jueves, septiembre 10, 2009

Hace unos meses me quejaba, decía que no tenía ganas de concer a alguien porque pensar en que iba a tener que estar explicándome una y otra vez me sonaba de lo más agotador. Lo veía como una interminable entrevista de trabajo.

"Prefiero los gatos antes que a los perros", "Si sueño que me hiciste algo malo y me despierto al lado tuyo, te jodiste, seguro te pego una patada", "Me hago la distante pero soy una tremenda franelera", "Me bautizaron con un nombre diferente al que tengo ahora, y a los 18 me cambié el apellido", "No tomo cosas calientes a la mañana". Y así, durante meses y meses, hasta que el otro se aprendiera todo el set de mañas y señas personales.

Mi fantasía hace unos meses era que apareciera un tipo golpeando mi puerta, que además de ser carismático, inteligente, excelente amante e interesante, supiera lo básico sobre mí.

Hoy a la mañana cuando en vez de ofrecerme un café me preparó un jugo de pomelo, me di cuenta. Con alguien que preste atención a lo que digo y un poco de memoria, alcanza y sobra.

Bueno, también suma porotos que me despeine de a poquito, que le sonrían los ojos y que cocine de -oh, por dios- esa manera. Pero eso es otro tema.



También es otro tema que hoy me pelée con una señora por teléfono por culpa de Caperucita Roja. El cuento "Caperucita Roja".

2 comentarios:

Cel dijo...

ger: y que revise mi basura y me espíe con prismáticos desde la terraza de un edificio de enfrente?
No no, prefiero seguir con el tradicional método del "nos estamos conociendo"

V dijo...

La Tats le esta mandando por msn pedazitos de esta entrada a su chico. A ver si le cae la ficha.