sábado, octubre 30, 2010

¿Sabés qué está bueno?
Dormir en bolas

Otras cosas también,
pero no es este el momento,
ni el lugar

martes, octubre 26, 2010

Algo que realmente me gustaría es agarrar y viajar hasta el año 2003 y ver cómo me comportaba en ese momento, poder tener acceso a esas miradas que seguramente me devolvía pero a las que nunca me pude enfrentar porque estaba demasiado ocupada mirándome el ombligo.
De todos modos, durante estos años guardé en algún rincón unas cuantas imágenes desde una subjetiva que dispara escenas en tonos fríos. Un dedo paseándose por mi remera rayada; mi mano acariciándole el pelo en la oscuridad; él yendose una madrugada lluviosa; su mano levantando mi pollera violeta.
Me agarra una especie de nostalgia y contrasto esos recuerdos resignificados con un presente que nos reencuentra un poco cansados del enrosque. A los 20 años la neura era una necesidad, llegando a los 28 es un accesorio del que estoy re podrida.
Ahora es como si todo fuera verde. O tonos tierra. Es olor a tierra mojada, que avisa que se viene la lluvia, que dice que la tormenta siempre viene acompañada de sensaciones que intoxican los sentidos.
Y si cierro los ojos todo es negro. Pero los abro, porque no puedo dejar de mirar, ya no puedo permitírmelo.

sábado, octubre 23, 2010

Ayer mientras iba por Salguero rumbo a Santa Fe fui aminorando el paso porque detras de mí venía una parejita casi a los gritos. Sí, soy una chusma. La cosa es que el pibe -que tenía un manejo de la palabra casi sexy- le dijo a la chica "salí de ese cuadradito nefasto donde vivís, por favor" y no se refería a un monoambiente. Después crucé la calle y me quedé con las ganas de saber qué iba a pasar después, pero también me quedé pensando en esos lugares que uno habita en su cabeza. Si sabré de cuadraditos nefastos...
Después me tomé el 29 a lo de Laurita y cancelamos la salida al cine para quedarnos en su cocina hablando. Con las geminianas se puede oscilar entre lo más íntimo y la abstracción más distante con una soltura que aliviana las angustias. Salvo que esas angustias no deban ser alivianadas sino atacadas, machacadas y transformadas, claro.

"¿Cuándo estoy?, ¿en qué momento se puede constatar una real presencia? Si lo único que hago es dejar todo a medio anudar ¿en qué clase de persona me convierte eso?, ¿qué clase de persona soy?"
Después de eso, uno de esos silencios que podrían extenderse hasta siempre, porque el otro acompaña en ese momento maravilloso del no-sonido, de la mente aquietada por la revelación y el abismo ante lo desconocido. Un silencio de llanto inminente sin pensamiento, sin necesidad de entendimiento, sin necesidad de intelectualización.

Esto yo ya lo viví.
digo tu nombre al viento
y el viento me llena los ojos de tierra
digo tu nombre al río
y el río pasa de largo
digo tu nombre entonces
a una canasta llena de huevos
digo tu nombre entonces a un semáforo
digo tu nombre, en fin, a muchas cosas
pero ninguna de estas acciones representa para mí
alguna ventaja apreciable y todo eso me parece
insensato
y en lugar de seguir diciendo tu nombre
salgo puerta por puerta con un portafolios
a vender enciclopedias
y me hago millonario
y después me muero
como todo el mundo

Mario Levrero

viernes, octubre 22, 2010

Después de una jornada HORRIBLE en la que mi jefe me avisó del inminente cierre de la librería, sufrí los espantosos dolores de la depilación para que después me cancelaran un encuentro y me quedaran las manos secas por haber maniobrado toda la tarde con libros polvorientos, me vi la cara en reflejo de la ventanilla del colectivo y era la estampa del más puro odio. Me asusté.
De todos modos, como la vida es perra pero de vez en cuando me sorprende, Lau le hizo dar a mi día un giro de 180 grados. Me regaló la entrada para Massive Attack, me sirvió helado y fue poniendo uno a uno los discos de vinilo de su madre. Empezamos con Carly Simon y Zeppelin, seguimos con Joe Cocker, pasamos por los Beatles en su etapa gurú maharishi y terminamos a los gritos pelados con Janis Joplin. Janis te hace liberar tensiones, es un hecho comprobado.
Me fui a dormir un poco borracha, bastante caliente, un poco desilusionada y un poco contenta. La expresión de odio hacía rato se había borrado de mi cara y pensé y sentí que tal vez nada es tan terrible.

