lunes, noviembre 02, 2009

Por ejemplo ahora, que acabo de salir del baño con los ojos hinchados, y mi jefe me pregunta no sé qué y yo le sonrío y le digo "claro, obvio", como si no fuera obvio que estuve llorando en el baño durante los últimos cinco minutos.. Pero el tampoco me va a decir "qué te pasa que tenés esa cara", porque los dos somos muy caretas, yo no pregunto sobre la relación espantosa que estoy segura que tiene con su mujer y él no se mete en mi vida privada. Me parece un buen trato; pero igual.
O no sé, cuando llamo a Dedé casi llorando y al rato estoy haciendo chistes porque no me banco a mí misma en esos (estos) estados. Entonces, claro, aviso, tiro una punta, digo "estoy mal", pero después me hago la canchera y la graciosa y la gente se olvida, porque se piensan que se me pasó, que no era para tanto. Capa sí es para tanto. No sé.
También pasa cuando voy a ver mis papás, no me sale, no hay manera de reconocer que no estoy tan bien como se suponía que tenía que estar. Porque tengo 26 años, y no tengo graves problemas, y digo que no quiero estar en pareja, y vivo en una casa linda, con linda gente y no sé, y todos calculaban que mi vida iba a ser maranillosa, que prometía tanto, cómo no tener una vida divina con tanto buen humor, con tanto potencial, con tanto, no sé.
Pasa todo el tiempo, entonces cuando me angustio un poquito, me enchufo una botella de vino, o un porro, o una pija, o una comedia con Will Ferrell, o todo junto. Por eso pasan meses y yo nunca lloro, porque siempre hay vino, o porro, o pijas, o pelis a mano -aunque no siempre todo junto- para evadirme. Hasta que un día cualquiera, mientras una señora muy simpática con un perro peludo me pide La Casa de Bernarda Alba, siento que ya no puedo más. Que no sé qué es lo que no aguanto pero que es iposible seguir careteándola; la señora se va y me largo a llorar. Y todavía no pude parar.
Y entonces calculo que es lógico extrañar a El Innombrable. No sólo porque fue el único tipo que me hizo sentir querida, sino porque también fue el único en poder calmarme los llantos sin necesidad de requerir a la evasión. Me abrazaba, me hacía hablar al respecto y me consolaba. Por suerte me doy cuenta a tiempo, no lo extraño a él, extraño la contención. Se supone que se puede encontrar contención en otros lugares, que hay vida allá afuera. Quién sabe.
En media hora salgo de acá ¿y qué voy a hacer?
Hay como tres vinos en la alacena, porro la riñonera que llevé ayer al recital, un videoclub a la vuelta y un vibrador en el cajón de los corpiños..
Eso si puedo dejar de llorar.

6 comentarios:

Diego dijo...

Ni idea como aterrice en tu blog (nunca mejor usada la analogia de volar)... Pero quede....
Muy linda pluma....
Gracias

tacho dijo...

Porque te sigo, estoy convencido que lei hace unos días atrás que estabas enojada con vos, o apesadumbrada, o ponele el adjetivo que quieras, por no poder llorar.

Lo loco es que llorás con berbarda alba y nose, no con alguno de harry potter.

Es decir, hay algo en vos que desestabiliza una serie de emociones y no sabés cuál es. Para vos esa es el inombrable, tu explicación más i-logica, la mas racional.

Pero no tiene sentido, es Bernarda Alba. Entonces acá es claro, el desencadenamiento mas interesante viene por esa obra, y por ninguna otra cuestión psicologica pelotuda. Si esa obra, que habla de un angustia eterna, de una viuda que le es imposible olvidar la muerte de su marido y vive esa vida con esa rigurosidad cristinana, de castidad y decencia...

Bueno, quizá por ahi sea mas interesante pensarlo al innombrable. no?

Cel dijo...

Diego: Gracias a vos!

tacho: ves? ves que siempre me decís algo que me pone contenta? me sacaste la primera sonrisa del día.

En otro orden de cosas, el innombrable ya no desencadena mucho, apenas un puchero. Y si la clave está en Bernarda Alba, es verdad, mejor que la cambie, pero no por el innombrable de vuelta, es un embole eso. La cambiaría por una novela de Laiseca, o un relato de Bukowski, o uno de Dorothy Parker.
Un beso

Anónimo dijo...

ése que se gastó en escribir toda esa mierda, qué gil

Diego dijo...

"La Lentitud" de Milan Kundera.... regalo de una amiga...

Y a ver si empezamos a desprendernos de pucheros sosos....Humildemente

Siempre el aporte de "Anonimo" suma a lo loco....es como estar en el deposito del CEAMSE y quejarse del olor a pedo...

Cel dijo...

Diego: Una de Kundera también podría ser, tenés razón, cómo no se me ocurrió.
Che, no me subestimes los pucheros... que trabajaron mucho para para pasar de ser llantos desconsolados e inagotables a simples pucheros.