Hace unos meses me quejaba, decía que no tenía ganas de concer a alguien porque pensar en que iba a tener que estar explicándome una y otra vez me sonaba de lo más agotador. Lo veía como una interminable entrevista de trabajo.
"Prefiero los gatos antes que a los perros", "Si sueño que me hiciste algo malo y me despierto al lado tuyo, te jodiste, seguro te pego una patada", "Me hago la distante pero soy una tremenda franelera", "Me bautizaron con un nombre diferente al que tengo ahora, y a los 18 me cambié el apellido", "No tomo cosas calientes a la mañana". Y así, durante meses y meses, hasta que el otro se aprendiera todo el set de mañas y señas personales.
Mi fantasía hace unos meses era que apareciera un tipo golpeando mi puerta, que además de ser carismático, inteligente, excelente amante e interesante, supiera lo básico sobre mí.
Hoy a la mañana cuando en vez de ofrecerme un café me preparó un jugo de pomelo, me di cuenta. Con alguien que preste atención a lo que digo y un poco de memoria, alcanza y sobra.
Bueno, también suma porotos que me despeine de a poquito, que le sonrían los ojos y que cocine de -oh, por dios- esa manera. Pero eso es otro tema.
También es otro tema que hoy me pelée con una señora por teléfono por culpa de Caperucita Roja. El cuento "Caperucita Roja".
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
2 comentarios:
ger: y que revise mi basura y me espíe con prismáticos desde la terraza de un edificio de enfrente?
No no, prefiero seguir con el tradicional método del "nos estamos conociendo"
La Tats le esta mandando por msn pedazitos de esta entrada a su chico. A ver si le cae la ficha.
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