Hay algunos que ponen Sinatra y una se siente un poco en una película.
Otros apelan al estilo fm Aspen y me rompe un poco las pelotas, basta ya de "uh ¿te acordás de este tema?" y U2, odio U2, con toda mi alma; maten a Bono, dejen de cantar una y otra vez el estribillo de One, atrasa, señores, dénse cuenta.
Siempre está el snob que empieza a nombrar rarezas, "esta es una banda indie de República Checa", y yo, si le tengo muchas ganas al tipo, me hago la interesada, porque sí, nosotras también fingimos interés si hay revolcón en el horizonte.
He escuchado por ahí que algunos ponen música clásica. Yo me la bancaría, prefiero toda la vida un Debussy antes que cualquier ritmo latinoide cachengue.
Nunca me topé con un romántico amante de Arjona, ni con un melanco fanático de Sabina; debe ser que con esa gente ni nos registramos.
Alguna que otra vez me amagaron con un tango pero mi mirada lo dijo todo, gustos son gustos.
Por suerte nunca cai en las redes de ningún palermista con ganas de volverse uruguayito y ser el rey de Cabo Polonio; esos son los piores, compañeras. Hay que huirles, si no te enganchan y corrés peligro de que te internen el cerebro, preguntándote "pero ¿qué te parece esta letra?".
A los hippies me los re banco. Me los banco de corazón. Aunque ya ni me acuerde de los discos de The Doors o Zeppelin que andan dando vueltas por ahí, en mi cuarto. También banco a los que ponen un Divididos, Los Piojos o Los Redondos, mi adolescente interior salta de alegría, y a mí me gusta darle el gusto.
De todos modos, nada le gana al grunge. Nada. Porque un hombre que me pone Pearl Jam o Soundgarden está en contacto con el tipo de masculinidad que a mí me gusta. Porque acusa un pasado de camisas a cuadros y pogos. Porque me cabe y listo, qué tanta vuelta.
Aquel que le pegue a un soundtrack de mi agrado, se ganó el cielo, me convierto en la versión más gauchita de mí misma. Into the Wild, The Big Chill, My Girl, Broken Flowers, Magnolia. Soy de lo más versátil.
Mi arma secreta es Peeping Tom. Calculado para que empiece más o menos desde la mitad de la PGP (Permanent Garching Playlist; que está ideada para sonar desde que el muchacho llega hasta unas cuantas horas después de sacarse la ropa) siempre es efectivo. Patton cataliza garches, es un hecho com-pro-ba-do. Si no le ponen onda con Peeping Tom, no le ponen onda con nada. O son de esos que piensan que las letras de Los Auténticos Decadentes están buenas y todo vínculo posible está destinado al fracaso.