martes, marzo 22, 2011

Hace justo un año empecé el profesorado. Bueno, mejor dicho, empezamos.
Llegué al aula y me puse feliz al ver la colorada cabellera de La Secretaria, a la que no veía hacía años. Felicidad de reencuentro que ya venía alborotándome desde el día en el que la deduje en un comment de un blkog ajeno. Al rato llegó Amarula, y viendo que el profesor no llegaba -y nunca llegaría, esa materia no tuvo profesor en todo el año- nos fuimos al bar de la esquina a tomar unas cervezas.
Recuerdo que le recomendamos a la secre darle una segunda oportunidad a Houellebecq y que instamos a Amarula a leer La conjura de los necios. También recuerdo que llegamos un poquito tarde al taller de lectura de textos literarios. Ah, medio borrachas, además. Llegamos tarde y un poco ebrias. Un comienzo así sólo puede ser de buen auspicio, pensé; y no me equivoqué. Fue, sin dudas, el año más gratificante y divertido a nivel académico. Y eso que llevo como 10 años de carrera en carrera, eh.
Después, a lo largo del año, descubrir el latín, la tildación impecable, la noche tropical, los caramelos ácidos uno tras otro y los comentarios por lo bajo sin que escuche nadie. Repito, el año más gratificante y divertido, por lejos.

¿Puedo ser sincera?
No veo la hora de que sea lunes para volver al Joaquín.
Me saldrán canas, se me caerán las tetas, tendré problemas en las articulaciones; pero siempre seré ñoña.

2 comentarios:

Mariana dijo...

Oh, sí. El Joaquín me trajo algunas alegrías también. Terminé en diciembre y se me mezcla felicidad por la tarea cumplida y nostalgia.

PD: en el Pizza Bum de la esquina tienen unas tartas que son una bomba, te manducás una y quedás hecha hasta el otro día. Lo tenía que decir.

La Criatura dijo...

dos cosas, dos
per favore, inste a la secretaria a volver al blos
y
¡no me podes hablar justo de la conjura! lo estoy empezando y ya amo a Ignatius.