La señora entra con cara de asco y me pide alguna novela que no sea muy conflictiva, pero sí entretenida, y buena, tiene que ser buena. Compara a Almudena Grandes con Ruiz Zafón y yo ya no sé qué es lo que quiere leer esta mujer, qué criterio habita su mente, así que agarro de la vidriera unos cuantos y se los pongo sobre la mesa. Pregunta quién es Claudia Piñeiro y le comento que es la autora de Las Viudas de los Jueves; en ese momento a la vieja se le transforma la cara, una mueca de burla la deforma.
- ¿Pero de qué trata este?
- Es un policial -que le hacen leer a los pibes en segundo año del secundario, olvidé decirle-.
- No habla de los desaparecidos ¿no?
- Ehmmm... no, no habla de los desaparecidos -arriesgué sin conocimiento de causa-.
- Porque la literatura argentina es tan monotemática...
- ¿A qué se refiere?
- A que todos hablan de la época de la dictadura.
- No... es realidad no. Hay mucho, y de todo.
- Ay, nena, sí, todos piensan que los desaparecidos son tema obligado.
- ... -cara de póker-.
- Ya cansa.
- ... -no soy tan buena jugadora, vieja chota, no me busque-.
- ¿No te parece?
- No. Creo que todavía me cansa que Hollywood siga lucrando con el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial...
Ahí vino mi jefe a interrumpirme y poner paz, ya me venía relojeando desde que la vieja provocadora había pisado el local. Él, tan sagitariano, es el as de la diplomacia, salvo cuando le hablan de Perón, ahí se enciende y escupe su discurso gorilón de palermitano vitalicio. Igual, hacemos una buena dupla.
La vieja de mierda se llevó el de Piñeiro y se asoció a la biblioteca circulante. Quedó enamorada de mi jefe y se fue con una sonrisa enorme. Yo me vine a mi compu a escribir este post.
No me sale llamarlo "eso"
Hace 12 años.
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