miércoles, mayo 05, 2010

Cuando llegué a casa después de cursar, avisé que no iba a ensayar porque la garganta se me está enfermando, me preparé un bife, una ensalada con muchas semillas y espanté a Plutón mientras comía, quería tirarse encima del plato sin escuchar razones. Y mientras disfrutaba de mi sobremesa en soledad mirando un capítulo de In Treatment, fui quedándome dormida, muy de a poco; luchando contra el sueño, eran las diez de la noche y siempre se corre peligro de despertar a las dos de la mañana con todas las pilas, fui cayendo en esa nebulosa pre-onírica que dispara imágenes sin sentido. Esta vez, repetición de escena sucedida hace apenas horas.
Estaba yo entonces en esa cama ajena, en la más completa oscuridad, con música -¿clásica?- de fondo y muy satisfecha, muy contenta. Una mano apoyada en su barba, entre acariciando y rascando. De repente, más cercanía y casi que podía ver sus ojos abiertos. La respiración que se iba agitando cada vez más y ganas, muchas ganas. Un deseo que se me desbordaba, que no me dejaba quitarle las manos de encima.
Tan perfecta había sido en su versión original, que cuando se iba repitiendo mientras caía por ese túnel que lleva directo al sueño profundo, me hizo revivir cada sensación. Mientras sentia la electricidad subiéndome por la espalda pensé que era necesario escribirlo. Que ponerlo en palabras de alguna manera ayudaría en algo. No sé para qué.
Y ahora que hice el intento, con las imágenes nítidas a la altura de la frente, no me sale. Ni quiero que salga.
Me lo guardo para mí.

1 comentario:

lali balbi dijo...

qué buena onda cel! ya te veia yo radiante en las aguas de Aeneas profugus ajajaja