sábado, septiembre 19, 2009

Primero, el jefe que me llama y me ruega que vaya hasta a la librería -de vuelta, después de haberle dado con los zapatos que me hacen doler y la mochila pesadísima por Medrano desde Mansilla hasta Guardia Vieja- para abrirle la puerta, porque resulta que se olvidó las llaves; justo cuando estoy a punto de tomarme el bondi con un pibe. Entonces nos tomamos un taxi, hago entrega de llaves y no paro de fruncir el ceño. Eso el miércoles a la noche.
Segundo, el pibe me dice "llueve", a eso de las 11 de la mañana. Y yo tan de primavera, con los zapatitos -que me hacen doler- y la pollera, porque mi mamá siempre me dice que tengo que usar polleras más seguido, maldita la hora en que le hago caso. Mientras espero el 127 en Triunvirato puteo, tirito y frunzo más el ceño. Eso el jueves al mediodía.
Tercero, llego a casa, empapada, congelada, somnolienta; con una caja de Speedy que tiene un coso de wifi adentro. Le doy de comer a Plutón, prendo la luz de mi cuarto y abro la caja, hojeo el manual y levanto el tubo del teléfono para ver si hay mensajes. No hay tono; checkeo los cables, no hay tono. Me fijo en el teléfono de Ani, no hay tono. Puteo al universo, no hay tono. Eso el jueves a la noche.
Cuarto, que seguimos sin teléfono, que es un problema de la zona y "va a estar solucionado lo antes posible". Teléfonica y la puta que te parió. Además, jefe se siente medio mal y se va, dejándome sola. Sola con toda esta gente que "quería hacer unas fotocopias" y gente que "quiero comprar un libro, pero no sé el nombre... ni el autor". Nunca gente que "dame la trilogía Millenium, sí, en efectivo". Nunca. Eso ayer a la tarde.
Quinto, que llego a lo de mis abuelos y me reciben con amor pero sin comida. Pico unas cositas y me retiro, no sin antes pasar por Burger y asombrarme por el precio de una hamburguesa común y silvestre ¿seis mangos por una clasica? Indignada, cruzo Corrientes y me meto en La Continental, porque a veces las empanadas de pollo le hacen bien al alma. Eso ayer a la noche.
Ahora hay unos señores rompiendo la calle, así que me espera una tarde de TRRAAAAAATATATATRAAAAA non-stop. También me espera una cena con amigas en un lugar Armenio y una noche retro-como.si-tuviéramos-20-de-vuelta en el Salón Pueyrredón.

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