miércoles, octubre 20, 2010

De a poco voy entrando en ese estado del para-qué-si-total-siempre-es-lo-mismo (Luna cuadratura Saturno). Salvo que esta vez veo un dejo de luz al final de túnel. Digo, por lo menos reconozco que la mitad de las veces que todo-termina-en-lo-mismo es culpa de mi capricho innato, como si todavía tuviera cuatro años y el hombre de turno no fuera el hombre de turno sino mi abuelo que siempre siempre claudicaba ante mis llantitos para darme lo que tanto (no) quería; claro que el hombre de turno suele ignorar la existencia de mis ataques infantiles en los que pego un par de gritos y digo que novamás, que seacabó. Simplemente me limito a mantener prudencial distancia para ver si el otro llega a discernir qué carajo es lo que me pasa. O, mejor dicho, me limito a mantener prudencial distancia porque esa es mi reacción automática frente a cualquier estímulo del orden de lo emocional (Luna en Acuario). Por si alguien se lo pregunta, no, nunca nadie se dio cuenta de qué carajo es lo que me pasa. Primero, porque nadie tiene la bola puta mágica y segundo, porque ante la más mínima intención de entendimiento de la situación me hago la canchera, que acá no pasa nada, que entendiste todo mal (exceso del elemento agua en la carta natal y su negación debido a la influencia del elemento aire en la respuesta refleja emocional).
Pero como hoy me crucé en el bondi a mi profesora de Expresión Oral y Escrita, me dijo que tenía pasta de profesora (Sol en 10) y justo yo venía re flasheada de la clase de latín (Saturno en 9) respondo como me sale: subrayo apuntes, hago declinaciones conjuntas, traduzco proposiciones incluidas adverbiales y pateo, pateo el sentimiento para adelante, para el costado (Ascendente cuadratura Mercurio); total, las oportunidades me llueven, mi minusvalía afectiva está sólo en mi cabeza, hay cosas más importantes en la vida que el romance y tengo toda la vida por delante.
Pelotuda.

martes, octubre 19, 2010

Me encanta crear cuentas en todas las redes sociales y cachivaches posibles para después dejar todo abandonado.
Al final me creé el formspring.me, porque cuando era chica me metía en el baño, me paraba frente al espejo, agarraba un cepillo a modo de micrófono y me entrevistaba a mí misma. Esquizofrenia infantil con producción era la mía.

http://formspring.me/celartemis

Pero además de seguir haciendo culto al exhibicionismo coloquial que me caracteriza, también puedo responder dudas gastronómicas, astrológicas, ortográficas, gramaticales y hasta ahí llegamos, mi campo de conocimiento es limitado.

lunes, octubre 18, 2010

Quiero que todos sepan que desde hace cuatro días no como otra cosa que no sean frutas y verduras. Ah, pero qué sana soy, eh. Qué jipi orgánica. Qué saludable.
Mentira, qué gorrrrda. Tengo que hacer esto porque durante todo el invierno le estuve dando duro a los guisos, al delivery y al whisky. Y sufro, no se dan una idea de cuánto sufro; pero como ya me deshinché y los pantalones me quedan flojos, me la bancaré estoicamente hasta el final.
Si no pensara en otra cosa que facturas, podría escribir algo acá; pero bueno, no. Me quiero comer una torta de casamiento entera.

Ah, de paso, le digo felizcumpleaños a mi libriano favorito, que tiene unos ojos que sonríen y que, por tener la Luna en Piscis, me entiende toda toda toda.

