miércoles, abril 21, 2010

En estos días en que los compromisos sociales, familiares, académicos y extracurriculares se me superponen unos con otros, sin dejarme mi par de horas diarias de ocio recreativo/contemplativo (acariciar a Plutón, tardar cuarenta minutos en tomar un té mientras miro la nada, ir al día con Lost, tirarme a leer un buen rato y, especialmente, pensar, pensar sin parar) empieza a sonar una alarma. Una luz roja se prende. Estoy perdiendo mi superpoder, el que me permite tomar una idea y abordarla desde todos los ángulos posibles hasta secarme el cerebro.
Dejo de vivir en mi cabeza para salir y tratar de entender latín, cantar, emborracharme y bailar cumbia, viajar en tren mientras charlo con mi mamá, comprar ropa y planear escapadas de fin de semana largo.

Todavía no sé si es alivio o vacío.
¿Qué hago si dejo de ser una neurótica eficaz?

2 comentarios:

Ale dijo...

No bailar cumbia siempre es un alivio! Beso,

Cel dijo...

Ale, si se hace sólo una vez al año creo que ni cuenta, no representa ningún peso.