miércoles, noviembre 25, 2009

Somos las pichones de bruja de Ita. Ita es la madre de Dedé. Le enseñó a ella, me enseñó a mí, a Gen también.
Y ya no hacemos esas maratones hasta las 9 de la mañana a puro mate y pucho tirando las cartitas una y otra vez, parafraseando preguntas hasta recibir la respuesta esperada. Ahora es cada tanto, cuando la situación amerita, cuando se siente que en ese momento sí; cuando son las tres de la mañana y damos vueltas en la cama porque nos acosa tal o cual cosa.
Dedé ya no lleva encima el I-Ching a cada lugar que va. No sólo porque se le despedaza el libro, sino porque por algún motivo ya no necesita la respuesta incuestionable del oráculo. Ya no tiene su bolsita con las runas a mano. Ni pide unas chiquititas -modalidad apodada por nosotras a un determinado tipo de pregunta y tirada- cada vez que vé a un tipo que más o menos le gustó en el trabajo; aunque confesó que el otro día les preguntó si se iba a casar con Mike Patton, hay mañas que no s pierden.
Yo las tengo sobre el escritorio, en una bolsita roja que me cosió Genève. Están a mano, me gusta tenerlas a mano, no sea cosa que me olvide que están ahí, siempre listas. Me gusta también convencer a los hombres, que primero se nieguen un poco, que aleguen escepticismo y que después los mate la curiosidad. Es impagable la cara de un tipo cuando más o menos le pegás a algo, no lo puede creer, le da una mezcla de vértigo y más curiosidad; después de eso, directo al bolsillo. Debe ser la sangre gitana, que tira.

Ita me hace ir a su pieza y sentar en la cama. Mezcla y me hace cortar. En el lapso de una hora, estuve a punto de llorar, me maté de risa, replanteé varias cosas y dejé de valorar otras. Y ahí está, esa es la esencia. No se trata del vaticinio, se trata de la percepción, de un momento en el que las cosas se ven, por una vez, claras; una oportunidad para sincerarse con uno mismo y aceptar que en general, el destino no es algo impuesto desde afuera.

Después, Dedé me pregunta qué salió. Menos mal que llega el taxi y me subo, así, no tengo que contarle nada.

6 comentarios:

Soria dijo...

éste me gustó mucho, Cel.

Diego dijo...

Siempre siempre me pregunte ( y aun lo hago) si realmente existiera el oraculo que me diga todo.... Si me atreveria a mirarlo....
No por una cuestion de coraje....
Solo temeria a aburrirme el saber que es lo que me sucederá....
El factor sorpresa es para mi vital...en la forma que sea....
El dia que pierda esa capacidad de asombrarme, me dare cuenta que mi hora a llegado....
Por ello, apoyo toda mi energia para saber realmente que fue lo que pasó....Eso si no me lo pierdo..
Muy lindas lineas finales, estimada...
Gracias

Cel dijo...

soria, gracias, me alegra =)

Diego, pegarle un vistazo a eso sería condenarse a una existencia sin sorpresas, y ¿qué hacemos sin sorpresas?
Por eso el tarot no se trata del futuro, ni siquiera del pasado. Una herramienta más -y bastante criticada y atacada, por cierto- de autoconocimiento.

lali balbi dijo...

gua, qué ganas de esoterizar con todo
estoy releyendo uno de liz green ediciones urano, que ya está despedazado cual iching de dedé, pero que bien me hace leerlo, no se si del todo lo comprendo, pero es allí hacia donde voy

Cel dijo...

secre, es que liz es de lo más compradora. aunque una entienda la mitá, como que no la querés dejar.
¿cuál estás leyendo?

lali balbi dijo...

dinámica del inconciente
cha cha cha chaaaaaaaaan
mucho plutón y mucho saturnón