viernes, octubre 02, 2009

Hace como diez años fue. Nos habíamos ido de campamento a... a no me acuerdo, algún lugar del interior de Buenos Aires. Había gente de la tarde y de la noche, mucha gente; los de la mañana nunca se prendían. Durante el viaje de ida nadie habló con nadie que no fuera de su grupo, para cuando llegó la noche del día que llegamos, andábamos todos como chanchos. La clave fue ir todos juntos al supermercado. Una botella de vodka salía tres pesos. Tres pesos. Qué lindo 1999, cuando teníamos 16 y el hígado nos permitía todo tipo de desacatos.
Después de incontables toc-toc (asco), y de andar probando de picos de botellas de diversos licores (ascoascoascoasco), me senté en una hamaca y me quedé enroscando mi pañuelo de brillitos celeste (asco) hasta que vino una chica. Me preguntó cómo me llamaba; "Vos no tenés cara de Celeste, tenés cara de Daniela", me dijo. Durante un tiempito la gente me llamó Daniela, después se les pasó.

Ah, porque la chica esa que se me acercó esa noche se acaba de parar frente a la vidriera, por eso.

1 comentario:

Cel dijo...

ger: era una chica que iba a mi mismo colegio, la vi de pasada durante cinco años, ¿es muy freak que me acuerde de su cara todavía?
Y eso es una de las pocas cosas que recuerdo de ese campamento. El resto es una nebulosa.