viernes, diciembre 11, 2009

Se me ocurrió una especie de proyecto de escritura bastante estimulante hace cosa de un mes. El problema es que me quise hacer la Paul Auster y todo lo que escribí, lo escribí a mano, en uno de los cuadernos que me quedaron de mi efímero paso por la UNLP. Y aunque me cueste reconocerlo, el único motivo de hacerlo así, fue que me gusta mucho mi letra.
Ahora, cada vez que miro el cuaderno, que espera, tan naranja él, sobre el escritorio, pienso que debería ponerme a tipear algún día de estos. Pero ya se sabe cómo es esto de la paja; siempre gana.

Aunque se me acaba de ocurrir algo mejor. Esconder el cuaderno. En alguna caja, que junte polvo con viejos diarios íntimos y facturas del 2007. O en el fondo de algún cajón, olvidado junto con revistas y la funda para la compu. Y después, dentro de un año más o menos, abrir de nuevo el cuaderno y acordarme de todo en el momento de leer la primera oración.
Como encontrarse un billete de cinco pesos en el bolsillo de un pantalón antes de meterlo en la bolsa que va para el lavadero.

Como eso, pero mejor.

2 comentarios:

ene dijo...

Mi pasado muchas veces me da verguenza, nunca intentaria una cosa asi, jajaja

Cel dijo...

ene: pero nooooo, está buena esa vergüenza. es una vergüenza nostálgica. aparte podés sentirte bien pensando que qué bueno está no pensar o sentir más de una determinada manera.
probalo, es catártico.