sábado, agosto 22, 2009

A veces se canta con Cat Power, con Patti Smith, otras con The Ting Tings, alguna que otra vez con Amy Winehouse; pero EL momento de cantar siempre es con Fiona Apple. Elijo unos cuantos temas -esos que me sé bien la letra y me salen lindos-, le doy play al winamp, me siento en la cama y canto. Canto con sentimiento, con los ojos cerrados, tomando aire en los momentos indicados, poniendo en práctica lo que se supone debo haber aprendido en cinco años de estudiar canto.
Me pasó ayer, mientras tomaba un té y pensaba boludeces; me entraron unas ganas de cantar insoportables. Media hora después me estaba acordando que alguna vez, hace mucho tiempo, yo compartía cosas con alguien que de vez en cuando me hacía feliz. "Vos podés ser Fiona Apple, y yo Paul Thomas Anderson, todo en versión tercermundista", me decía. Claro, como si yo pudiera ser tan oscura como Fiona y el fuera a ser tan talentoso como P.T. Anderson. Y así, mágicamente, la nostalgia desapareció. Al rato, abrí mi cuaderno/diario en cualquier página: "(....) y que se vaya con su zen, su meditación y su mac de puto a la mierda", fechado en septiembre del año pasado. Me agarró un ataque de risa mientras Plutón me miraba, puse You're so vain de Carly Simon, agarré el desodorante a modo de micrófono y brindé un estupendo show a mi inexistente audiencia.
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