Tapada hasta la nariz, con la cabeza a punto de explotar por culpa de la resaca y las piernas doloridas de tanto bailar; con el sol tímido del domingo de ayer entrando por las rendijas de los postigos y una botella de agua al lado de la cama. Así recibí el día, más o menos a las 11, queriendo dormir más y sin poder; pero también sonriendo un poco -ok, lo reconozco, con una tremenda sonrisa instalada en la cara, no en la boca, en la cara-, recreando escenas en mi cabeza, contando gestos como cuentas de un collar, cerrando los ojos para ver mejor las ideas, sintiéndome bien.
Doce horas después me dice que queda un poquito de mí en su almohada, pero que prácticamente nada. Entonces, hasta casi que me pongo colorada y todo. En vez de eso, bajo la mirada y pongo cara de tarada, justo para que Lau me vea y me diga "ay, mirá cómo te ponés".
Y sí, me pongo así. Porque está bueno ponerse colorada y un poco tarada de vez en cuando, canejo.
Aaah... ¿etiquetar o no etiquetar? Qué dilema, eh.
Yo le pondría algo así como Mr. deseé-abalanzarme-sobre-él-cuando-me-habló-de-su-gen-chavista. pero es como muy largo ¿no?
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
3 comentarios:
Digale NO a la resaca!
Fran: Es que me había olvidado de tomar la pastilla esa, "resaca", la próxima no me voy a olvidar.
Te compran con cualquier cosa a vos. No te compran, te juntan.
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