la de Benicio del Toro haciendo de hombre lobo y me quedé completamente dormida en la butaca, un mail en la bandeja de entrada. Hoy se suspenden las clases del profesorado por falta de agua.
Salgo del trabajo a las cinco de la tarde y ¿qué hago? ¿qué hago con esta apatía y una tarde libre?
De veras, ¿qué hago?

viernes, febrero 05, 2010

Iba a decir que desconocía el funcionamiento de los grises intermedios entre las categorías novio/chongo y amigo. Pero qué necia que me pongo a veces, ¿cómo olvidarme de que pasé cinco años -CINCO AÑOS- explorando los matices del gris casi sin descanso?
Reformulo, entonces, y digo que ya no tengo ganas de entender los grises esos. Porque soy re copada (sic), y los tipos estos se relajan y cuentan intimidades, y está bien, me encanta eso; pero de ahí a que me cuenten a quién se garcharon después de una semana de haber estado conmigo en pelotas en la misma cama, con detalles y referencias a sentimientos que nunca habrían podido tener hacia mí, bueno, hay un trecho. Y en ese trecho conviven mi ego vapuleado y el fantasma de Nico, que mete más miedo que Pepito.
Por eso, declaro en este solemne acto, que de ahora en más me rehusaré a escuchar historias de felicidad ajenas -que involucren mujeres, obvio- de hombres que me hayan tocado las tetas y por quienes no siento ningún tipo de sentimiento más que simpatía.

También aprovecho y cuento que me hicieron una devolución del primer texto que escribí para el curso del profesorado que casi me hizo poner colorada.
Soy tan feliz con tan poco. No entiendo todavía cómo no es que soy feliz.