sábado, noviembre 27, 2010

Divino. Sin darme cuenta, volví a caer en el estado este que me hace sentir absolutamente incomprendida y sola. La palabra clave es SOLEDAD.
Porque claro, soy súper especial; mis sentimientos atraviesan matices desconocidos por el resto de los mortales.
Por eso, cuando trato de explicar qué me sucede nadie me entiende, nadie quiere comprender, todos miran para un costado. Oh, pobre de mí. Pobre insatisfecha salitaria.
Entonces -como siempre, mis mecanismos de defensa son siempre los mismos- el resaltador es el arma con la que batallo contra este estado; o mejor, dicho, es la herramienta que uso para evadirlo y negarlo. Estudio. Estudio unos apuntes de cognitivismo cultural que están hechos para subnormales. Estudio Las Doce Casas de Sasportas y me maravillo con los misterios de la astrología psicológica. Repaso en mi mente las desinencias de la tercera declinación. Conjugo el verbo "satifacer" en el modo subjuntivo. Aunque las clases hayan terminado, aunque ya no haya necesidad. Ocupo mi mente en repasar e incoporar información porque le tengo pavor a empezar de vuelta a pensar en todas esas cosas en las que termino pensando cuando me siento sola e incomprendida.
En los libros que leo no enseñan cómo pedir un abrazo.

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