Mi reino por una lasagna.

martes, octubre 12, 2010

Soñé que era hombre y, por supuesto, tenía pene. Sí, tomá Freud, tenés razón. Mi inconsciente volvió a algún momento previo al complejo de castración y me hizo soñar que tenía pene (yo pondría "pija" que es la palabra que uso siempre, pero capaz es medio violento).
Igual, un bajón. Llegaba con mi mujer (!!!) de una fiesta y yo quería ponerla pero ella estaba muy cansada. La mina mandaba a dormir a nuestros hijos (!!!) y después se tiraba boca abajo en la cama, rendida por el cansancio. Yo trataba de calentarla un toque y la muy aguafiestas me tiraba la onda de que me la cogiera dormida. Ahí se me bajaba por completo; un tremendo garrón.
Al final, me tiraba al lado de ella y también me quedaba dormido.
Hay que ser turra, eh. La única vez que porto aparato reproductor masculino y la guacha no le pone ni un poco de onda.

El tamaño era normal, eh. Nada estrafalario.

viernes, octubre 08, 2010

Es justo en ese momento en el que voy entrando en trance que me gustaría abrir la boca para decir algo más que "sí" o "me encanta"; pero, justamente, porque de eso se trata el trance, mis facultades intelectuales merman para darle paso a lo sensorial. De repente todo es piel y química y pajaritos de colores y fuegos artificiales y esas cosas que los científicos intentan explicar con ECGs y las adolescentes calentonas con canciones de reguetón.
De todos modos reconozco que mi naturaleza es sabia -mucho más sabia que otras partes- y por eso me tapa la boca con un manto de gemidos. Porque ¿qué sería capaz de decir en esos momentos? ¿Podría ser yo una de esas que no ven las líneas divisorias y enuncian tequieros apresurados y cargados de moralina latente? ¿Podría hilvanar un rosario de guarradas irreproducibles en otro ámbito? Quién sabe.
La realidad es que me callo la boca y dicen por ahí que con la mirada todo lo digo.
Las palabras llegan después. Después de descansar y despertar en el mismo estado de ebullición que no me dejó caer rendida sobre la almohada la noche anterior. Me brotan las palabras por todos lados. Me lleno de palabras como hace unas horas me llené de piel, pajaritos y fuegos artificiales.
Te extrañaba, satisfacción.

jueves, octubre 07, 2010

A las nueve me despertó el llamado de una chica que pensó que estaba llamando a canal 7 y que antes de reconocer su equivocación me dijo un montón de cosas que no entendí. Después de un expresivo "¿Eh?" de mi parte, la chica pidió disculpas y yo seguí durmiendo. A las once volvió a sonar el teléfono, pero esta vez nadie se había equivocado. Era para mí y me alegró la mañana. Tanto, que no seguí hasta las doce como tenía planeado sino que salté de la cama para bañarme. No, bueno, salté de la cama porque de repente mi noche de jueves que iba a ser Mad Men y Boardwalk Empire con un cuarto de helado se transformó en velada en casa y cocinar para un muchacho que me llama a las once de la mañana y me saca las primeras sonrisas del día.
Todavía había sol cuando salí a la calle para ir a mi carnicería y verdulería amigas. Yo ando antojada de entraña, pero el carnicero siempre me cuenta la misma historia: que hay una sola por vaca, que le tengo que avisar con anticipación así me reserva, que con una para dos personas está muy bien y blabla. Al final me llevé un buen pedazo de vacío y estuve a punto de pedir bondiola de cerdo, pero por algún motivo me contuve. De ahí, caminé los dos metros hasta los bolivianos que me venden las paltas más cremosas y las espinacas más tiernas. El piola de Antonio, el verdulero, siempre me hace la misma, me llena de halagos a mí, llena de halagos su mercadería y trata de darme más de lo que le pedí, porque claro "no te podés perder estas frutillas, linda, llevate medio, no un cuarto", a lo que yo le tengo que explicar -como lo vengo haciendo desde el 2007- que soy yo sola, que medio kilo de frutillas es igual a que me las olvide en la heladera y las tenga que tirar en unos días. Le terminé debiendo dos pesos y me despidió con una simpatía que le admiro y envidio.
Llegué a casa, puse las cosas en la heladera y aparté unas mandarinas y frutillas para hacerme un licuado.
Medio kilo de frutillas cuando le había pedido un cuarto. Un kilo de mandarinas cuando estoy casi segura de que pedí medio. Antonio, petiso pícaro, si serás estafador.

