El tipo se acaba de ir. El tipo tiene unos ojos de un color que no puedo explicar, bellísimos. Y también tiene un discurso que a una le dan ganas de comprar, correcto, ubicado, amable. Tal vez demasiado correcto, demasiado ubicado, demasiando amable. Tiene un perfume exquisito -que todavía siento en la ropa y las manos-, y una sonrisa compradora. El tipo besa bien, si es que existe eso de besar bien o mal; me besa bien, digamos, entonces. Y también me coge bien. Y se queda mirando mi biblioteca y hace un comentario que no pienso reproducir pero que infló mi ego a tamaños insospechados.
Pero.
Siempre hay un pero.
- Qué lindo color de ojos.
- Sí, son medio verdes, medio grises. Pasa que no se nota por los lentes a veces.
- Son muy lindos.
- Gracias.
- Bue...
- ¿Qué?
- Nada. No importa.
- No, ¿qué?
- Que tampoco es que hayas hecho algo... Nada, dejá.
- ¿Que no debería sentirme orgulloso por tener ojos lindos?
- ...
- ...
- No es personal, eh. Estas cosas se me aparecen en la cabeza y las digo. No tengo filtro.
Si mis parte emocional fuera persona, andaría en sillas de ruedas.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
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