sábado, abril 24, 2010

Tan contenta estaba yo por poder ir a la barra y no pagar nada ("¿ay, pero para mí que canté no hay descuento? "+ barman pajero) que no hubo momento en el que no tuviera las manos ocupadas con un fernet, una cerveza o un cuba libre.

Así me fue.
Sin darme cuenta de que estaba siendo víctima de la histeria masculina, fui manipulada con destreza por un especímen pelilargo y de ojos misteriosos.
Listo, esto fue la gota que rebalsó el vaso, renuncio a los guitarristas. Nunca nada bueno resulta de mis contactos con guitarristas. No sé si son ellos, no sé si soy yo -probablemente sea yo, mi ineptitud a la hora de los vínculos es de notable eficacia-, la cosa es que siempre pasa lo mismo. Yo hablo de más, ellos la juegan de inalcanzables, yo sufro el rechazo, ellos ni se inmutan. De hecho, debería renunciar a los músicos y ya. Tal vez tenga razón mi amigo y consejero y termine con un escribano.

4 comentarios:

Saudaris dijo...

mucho ego los músicos, se quieren ellos mismos!!
Analizá la situación con un escribano:

lo positivo:
toda la plata del mundo

lo negativo:
suelen ser muuuyyyy aburridos

fijate para qué lado se inclina la balanza =P

Cel dijo...

Saudaris, se inclina hacia el lado de los egomaníacos pero que me divierten, definitivamente.

exseñoM dijo...

Cada tanto aparece un músico que rompe la regla, yo te juro que lo encontré.

Cel dijo...

sritam, mi madre también lo encontro, yo te creo.