miércoles, octubre 06, 2010

Si bien suelo ser víctima del mal timing, a veces es como si la sincronización estuviera de mi lado.
Claro que siempre es para cosas de lo más pelotudas, nunca para las importantes, pero bueno, algo es algo.
Mientras hoy lloraba frente al monitor por cosas que no vienen al caso y que tampoco podría publicar (porque esto de que todo mi pequeño mundo lea este blog es un peligro y ya me tiene las tetas re llenas), se terminó de bajar la segunda temporada de Mad Men.
Plop, hizo el torrent. Y yo me pasé el dorso de la mano derecha por la mejilla para secar lágrimas y puse rápido play. Sólo pude ver veinte minutos de Don Draper y su mirada misteriosa. Don Draper en remera blanca y su espalda contundente. Don Draper y sus Lucky sin filtro.

Me esperan unos días de hacerme cargo de ciertos límites que me había prometido poner por ahí. Me esperan encarnizadas luchas con mi ego y sus embates codependientes. Menos mal que tengo horas y horas de Don Draper.

viernes, octubre 01, 2010

Terminé el post anterior diciendo que caminar es la clave, el tema es que estando acá sentada desde hace cinco horas todo me empieza a sugerir que no, caminar no, que un par de medidas de black label sí, o que coger sin poder parar durante un par de horas también.
Claro que ir en vez de ir en busca de algo que me haga sentir momentáneamente mejor, me quedo acá atrás, fuera del alcance de la vista de mi jefe y lloro. Por ser tan minita, por que es viernes y no puedo ir sola al cine porque está lleno de gente, por ser tan minita, por ver a una madre siendo en extremo tierna con su hijita preciosa, por ser tan minita, por necesitar un abrazo eterno y no tener fuerza para pedirlo, por ser tan minita, por extrañar lo que nunca sucedió, por ser tan minita, por ser tan yo, por todo, por nada.
Insoportable.
Cuando ayer apagué la luz a las doce de la noche me dije que hoy a la mañana me iba a ir hasta el Parque Centenario a caminar. Todo esto calculando, como una monstruosidad, diez horas de sueño; el plan era darle un par de vueltas al parque, volver, pegarme un baño y hacer compras de almuerzo y cena. Abrí los ojos a las ocho y no, no way, todo tiene un límite, no voy a ser una de esas personas que se despiertan a las ocho de la mañana porque sí, así que me obligué a seguir durmiendo. Cuando miré el reloj ya eran las once y media. Me zampé once horas y media de sueño sin siquiera estar cansada. Voy a reencarnar en marmota.
Empecé entonces este día mal parido. Cancelé la idea de caminata en el parque por falta de tiempo. Me metí a ducharme y me tuve que lavar el pelo con jabón líquido porque se me acabó el shampoo. Me contaron chismes que sólo confirmaron mi premisa: "nadie me elige". Me pasé con el limón de la ensalada y uno de los aros de mi corpiño favorito me empezó a lastimar el costado de la teta.
Sin pensar demasiado, cargué mi aparatito de mp3 con la discografía de Faith no more y L7. Nunca escucho música fuera de mi casa, pero esta vez salí con los auriculares puestos y tiempo de sobra.
Hidalgo hasta Ángel Gallardo, que después es Estado de Israel y después Córdoba, en Medrano doblé a la izquierda y seguí hasta Charcas. Llegué a la librería un poco acalorada y con la mente en blanco.
La clave es caminar.