Mi jefe me pone un libro sobre el monitor y me dice "tomá, publicá este también". Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus. Lo hojeo, paso las páginas, pispeo, capaz el libro éste es un compendio lleno de sabiduría. Bueno, no. Dice que los hombres se sienten fuertes cuando se sienten necesitados. Bullshit. Bah, yo qué sé. De veras, qué es lo que sé yo acerca de estas cosas; nada, sé nada. Ya cerré el libro, pero me angustio igual. Me angustia que existan estos libros, que se impriman 65 ediciones, que millones de mujeres vayan en subtes, bondis, aviones y trenes tratando de entender a los tipos. También me angustia ser yo una de ellas. Me rompe las pelotas encontrarme en esta situación de incertidumbre absoluta, de no saber qué pasó, de sentirme tan vulnerable al antojo ajeno (aunque esto último no tenga que ver con la cuestión de géneros). Trato de aplicar el sabio "no está interesado, dejá de enroscarte" y durante un rato funciona, el ego se me marchita un poco, me saco el esmalte de uñas, me quedo toda la noche del sábado y la tarde del domingo mirando películas, y pareciera que está todo bien, pero después, cuando menos lo espero, pumba, me enojo. Me enoja tener que interpretar a partir del silencio del otro, me indigna la falta de respeto, y, por sobre todas las cosas, me amarga estar preocupada por estas cuestiones. Me siento una de esas pelotudas que usan carteras diminutas y después meten todo lo que no les entra en una bolsa de cartón de 47 street. Aunque algo me dice que a esas subnormales no les pasan estas cosas. Me enerva que el hecho de recibir o no recibir un llamado ocupe mi tiempo y energía, me enfurece estar esperando algo que ni siquiera sé si quiero o no. Estoy podrida de desear el deseo del otro. Que Hegel, Lacan, el amo, el esclavo y la puta dialéctica se vayan a la puta que los parió, pienso.
Entonces dejo a un costado el de las mujeres de acá y los hombres de más allá y leo la contratapa de uno de Saul Bellow; casi que me olvido de todo el asunto. Hasta que. Hasta que recuerdo que hoy a la noche tengo que ir a cenar a la casa de mis viejos. Atragantado el bife me va a quedar cuando mi madre, con su mejos sonrisa y la mejor onda, pregunte por fulano.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
3 comentarios:
Celeste no es lesbiana, pero le gustan los maricones. Difícil situación.
No vas a encontrar nunca una respuesta en un libro si no sabes cual es la pregunta.
Anónimo: Ambas cosas son ciertas... más allá de que no exista relación entre ellas.
Ale: Mmm no estoy tan segura de eso...
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